La polémica presa, la mayor del continente, abarca un espacio gigante y continúa amenazando los recursos hídricos de Egipto y Sudán.
Un río es un tipo de accidente geográfico sobre el que es particularmente difícil hacer política. Los distintos elementos que conforman un paisaje se contentan con el lugar que la naturaleza les asigna y ahí permanecen hasta que desaparecen o son destruidos, por lo que su “propiedad” es de fácil asignación: “son” de aquel que los tenga dentro de sus fronteras.
Un río, por el contrario, posee en lo más profundo de su esencia el movimiento, agua que va de un sitio a otro. Y aunque el cauce sea igual de estático que una montaña, el caudal sigue variando continuamente, lo que hace que surja una importante pregunta: ¿de quién es el agua de un río cuando transcurre por diferentes países? ¿Del país donde nace y tiene, posiblemente, menos agua? ¿Del país donde desemboca? ¿De cada país que cruza? Estas preguntas, de índole casi filosófica, han sido motivo de un significativo aumento de la tensión entre Egipto, Sudán y Etiopía en su disputa por el agua del río más largo del mundo: el Nilo.
La presa más grande del continente
Cómo de importante sería el Nilo para los antiguos egipcios, que su nombre significa, literalmente, “río”. Egipto ha reclamado su derecho, basándose en acuerdos firmados en 1959, en los que Reino Unido repartía el caudal de esta enorme fuente de agua entre Egipto y Sudán. El primero tenía derecho a una cuota de 55.500 millones de metros de cúbicos y Sudán a 18.500, además de poder vetar la construcción de cualquier presa que limitara sus reservas.
Los ocho países restantes que también recorren el Nilo no aparecían mencionados y estos, no reconocen el acuerdo. Los problemas comenzaron cuando en 2011 Etiopía anunció un nuevo ambicioso proyecto: construir la mayor presa y central hidroeléctrica del continente, de 145 metros de altura y con una capacidad total de 74.000 millones de metros cúbicos, abarcando un total de 1.874 kilómetros cuadrados.
El renacimiento de Etiopía
La Gran Presa del Renacimiento Etíope, pretende abastecer de buena energía a un país de 120 millones de habitantes, el segundo mayor de toda África, de los cuales solo un tercio tiene acceso regular a electricidad. La construcción ha costado entre 4.000 y 5.000 millones de euros y ha estado financiada en un 30% por créditos procedentes de China.
Tras numerosos retrasos, en 2022 se activó la primera de las trece turbinas, lo que permitió empezara a generar energía y hace apenas unos meses completó finalmente su llenado.
Nuevo acuerdo existente
El anuncio del proyecto provocó grandes revuelos en sus vecinos río abajo y aunque los tres principales afectados (Egipto, Sudán y Etiopía) se han visto muy involucrados en numerosas mesas de negociaciones, conferencias, reuniones, etc, hasta ahora no han podido resolver una cuestión que sigue pudiéndose resumir en la siguiente pregunta: ¿de quién es el agua del Nilo? Etiopía, por ahora, es la gran nación que se beneficia de su posición superior y no da su brazo a torcer; ellos decidirán cuánta agua discurre a través de la presa, construida sobre el afluente conocido como Nilo Azul, a apenas 15 kilómetros de la frontera con Sudán y que aporta un 86% del total del agua del río.
Desde El Cairo y Jartum han tildado el proyecto como una grave amenaza para sus agricultores y reclaman un compromiso que favorezca a los tres países y que no deje a Etiopía como “único beneficiado”. El Ejecutivo sudanés aseguró que el caudal del río había descendido en unos 90 millones de metros cúbicos diarios y Egipto incluso llegó a pedir una intervención del Consejo de Seguridad de la ONU, amenazando con usar “todos los medios necesarios” para impedir el llenado de la presa. Las preocupaciones de El Cairo están fundamentadas: el río Nilo representa el 95% del suministro de agua del país y ya en 1979, el antiguo líder egipcio Anuar Al Sadat llegó a afirmar que el agua era “el único motivo que puede llevar a Egipto de nuevo a la guerra” algo que ha vuelto a encender las alarmas en el continente africano.
Fuente: Diario As, España.