Luego de tres años de construcción, este 15 de diciembre fue inaugurado en México el primer tramo del Tren Maya, el cual comprende 473 kilómetros de la ciudad de Campeche al Aeropuerto de Cancún, en Quintana Roo.
El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, encabezó el acto y aseguró que se trata de una obra magna que no existe en ninguna otra parte del mundo.
El gobierno ha planteado el tren turístico y de carga de 30 mil millones de dólares, que espera que impulse la economía del sureste, como la entrega expresa de justicia social a una de las regiones más pobres del país.
Los críticos dicen que el proyecto fue aprobado mediante el uso de decretos militares y de seguridad nacional, sin estudios de impacto ambiental adecuados ni consultas a quienes viven allí.
“El presidente tiene una idea de desarrollo que es de mediados del siglo XX”, dijo Ana Esther Ceceña, economista de la Universidad Nacional Autónoma de México. "No hay manera de construir un tren como este sin derribar las formas de vida locales".
Pero a pesar de protestas y órdenes judiciales para detener la construcción, el proyecto resultó imparable. El primer tramo de la vía irá desde Campeche hasta Cancún. El gobierno afirma que todo el circuito estará operativo a finales de febrero de 2024.
Recorrerá cinco estados que contienen muchos de los tesoros arqueológicos de México, no sólo de los mayas, sino también de civilizaciones que los precedieron, como la olmeca.
El gobierno ha argumentado que el tren atraerá más turistas e inversiones a la región. La oficina de desarrollo de la ONU estimó que sacaría 1,1 millones de personas de la pobreza para 2030.
Las comunidades de la región están divididas: algunas acogen con agrado la inversión, mientras que otras resienten la imposición y cuestionan sus beneficios.
Aunque el gobierno llevó a cabo consultas en los estados afectados en 2019, y el proyecto recibió un índice de aprobación de casi el 90%, la oficina de derechos humanos de la ONU en México dijo que no cumplir con los estándares internacionales.
Citó la baja participación, la falta de traducción de materiales a idiomas indígenas y la información parcial o incluso falsa sobre los posibles impactos negativos del proyecto.
En la prisa por completar el ferrocarril antes de que termine el mandato de López Obrador en 2024, la construcción comenzó antes de que se completaran los estudios de su impacto ambiental.
Los estudios que se han publicado desde entonces son limitados y consideran únicamente el impacto de los propios ferrocarriles, y ni la urbanización ni el gran número de turistas que traerán.
Las ONG han señalado los posibles impactos ambientales, empezando por cómo las vías cortarán la Selva Maya, la segunda selva tropical más grande de América Latina.
“Estas [líneas ferroviarias] son fronteras artificiales para especies como el jaguar”, dijo Aarón Hernández Siller, de Cemda, una ONG ambiental. “Y son tan anchos (más de 60 metros) que también sirven de límite para ciertas semillas y esporas”.
Otro impacto tiene que ver con el sistema de cuevas y ríos subterráneos que corre justo debajo de la superficie de gran parte de la península y proporciona agua potable a sus 5 millones de habitantes.
El sistema ya está bajo presión. El año pasado, Conagua, la agencia estatal del agua, predijo que la península de Yucatán estaría a 15 años de una crisis hídrica, antes de tomar en cuenta el tren.
Luego está el riesgo de colapso y contaminación, dado que el suelo está hecho principalmente de piedra caliza porosa y estructuralmente frágil. “Estamos hablando de un underground que es como un queso suizo”, afirmó Hernández Siller. "Poner trenes de cientos, si no miles, de toneladas encima, podría colapsar las cuevas que se encuentran debajo".
“En China estuvieron 10 años haciendo estudios antes de construir un tren en una zona como ésta”, añade Hernández Siller. “Aquí fue exprés. ¿Cómo podemos estar seguros de que no habrá un accidente?
El gobierno ha respondido a las críticas alterando la ruta y construyendo algunos tramos en plataformas elevadas.
Pero también ha obligado a aprobar el proyecto mediante decretos y militarización, ignorando fallos legales y limitando la divulgación pública de información.
“Han estigmatizado a cualquiera que haya ido en su contra”, dijo Hernández Siller. "He estado en protestas cuando de repente nos encontramos frente a soldados armados".
Además de patrullar, proteger y supervisar parte de la construcción del tren, ahora las fuerzas armadas tienen la tarea de operarlo.
Esto refleja una tendencia durante la administración de López Obrador, que ha visto crecer la cartera de activos bajo control militar hasta incluir aeropuertos civiles, puertos marítimos, la agencia nacional de aduanas y otra nueva línea de tren. Le seguirán hoteles, reservas naturales y una aerolínea de pasajeros.
“Esta militarización es la mayor contradicción de este gobierno supuestamente progresista”, dijo Ivet Reyes Maturano, de Articulación Yucatán, una asociación de académicos.
El Tren Maya es sólo una parte de un plan para transformar el sureste de México, junto con un nuevo aeropuerto en Tulum, la refinería de petróleo de Dos Bocas en Tabasco y el corredor interoceánico, un sistema portuario y ferroviario que pretende competir con Canal de Panamá para transportar carga entre el Pacífico y el Atlántico.
“[El Tren Maya] en sí mismo no es sólo un tren de pasajeros”, dijo Hernández Siller. “Es un tren de carga. Es parte de una estrategia más amplia para la región, convertirla en un parque logístico.
“Esta es una visión de la que no se habló a la gente de la región y con la que no han aceptado”, agregó Hernández Siller. “Les dijeron que se trata de justicia social, cuando en realidad se trata de fines económicos, y que tienen poco que ver con ellos”.
Toda esta inversión pública ha acelerado el crecimiento del PIB en ciertos estados, pero aún está por verse si ese crecimiento perdurará una vez finalizados los proyectos y cómo se distribuirán los beneficios económicos.
“Es bueno que hayan invertido todos estos recursos en el sureste”, dijo Ceceña. "Pero si tan solo lo hubieran hecho de una manera que respetara la región: su historia, sus costumbres, sus formas de vida".