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Las autoridades en la frontera de México y Estados Unidos están en alerta debido a un aumento de muertes de inmigrantes, presuntamente debido a la ola de calor registrada en la región.

En el transcurso del verano, agencias de noticias han reportado que las temperaturas han superado los 37°C durante varios días consecutivos, lo que resulta potencialmente mortal para aquellos migrantes que atraviesan la árida tierra buscando pasar desapercibidos ante la vigilancia de la Patrulla Fronteriza.

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En Texas, en medio del implacable calor es posible encontrar inmigrantes extraviados. Don White, agente de seguridad del condado de Brooks, sabe que un indicio de ello es hallar recipientes de agua, prendas de vestir en descomposición o huellas en el camino. 

Sobre este tema The New York Times presentó un amplio artículo. 

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Aquí la nota completa 

Mientras patrullaba entre la dura maleza a lo largo de la frontera en el sur de Texas, Don White, de la Oficina del Alguacil del Condado de Brooks, se detuvo para estudiar algunas jarras de agua vacías, ropa rota y varias huellas confusas, en busca de señales de migrantes que podrían haberse perdido en el calor abrasador.

“Esto es viejo”, dijo White, señalando a las débiles huellas. “Nadie está en peligro en este momento”. Al menos por ahora, dijo en voz baja.

Menos personas están cruzando desde México este año en comparación con el año pasado, pero ha habido más de 500 muertes en el 2023 —confirmadas por el descubrimiento de cuerpos o restos parciales por White y otros como él. En el 2022, uno de los más mortíferos de los últimos años, hubo 853 muertes confirmadas.

Hacer un seguimiento a las muertes de inmigrantes es una ciencia imperfecta. Muchos se ahogan intentando cruzar el Río Bravo; otros perecen debido a las sofocantes condiciones del desierto o a la falta de agua, y sus muertes se atribuyen a deshidratación, insolación o hipotermia. El calor implacable de este verano, combinado con una humedad asfixiante, ha contribuido a muchas muertes, dijeron funcionarios locales y estadounidenses.

La Patrulla Fronteriza ha estado publicando advertencias en las redes sociales.

“Las temperaturas extremas contribuyeron a que 45 personas fueran rescatadas y 10 personas murieran debido al calor y las condiciones peligrosas”, escribió en julio Jason Owens, director de la agencia, en X, antes conocido como Twitter. Dijo que sus agentes habían encontrado 13 inmigrantes muertos la semana anterior.

Incluso los migrantes que logran cruzar el río y llegar tierra adentro enfrentan innumerables retos, dijo White. Guiados por contrabandistas, muchos migrantes toman rutas arriesgadas para evitar un puesto de control de la Patrulla Fronteriza en Falfurrias, a unos 130 kilómetros al norte del Río Bravo, a menudo sin suficiente comida ni agua para soportar el recorrido de un día.

La frontera suroeste de Estados Unidos ha llegado a ser conocida como una de las más mortíferas del mundo. Desde 1998, al menos 7 mil 805 personas han muerto tratando de cruzar la frontera con México y más de 3 mil 527 siguen desaparecidas, reporta el Centro Colibrí de Derechos Humanos, una organización de defensa que informa sobre migrantes desaparecidos y realiza búsquedas de ADN para identificar restos.

“No tarda mucho tiempo para que alguien se sienta desorientado y se pierda aquí”, dijo White, de 70 años.

El teléfono de White nunca deja de sonar con mensajes de personas desesperadas, principalmente de Latinoamérica, con familiares desaparecidos. Leyó mensajes de una mujer de Guatemala que tenía meses de no saber nada de su hermano. “Encuéntrelo, por favor”, escribió. Había incluido una foto y una descripción: 28 años, ojos negros, piel morena y un tatuaje de una rosa.

Para White, eso era poco con qué trabajar. “Sin coordenadas, ¿cómo puedes encontrar a alguien perdido en esta vasta tierra?”, dijo.

No todos los casos son así. Sacó una fotografía de un hombre al que había ayudado a rescatar en el terreno sofocante en las afueras de Falfurrias. El hombre, un inmigrante mexicano de 44 años llamado Arnulfo, estaba tan demacrado y deshidratado que ya no se parecía al hombre que aparecía en la identificación que portaba. Paramédicos rápidamente le administraron tres litros de solución salina intravenosa, lo que, afirma White, probablemente le salvó la vida.

Arnulfo fue deportado a México. Sin embargo, volvió a cruzar ilegalmente y ahora trabaja en un restaurante en Mississippi. Contactado por teléfono, Arnulfo, que no quiso que se publicara su apellido por temor a ser deportado, dijo estar eternamente agradecido con los hombres que lo encontraron. “Habría muerto, seguro”, dijo.

Los cuerpos de los que no sobreviven suelen ser enviados a morgues y luego, a veces, enterrados en tumbas sin nombre. Algunos son enviados a laboratorios para realizar más exámenes y determinar cómo murieron. Molly Kaplan, investigadora doctoral, trabaja como administradora de casos en Operación Identificación, un proyecto de la Universidad Estatal de Texas, analizando los restos y pertenencias de inmigrantes muertos para ayudar a identificarlos. Dijo que todavía estaba conmovida por un caso que tardó más de una década en resolverse.

Sandra Yaneth Aguilar tenía 14 años en el 2007 cuando cruzó la frontera cerca de Brownsville, Texas, y luego desapareció. Después de años de no saber su paradero, su madre presentó una muestra de ADN en el 2011. Pero no fue hasta el 2022 que los investigadores compararon la muestra con los restos que habían sido encontrados cuatro años antes en una tumba sin nombre, junto con los de docenas de otras personas no identificadas, en el vecino condado de Willacy. Los restos de Sandra fueron entregados a su familia, que ahora vive en el noreste de Estados Unidos.

“Piensas, sólo tenía 14 años. ¿Dónde estaba yo cuando tenía 14? Mi mayor problema a esa edad era aprender a conducir, y esta chica estaba inmigrando sola, tratando de llegar a su familia”, dijo Molly Scott, de 20 años, asistente del laboratorio estatal de Texas

El laboratorio tiene más de 300 restos humanos y decenas de contenedores y bolsas que contienen objetos personales encontrados en los matorrales: rosarios, estampillas de oración, ropa sucia. El laboratorio también tiene fragmentos de esqueletos —una mujer atropellada por un camión, un hombre encontrado sin vida en tierra árida— y los investigadores trabajan para identificarlos. Desde que comenzó el proyecto en el 2013, la operación ha recibido 483 restos e identificado 95, incluyendo 24 este año.

“Continuaremos con nuestro actual clima bochornoso durante septiembre. Octubre inicia la tendencia de enfriamiento, suficiente como para no afectar tanto a los que cruzan”.

Por ahora, seguirá buscando huellas frescas entre la maleza.

Fuente: The New York Times

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