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La estrategia neuroeducativa recomendada por reconocido científico argentino para ser más creativos

El argentino Fabricio Ballarini es biólogo, egresado de la Universidad de Buenos Aires. Tiene un doctorado y un posdoctorado en el Laboratorio de Memoria de la Facultad de Medicina de la UBA. 

Desarrolló una estrategia neuroeducativa con miles de estudiantes de todos los niveles, logrando mejorar la memoria de los alumnos a partir de una breve experiencia novedosa. 

 

Publica artículos en varias revistas científicas internacionales y brinda conferencias en congresos de la Argentina y del exterior.

Ballarini brindó una amplia entrevista al Diario El País de Uruguay en donde tocó varios temas. 

Actualmente es investigador del CONICET en el Laboratorio de Memoria del Instituto de Biología Celular y Neurociencias “Dr. De Robertis”. Investiga los mecanismos moleculares de la memoria y su impacto sobre el aprendizaje.

Aquí la nota al País

Lo que aprenda al leer esta nota va a tardar unas 12 horas en consolidarse en su memoria. Piense en su cerebro como el dispositivo en donde va a descargar una película: usted sigue con su vida mientras se completa la operación. El problema es que el cerebro atiende esa cosa y otras al mismo tiempo. Entonces, ¿hay alguna manera de “hackear” a su cerebro para que ese recuerdo sea más duradero? ¿O para que usted sea más creativo a partir de la información que 12 horas después tendrá ya almacenada?

Fabricio Ballarini es un científico argentino que investiga los mecanismos moleculares de la memoria y su impacto sobre el aprendizaje. Hoy estará presente en la primera jornada de Campus Party , una de las ferias de innovación y tecnología más importantes de la región que tiene lugar este viernes y sábado en Punta del Este, para exponer porqué todas esas preguntas se responden con un sí.

“La creatividad no aparece de la nada. No es una cuestión mística que se presenta y vos vomitás una idea espectacular. Para componer algo creativo vas a necesitar un montón de aprendizajes”, adelantó Ballarini en diálogo con El País. Y la memoria es clave.

Un artículo que firma este experto y que recientemente fue publicado revela que una actividad física bastante moderada –en concreto, andar 25 minutos en bicicleta– una hora después de haber recibido un aprendizaje “lo mejora muchísimo”.

Hace unos años ya había demostrado que ser sorprendido antes de una lección educativa tiene el mismo efecto.

“El conector es que el proceso de guardado de información no es inmediato. Por lo menos dura 12 horas. Es re loco esto: si son las 12 del mediodía, tu cerebro va a terminar de guardar la información de ahora a la medianoche. Por lo cual, hay momentos en los que uno puede intervenir, antes o después de ese guardado, para inferir en la memoria”, explicó.

Los recuerdos.

Una de las claves de la actividad física es que no se trata de un episodio estresante. Si la persona vive un estrés agudo durante el proceso de consolidación de la memoria le será más difícil retener la información.

“Si vos estás en la facultad o en el secundario y te enseñaron algo pero sufrís un estrés mientras estabas haciendo el proceso de guardado, que puede ser un examen, esto interfiere en la memoria; por lo cual hay que prestar atención a la cantidad de cosas que hacemos en paralelo a lo largo del día porque puedan mejorar o no la efectividad del guardado”, explicó Ballarini.

Para determinar que aquellos 25 minutos de ejercicio en bicicleta mejoran la memoria espacial, los científicos diseñaron un test de memoria dentro de un entorno de realidad virtual. Tras evaluar a 98 voluntarios (de entre 18 y 35 años), observaron que esta actividad mejora esa función cognitiva.

La memoria espacial es aquella que registra información sobre el entorno y la ubicación de los objetos. El envejecimiento o enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer la deterioran, por lo que es importante estudiar formas sencillas para evitarlo o compensarlo. El ejercicio físico moderado, como el estudiado (y que puede ser practicado por personas sedentarias), se presenta como una posibilidad simple y no farmacológica.

Para estudiar mejor.

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En el rubro educativo, el mecanismo del cerebro para la adquisición, consolidación y evocación de los recuerdos podría tomarse como insumo para, por ejemplo, establecer un cronograma de clases y de exámenes para que el estudiante (sin importar la edad) alcance un mayor rendimiento.

“Un examen es, más o menos, preguntarle al alumno cuánto recuerda y en el fondo es bastante injusto porque quizás el estudiante prestó atención y estudió pero por un alto nivel de estrés no consolidó la información y no lo puede hacer”, apuntó el científico.

La manifestación del estrés puede ser la vivencia de un problema familiar, un duelo, una “idea rumiante” que mantiene a su cerebro ocupado en el mismo momento en el que almacena información en la memoria.

“Le va a ganar ese pensamiento al acto de incorporar información. El proceso de guardado va por fuera de la escuela o la universidad por lo que hay que pensar a los alumnos o a cualquiera de nosotros como personas que se educan en un concepto social mucho más amplio”, añadió.

La sorpresa.

¿Y qué rol cumple la sorpresa? Investigaciones anteriores de Ballarini habían encontrado que verse sometido a una sorpresa antes de un aprendizaje ayuda a recordar mucho mejor lo que pasa una hora antes y una hora después.

Lo probaron con chicos que recibieron una clase debajo de un árbol o asistieron a algún tipo de espectáculo un rato antes de una clase.

“La sorpresa tiene un efecto positivo sobre la memoria; la hace mucho más activa”, contó.

Piense en algo que hace todos los días. El desayuno, por ejemplo. ¿Puede diferenciar el desayuno de hoy del desayuno de ayer o del desayuno de hace seis meses? ¿Verdad que no? Pero seguro recuerda el desayuno de la mañana del 11 de septiembre de 2001.

La sorpresa no tiene que ser una tragedia de gran magnitud; basta con que sea algo muy pequeño que se salga del molde para que se rompa la rutina y para que nuestro cerebro encienda una alarma: ocurrió algo que no era predecible (el cerebro se la pasa haciendo predicciones según la rutina).

“La sorpresa mejora la evocación y la creatividad a un nivel ridículamente alto (se vieron resultados de entre un 60% y un 200% en los estudiantes) en comparación a lo que sucede si no se recibe ningún estímulo externo”, dijo.

Esto, en realidad, es algo contraintuitivo, pero funciona.

Y Ballarini agregó: “A los fines prácticos, esto puede ser una buena estrategia para aplicar en centros educativos o en una empresa o por un artista”.

En este sentido, salir a caminar por un camino diferente ya constituye una sorpresa que podrá mejorar la memoria y despertará la creatividad de la persona.

Sobre el cerebro, el científico argentino comentó: “Nuestro cerebro es una máquina increíble, hermosa y compleja pero no es perfecta; a medida que vamos entendiéndolo nos vamos sorprendiendo más, pero a las claras vemos que no es perfecta. No es perfecta para el modo de vida que nosotros tenemos”.

Por ejemplo, el cerebro debe hacer un esfuerzo si quiere recordar una fecha de cumpleaños. Si Facebook la pone adelante de los ojos, no tiene porqué poner a funcionar las neuronas necesarias para adquirir y consolidar el dato en la memoria a largo plazo.

Verlo en la pantalla es más rápido, más fácil y no provocará ningún enojo por olvidos. No provoca ningún gasto calórico. Lo contrario insume ese trabajo de 12 horas pero es ese el que dará origen a las mejores ideas.