El vídeo es estremecedor. Un hombre de 84 años aparece muerto en el lavabo del hospital Cardarelli de Nápoles. Era un posible caso de coronavirus que estaba en una sala de urgencias abarrotada, a la espera de un test después de que su estado se agravase en los últimos días.
Las imágenes han corrido por la red y son el ejemplo más terrible de la situación crítica en que se encuentran los hospitales italianos en esta segunda ola de coronavirus. En Italia ya hay 29.873 pacientes ingresados, más que cualquier otro día en la primera ola. A diferencia de la primavera, cuando la emergencia se localizaba principalmente en las eficientes regiones del norte del país, ahora se ha extendido por toda la península. El miércoles Italia superó el umbral simbólico del millón de casos desde el inicio de la pandemia. Solo ayer hubo 636 muertos.
Las asociaciones de médicos y enfermeros de Italia han escrito una carta abierta para denunciar que los centros hospitalarios están al borde del colapso, por falta de personal y falta de camas ante la vertiginosa propagación de la Covid-19. En muchas regiones las tasas de ocupación de los hospitales están por encima del 100%. El hospital Valduce de Como, por ejemplo, ha tenido que cerrar durante 12 horas su sala de urgencias porque no podían atender a más pacientes. Su director sanitario, Claudio Zanon, cuenta que en la primera ola podían mandar a enfermos a otras regiones menos afectadas, pero ahora ya no porque el virus es uniforme en el país. Pronto estarán obligados a decidir a quién intubar. “Estamos en la misma situación que en la primavera. La diferencia es que entonces recibimos una gran ola de pacientes de golpe y ahora el crecimiento es más progresivo, pero es igual de dramático”, lamenta.
En todos lados hay problemas. En Monza han pedido la intervención del ejército. En el hospital San Luigi, cerca de Turín, más de la mitad de las camas están ocupadas por pacientes de coronavirus. Han tenido que colocar a pacientes dentro de la iglesia del centro sanitario. En Latina, en las afueras de Roma, también han retirado los bancos de la capilla para hacer espacio para los enfermos de Covid-19. En Nápoles hay pacientes que están siendo tratados con oxígeno en sus propios coches mientras esperan a ser atendidos. “Si seguimos así no aguantamos ni una semana”, ha advertido el jefe de urgencias del hospital Humanitas, en Milán, Antonio Voza.
El Gobierno de Giuseppe Conte ha superado sus reticencias a medidas más estrictas y ha dividido al país en tres áreas, dependiendo de la gravedad del virus en las regiones. Cuatro de ellas, entre ellas Lombardía, se encuentran en la llamada zona roja, es decir, confinadas. En teoría, en Milán los ciudadanos solamente pueden salir de casa para ir a trabajar, en caso de urgencia o para llevar a los niños al colegio. Esta semana también han limitado los movimientos de la Toscana, los Abruzos o Liguria, entre otras zonas. No se excluye un nuevo confinamiento ligero a nivel nacional en los próximos días.
El vídeo del hombre fallecido en un lavabo de un hospital de Nápoles refleja la situación crítica que viven las regiones del sur de Italia, que salió indemne de la primera ola de la pandemia pero ahora ve cómo el virus se propaga con velocidad. “Las imágenes son chocantes. La situación en Nápoles y en muchas áreas de la Campania está fuera de control”, ha dicho el ministro de Exteriores, Luigi di Maio, proveniente de esta región.
Faltan médicos y camas
Pero no solo es Nápoles. El alcalde de Palermo, Leoluca Orlando, cree que Sicilia se enfrenta a una “masacre inevitable”. En Calabria, la región más pobre del país, hace más de diez años que la sanidad está intervenida por el Gobierno central, y el comisario que la gestionaba tuvo que dimitir porque se enteró en una entrevista de televisión que era él el responsable de llevar a cabo un plan para aumentar los puestos en la UCI. Con poco más de 300 hospitalizados, es una de las regiones con menos casos de Covid-19 pero está dentro de las áreas confinadas a causa de sus deficientes estructuras. “Calabria es el emblema de las desigualdades en Italia, de cómo en el Véneto hay una sanidad organizada y allí [en el sur] es frágil, a causa de una malísima gestión económica y de la infiltración mafiosa”, denuncia el presidente de la Orden de Médicos, Filippo Anelli.
En la primera ola de la pandemia los italianos acataron el cierre de forma modélica. Ahora el cansancio y la frustración es mucho mayor. En la calle se ha impuesto la idea de que el virus es menos letal y todavía se ven aglomeraciones. Los médicos también están cansados. “Tiramos adelante pero no hay esa fuerza que nos ayudaba a estar más motivados en primavera”, admite Zanon.