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A los 15 años, Nadia se sentía atrapada y controlada. Las presiones del entrenamiento, la atención de los medios internacionales y la participación del gobierno en su vida la estaban afectando, y eso, sumado a su etapa de adolescente, la hacían sentir que ya no podía soportarlo más. En un acto de desesperación, intentó quitarse la vida, pero afortunadamente, el intento fue inútil. Después del evento traumático, los funcionarios rumanos una vez más la asignaron a Bela para su entrenamiento, y se restableció un mínimo de normalidad.