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En la segunda mitad de los ochenta la televisión fue conquistada por un alienígena llamado Alf, el protagonista de una de las sitcoms más populares de la década. A lo largo de cuatro temporadas y en tono de comedia, la serie se detuvo en los avatares del extraterrestre llegado de Melmac que se convirtió en un miembro más de la familia Tanner.

Pero detrás de esa popular ficción, se escondió una historia de celos profesionales que puso en el eje de la disputa al peludo personaje de voz ronca y peculiares hábitos alimenticios.

Paul Fusco, el padre de Alf

Paul Fusco junto a su creación más importante

Desde su juventud, Paul Fusco era un enamorado de las marionetas. El joven estudiante de cine encontraba en los espectáculos de títeres su mayor interés y no tardó en sumergirse en ese mundo y estudiar para ser titiritero y ventrílocuo. En 1984, jugando con viejos muñecos, Fusco diseñó a una criatura de nariz prominente, que utilizó para molestar a muchos de sus compañeros e incluso para asustar a sus familiares. Tanto tiempo pasaba con ese muñeco, que pronto comenzó a fantasear con la posibilidad de un show centrado en ese personaje.

Por esos días Fusco conoció a Tom Patchett, un guionista que escribía para El show de los Muppets, y entre los dos nació la idea de Alf. Confiados en las posibilidades de su proyecto, Fusco y Patchett se reunieron con Brandon Tartikoff, presidente de la NBC, y le hablaron sobre una sitcom protagonizada por un extraterrestre que llegaba accidentalmente a la casa de una típica familia norteamericana. Tartikoff compró con entusiasmo la idea, y sin demasiados problemas la comedia se puso en marcha. De ese modo, en septiembre de 1986 se emitió en los Estados Unidos el primer episodio de Alf y, aunque todos confiaban que el show sería un éxito instantáneo, el resultado estuvo muy lejos de las expectativas.

Salvado por el merchandising

NBC preparaba el aterrizaje de Alf como uno de sus mayores eventos televisivos, pero el rating dejaba en claro que estaban ante un fracaso. El periodismo tampoco tuvo escrúpulos, como deja en claro la lapidaria crítica de la revista People: "En esta versión pobre de E.T., una marioneta alienígena se estrella contra el garaje de un nerd de los suburbios y se muda con su familia. Es una idea tierna, pero la verdad es que ya se hizo bastante. Mi marciano favorito presentaba a un alien más encantador; Mr. Ed tenía un caballo más ingenioso, y la rana René es una marioneta más adorable. Lo único que me gustó de Alf es su hábito de comer gatos, y si no fuera por eso, este sería un bicho peludo más".

El rating de la primera temporada era demasiado bajo, motivo que llevó a la NBC a pensar en cancelar la sitcom. Pero no pudieron hacerlo debido a las licencias que el canal había vendido a distintos sectores para que la cara de Alf estuviera en juguetes, libros y hasta una línea de cereales. Por ese motivo, NBC contractualmente no podía levantar el programa, ya que eso significaría quitarle respaldo a las empresas que ya habían pagado por los derechos de un personaje que protagonizaba una sitcom en horario central. De ese modo, Alf siguió adelante a la espera del milagro que, como es sabido, finalmente sucedió.

La permanencia al aire paulatinamente significó la llegada de los fans, que como sospechaban inicialmente los productores, estaba compuesto principalmente por niños. Frente a una audiencia que de a poco crecía, una de las pocas observaciones que le hicieron a Fusco fue que intentara hacer un humor más familiar. Al guionista no terminaba de entusiasmarlo ese pedido porque él insistía con que Alf era un adulto y debía comportarse como tal, pero debió ceder ante las exigencias. Fue así como el melmaciano dejó de tomar cerveza (un hábito recurrente en los primeros episodios) e incluso los chistes sobre comerse a Suertudo, el gato de los Tanner, empezaron a desaparecer. Bajo esa fórmula, Alf triunfó y cuando su segunda temporada se estrenó en septiembre de 1987, se ubicó como la décima serie más vista en los Estados Unidos. Sin embargo, la casa de los Tanner estaba muy lejos de ser ese lugar feliz que mostraba la historia, y las tensiones entre los miembros del elenco y Alf pronto aparecieron.

Una bomba de tiempo en forma de peluche

Filmar Alf era un verdadero dolor de cabeza por todo lo que implicaba poner en movimiento a la marioneta. Fusco controlaba la mayoría de sus movimientos y le prestaba la voz, mientras una segunda marionetista (Lisa Buckley) controlaba las manos, al tiempo que una tercera persona (Bob Fappiano), a través de radio control coordinaba las expresiones faciales. Para esconder a los profesionales, el set de la casa de los Tanner tenía numerosas puertas trampa para que ellos pudieran ponerse por debajo del escenario (y cuya ubicación los actores debían recordar con el fin de evitar accidentes). Cuando era necesario que Alf se viera de cuerpo entero, sus movimientos eran visiblemente distintos porque en esos casos un actor húngaro llamado Mihaly "Michu" Meszaros, de 84 centímetros, utilizaba un disfraz del extraterrestre.

Debido a esa logística es que Alf era uno de los shows más caros de la NBC. La actriz Anne Schedeen, que interpretaba a Kate, recuerda así los rodajes: "Nadie se divertía en el set de filmación. Técnicamente era todo una pesadilla, todo se hacía de manera muy lenta y tediosa. Y si te tocaba una escena con Alf, podías tardar siglos. Un show de treinta minutos necesitaba una filmación de unas 25 horas".

Sobre los agotadores rodajes, Paul Fusco expresó: "No había forma de que pudiéramos hacerlo todo más rápido. Creo que era muy frustrante que tardáramos tanto en filmar, pero a la gente se le pagaba para que hicieran este trabajo". Fusco se refería de esa forma a las constantes fricciones que inundaban las grabaciones y que en su gran mayoría tenían que ver con Max Wright, el actor que interpretaba a Willie Tanner.

Había una sentimiento alrededor del programa y era que los actores eran secundarios de una marioneta que se quedaba con los mejores chistes y todo el protagonismo. Los rumores sobre discusiones son variados y con los años tanto Wright como su compañera Schedeen confirmaron que las largas jornadas de filmación alrededor del títere tensaban el clima de trabajo.

Sobre la relación del títere con el actor que componía a Willie, Fusco confesó: "Max tenía el trabajo más difícil de todos, que era el de interpretar a un cuarentón serio ante un personaje como Alf, sin embargo la química entre ambos era innegable". Y si bien el ida y vuelta entre Willie y el melmaciano era uno de los mayores atractivos de la trama, el actor odiaba a su compañero al punto que, según aseguran algunas versiones, un día especialmente agotador llegó a revolear a Alf al grito de "¡¿por qué no nos ponen cuerdas a todos, si no somos más que marionetas?!".

La efervescencia del público con Alf duró poco. Para la tercera temporada, el show pasó del décimo lugar al décimo quinto entre los más vistos y en la cuarta temporada se desplomó al puesto número 39. A la NBC no le tembló el pulso y canceló una sitcom que poco tiempo atrás, había sido de sus productos más populares. Cuando la serie fue levantada, Andrea Elson, que interpretó a Lynn, solo expresó: "Si Alf hubiera durado un año más, nos hubiésemos vuelto locos".

Alf y Willie, reconciliados

El clima de hastío duró hasta el último minuto de rodaje. La sensación era que nadie quería seguir trabajando alrededor de la marioneta, Alf le había agotado la paciencia a todas sus estrellas. Según rememora Anne Schedeen, el final fue amargo: "Recuerdo que hicimos una sola toma del último plano. Max Wright se retiró del set, se fue a su camerino, agarró sus cosas, se subió a su auto y se fue. Nadie se despidió de nadie".

El único que quería seguir adelante era Paul Fusco, el gran artífice del show. Como recurso para evitar la cancelación, cerró el último capítulo de la cuarta temporada con un enorme cliffhanger en el que Alf estaba a punto de ser capturado por los militares. A pesar de eso la quinta temporada jamás llegó. Una suerte de continuación se estrenó en 1996, bajo el nombre Projecto Alf, pero su falta de lazos con la serie original llevó a los fans a ignorarla por completo. Años más tarde, Brandon Tartikoff no dudó en considerar el cierre de Alf como uno de sus mayores traspiés al frente la NBC: "Fue un gran error cancelarla de manera tan prematura porque el programa francamente tenía una o dos temporadas más por delante".

Luego de su cancelación en 1990, Alf apareció como invitado en ciclos de entretenimientos, tuvo una ficción animada breve pero muy lograda, y al día de hoy Paul Fusco sigue luchando por un reboot que de momento se encuentra cancelado por Warner Bros., los actuales dueños de la licencia.

Quizá la palabra de mayor emoción con respeto a qué quedó de Alf sea la del propio Max Wright, el hombre que más padeció trabajar en ese programa. Cuando la salud se puso en su contra, y antes de morir en 2019, Wright varias veces comentó que su satisfacción era recordar las cartas de los fans y cómo esa sitcom le dio tanta felicidad a tanta gente: "Ya no importa lo que yo sentía o lo que pasaba en esos días. Alf llevó mucha alegría y felicidad, y el público lo adoró".

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