Para el Royal Statistical Society, organización británica que analiza estadísticas mundiales, la cifra que define la esencia de la última década tiene que ver con la selva amazónica y los más de 38 millones de kilómetros que fueron deforestados a lo largo de 10 años.
La organización basó su decisión en la información registrada por el monitoreo de la deforestación del Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil.
Consecuencias a nivel ambiental, económico y social
Cerca de 30 millones de personas viven en la selva amazónica. Sus ingresos económicos dependen principalmente de la tierra para sobrevivir. Según una encuesta realizada por Ipsos- Napoleón Franco, en 2012, la mayoría de habitantes del Caquetá, Guaviare, Putumayo, Amazonas, Guainía y Vaupés coincidieron en la idea de que actividades extractivistas de hidrocarburos o minerales afectan fundamentalmente el suelo que ellos necesitan para ejercer trabajos de ganadería, agricultura y caza, necesarios para la economía de la región.
De igual forma, la Royal Statistical Society señaló que el agua es un elemento de la selva necesario para todo el planeta, pues una quinta parte del agua dulce del mundo se encuentra en la cuenca del Amazonas. Sin embargo, las sequías más altas en el Brasil se registraron en esta década. Durante estos episodios, algunos agricultores de Sao Paulo perdieron más de un tercio de sus cultivos debido a la escasez de fuentes hídricas. El gobierno de ese país prometió a la industria del café casi $ 300 millones para ayudar con sus pérdidas.
Otro de los elementos que hacen de este lugar uno de los más importantes medioambientalmente es la absorción del carbono. La selva amazónica es responsable de almacenar más de 180 mil millones de toneladas de carbono. Cuando los árboles se talan o se queman ese carbono se libera nuevamente en la atmófera. Los estudios muestran que el costo social de las emisiones de carbono es de aproximadamente $417 dólares por tonelada.
Aunque algunos argumentan que la deforestación también ha generado ganancias significativas, como el presidente de Brasil Jair Bolsonaro, que llegó a decir que salvar el Amazonas es un impedimento para el crecimiento económico, lo cierto es que el impacto ambiental por esa explotación ya se está viendo. “En este momento, se está perdiendo cada tres minutos lo que equivale a tres campos de fútbol de la selva amazónica”, concluyó Liberty Vittert profesora de la Universidad de Washington en St. Louis.
Fuente: Diario El Espectador