ASESINATO
Su vida dio un giro cuando fue acusado del brutal asesinato de su exesposa, Nicole Brown, y un amigo de ella, Ronald Goldman.
Un brutal doble asesinato
Todo empezó en la noche del domingo 12 de junio de 1994 cuando la policía encontró los cadáveres de Nicole Brown y Ronald Goldman en la residencia del barrio de Brentwood de Los Ángeles en el que vivía la exesposa de O.J. Simpson.
Las víctimas habían sido acuchilladas y degolladas mientras en el interior de la vivienda dormían los dos hijos de 9 y 6 años de Brown y Simpson, quienes se habían divorciado en 1992.
Con el paso de las horas y en base a las pruebas que se encontraron en la escena del crimen y en casa de Simpson -entre ellas los famosos guantes ensangrentados que serían clave en la absolución del exdeportista- las autoridades concluyeron que este había estado involucrado en el crimen.
Cuatro días después de los asesinatos y tras haber interrogado al sospechoso exhaustivamente, la policía de Los Ángeles comunicó a los abogados de Simpson que iban a presentar cargos en contra de su cliente, acordando que este se entregara en la mañana del 17 de junio.
Cuando las autoridades se personaron en la casa en la que Simpson se había refugiado de la presión mediática, el exdeportista -quien de ser declarado culpable podía enfrentarse a la pena de muerte- no pudo ser encontrado.
El abogado de Simpson, Robert Shapiro, les dijo a los agentes que su cliente había desaparecido alrededor de mediodía y que la última vez que había sido visto estaba en compañía de su amigo y excompañero de equipo Al Cowlings.
Fue entonces cuando las autoridades realizaron una dramática rueda de prensa en la que anunciaron que Simpson se había convertido en fugitivo y solicitaron la ayuda del público para que pudiera ser capturado.
Robert Shapiro también compareció ante los medios para pedirle a su cliente que se entregara "por el bien de su familia y de sus hijos".
Robert Kardashian -padre de la estrella de la telerrealidad Kim Kardashian y amigo personal de Simpson- leyó ante la prensa una de las tres cartas que el exdeportista había dejado antes de desaparecer en la que negaba estar involucrado en el asesinato y parecía indicar que tenía intención de quitarse la vida.
"No sientan lástima por mí. He tenido una gran vida, grandes amigos. Por favor, piensen en el verdadero O.J. y no en esta persona perdida", decía Simpson en la misiva.