Desde la eliminatoria anterior a Rusia 2018 las limitaciones se han extendido y lo peor aún no se vislumbra nadie de peso.
Una representación nacional sin definidores de raza o número 9 siempre estará diezmada, porque debe redondear su cuota de gol.
Es llamativo cómo se extinguieron los goleadores, si todos los equipos nacionales tenían, pese a que fueran a diferente escala.
Hoy aún destacan los más veteranos como Álvaro Saborío y Yendrick Ruiz en nuestro flojo campeonato, pero los jóvenes no son fuertes. Por allí está Jonathan Moya muy lento y un Felicio Brown en Polonia que tampoco nos dio resultados.
De los jóvenes : Andy Reyes está perdido en la intrascendencia en Cartaginés, Orlando Sinclair es muy desacertado en la definición, Josimar Méndez tiene una cuota muy baja, Bryan Rojas por su movilidad prometía, pero las lesiones lo han golpeado.
Anthony Contreras es muy participativo, pero su volumen de goles en jugadas aún es corto.
Manfred Ugalde en el Twente es un artillero en formación, más con pinta de alternativa por su tamaño y certeza frente al marco, no un goleador de época.
Sin goles no hay puntos ni victorias, tampoco trascendencia.
Estoy cansado de escuchar lo mismo todos estos años de los técnicos, que no hay, no aparecen. Y mientras esto sigue pasando somos más débiles y menos competitivos.
Al país futbolístico le urgen los 9 rápidos, fuertes, certeros ante el marco, sin ellos en la punta del ataque estamos muy debilitados. Y hoy es el dolor de cabeza de todos y principalmente del técnico Luis Fernando Suárez.
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