Este sábado Naomi Osaka dio otro paso para seguir armando una carrera que, por lo visto hasta ahora, puede que termine en leyenda los próximos años. La japonesa conquistó su segundo Abierto de Australia, su cuarto Grand Slam, luego de superar a Jennifer Grady en una hora y 17 minutos de juego.
Osaka, que como contra Serena Williams en semifinales tuvo uno momentos dubitativos, logró recomponerse y se impuso con parciales de 6-4 y 6-3 para levantar de nuevo el trofeo en Melbourne como lo había hecho en 2019 cuando superó a Petra Kvitova.
La japonesa, de 23 años, solo tuvo resistencia en el primer parcial y desde ese momento empezó a dominar con su derecha y con los primeros saques para no darle oportunidad a una rival que de a poco fue perdiendo la confianza cuando notó que por más que acelerara la pelota siempre retornaba.
De hecho, Osaka tuvo saques tan importantes y potentes (200 km/h) que la norteamericana no le pudo quebrar y cada vez devolvió más atrás de la línea de base por lo que tener el control fue complicado.
Festejo para la tenista multirracial (padre haitiano y madre japonesa) que sigue demostrando que su tenis no tiene barreras. Ya tiene dos Abiertos de Australia y dos US Open. Ahora su objetivo será triunfar en los más tradicionales: Roland Garros y Wimbledon. Y sí que tiene tenis para hacerlo.
