Un gran campeón siempre tiene una historia que combina la dedicación, fuerza de voluntad y superación. No fue diferente con el brasileño Thiago Braz da Silva, de 22 años, que tuvo una actuación soñada en Río 2016, donde se quedó con el oro en garrocha luego de vencer al favorito francés Renaud Lavillenie y establecer un nuevo registro olímpico con una altura de 6,03 metros.
Su vida no ha sido nada fácil. El joven fue criado por sus abuelos luego que su mamá lo abandonara. "Todas las cualidades y valores que tengo hoy vienen de la educación que recibí de ellos, que fueron mis padres en realidad", contó a Globo.
"Mis padres peleaban mucho, en realidad no conozco la historia completa. Eran muy jóvenes. Yo vivía con mis abuelos (Maria do Carmo y Orlando) y también tenía el apoyo de mi tío, Fabiano, ex atleta. En tiempos de problemas, mi padre no estuvo presente, pero mi abuela me abrazó y me enseñó a perdonar. Ellos son seres humanos y merecen mi perdón", agregó.
Los mismos abuelos cuentan que el niño esperó por días a que su mamá volviera con la mochila puesta. Ella nunca regresó.
Nacido en Marilia (SP), la misma ciudad del primer medallista olímpico de natación brasileña, Tetsuo Okamoto, Thiago empezó a saltar a los 14 años en los Juegos Panamericanos de Río (2007). Llenó los ojos de los entrenadores y otros atletas y tuvo un aumento en proporción a la velocidad con la que el atleta Usain Bolt cruza una pista.
Pese a su juventud, Thiago ya lleva dos años casado con una mujer que también ama la altura. Se trata de la atleta brasileña Ana Paula Oliveira, que también representa a Brasil en salto alto, aunque no clasificó para Río 2016.
Desde 2014, Da Silva vive en Fórmia, Italia, donde es entrenado por el ucraniano Vitaly Petrov. Su técnico fue el mentor de dos estrellas totales de la garrocha: Sergey Bubka y Yelena Isinbayeva.
Como dato, el entrenamiento, su estadía y el sueldo de Thiago son financiados por el Comité Olímpico de Brasil (COB).