Fue uno de los accidentes más aterradores de la temporada en la IndyCar. El auto del australiano Ryan Briscoe salió volando por los aires, por encima del césped, cuando circulaba a más de 320 kilómetros por hora en la última vuelta de las 500 millas de Fontana (California), al chocar con el monoplaza de Ryan Hunter-Reay.
La bandera a cuadros empezaba a ondear en la línea de meta cuando el colombiano Juan Pablo Montoya, expiloto de Williams y McLaren en la F1, abandonó el interior de la pista -la zona más cercana al césped- para situarse en el carril central. "No me esperaba que llegara Montoya", explicó Hunter-Reay. "Estaba empezando a posicionarme para entrar en la curva 1 y Montoya vino desde la izquierda y me cortó el paso."
El corredor del equipo Andretti Autosport tuvo que clavar los frenos y dar un volantazo para evitar a Montoya que acabó siendo fatal para sus aspiraciones y las de Briscoe (Schmidt Peterson Motorsports), quien estaba circulando tan solo unos metros por detrás, en la zona interior de la pista, esperando su oportunidad para ganar la lucha por la quinta posición.
El auto amarillo del equipo Andretti se enganchó con la rueda delantera del monoplaza dorado de Ryan Briscoe. En un abrir y cerrar de ojos, ambos estaban fuera de pista, uno daba vueltas sobre si mismo en la hierba y el otro hacía descontroladas piruetas y vueltas de campana por el aire.
El vehículo de Schmidt Peterson chocó violentamente contra el suelo. Estaba completamente destrozado, había perdido la mitad de sus ruedas y estaba lleno de tierra y césped. Su conductor, milagrosamente, estaba en perfecto estado. Todo pasó tan rápido que Briscoe pareció ni inmutarse.
"Es duro, era una carrera muy cerrada", dijo Hunter-Reay. "Fue una locura. Me estaban empujado hacia abajo y apareció Montoya. Me alegro de que Briscoe esté bien. Fue desagradable lo que ocurrió ahí, pero podría haber ido mucho peor", se defendió el piloto de Dallas.
Ryan Briscoe se tomó el incidente con calma. "Lo primero que hice fue llamar a mi esposa para decirle que estaba bien", explicó ya fuera del coche y de la pista y con una sonrisa. "Ella estaba más angustiada que cualquiera de nosotros." Y no mentía.
