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Segunda fecha y nueva goleada del París Saint-Germain. El campeón del fútbol francés superó en casa 5-2 al Montpellier. Keylor Navas, portero del conjunto local, una vez más fue suplente. 

Kylian Mbappé volvió a competir oficialmente y no solo falló un penalti que le paró Omlin, sino que se mostró bastante insatisfecho a pesar de acabar marcando un gol. Neymar brilló con un doblete. 

Las acciones 

El PSG dio continuidad a su gran arranque de temporada en la segunda jornada de la Ligue 1. Los de Christophe Galtier se alzaron con la Supercopa de Francia para iniciar el curso y apalizaron al Clermont en su estreno liguero. En su primera vez en casa con el Montpellier como rival, se impusieron con tres tantos de diferencia en el día en el que el gran aliciente era la vuelta de Kylian Mbappé.

La gran estrella del proyecto ganador del Parque de los Príncipes no acabó especialmente contenta a pesar de que anotó un gol. Quizás estaba enfadado consigo mismo, pero también lo estuvo con el resto. El error que le amargó desde pronto estuvo en un disparo de penalti que Omlin, gran héroe de la primera mitad, le detuvo con una mano providencial hacia su izquierda, la derecha del '7'.

El disparo desde los once metros tuvo lugar porque Ferri, en una disputa por la pelota en el área con Nuno Mendes, desplazó la pelota con el brazo sin querer. Hubo revisión del VAR y 'sprint' del colegiado, Willy Delajod, hacia el monitor para ver una repetición que le sacara de dudas. En todo caso, este fue el origen del malestar de Mbappé.

Poco antes del descanso, de hecho, expresó claramente este descontento cuando nadie le pasó la pelota. En un ataque que terminó con un chut cruzado de Achraf afuera, hizo aspavientos para que le vieran y, como no ocurrió, acabó caminando y desentendiéndose del balón. Además, tan solo dos minutos antes, su compañero y amigo Neymar sí había conseguido marcar de penalti.

La pena máxima de la que dispuso el brasileño también nació de una mano. En esta, Sacko rozó el cuero en su área cuando defendía un control de pelota de Messi, que había elevado la pelota para hacerse espacio a un lado. No era la única mala acción que había llevado a cabo el defensa con el dorsal 77, que también se anotó un autogol, el primero del partido.

En aquella jugada, Mbappé había tirado con la mirilla torcida al palo largo de Omlin con la fortuna de que el zaguero recondujo la pelota a las redes de su compañero. Ni esta situación ni el gol que marcó después terminaron de satisfacerle en un día de extrañeza para él ya fuera porque no se encontraba a sí mismo o porque pensaba que no le encontraban los demás.

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El partido tuvo varios prismas, varios niveles de protagonismo, y Neymar fue quien acaparó los focos. Pudo marcar tres goles, aunque fueron dos al final porque el tercero, que había labrado gracias a una asistencia genial de Messi, lo anuló el árbitro por fuera de juego. Antes, ya le había dado tiempo a celebrar dos dianas.

La primera, ya referida previamente, la anotó con uno de esos lanzamientos de penalti con 'paradinha' que le caracterizan. Engañó a Omlin y, menos de diez minutos más tarde, le superó de nuevo, pero, esta vez, rematando de cabeza un pase de Achraf que había desviado un zaguero para ponérselo un poco más difícil.

Ni Messi ni Omlin destacarán mucho a ojos de la hoja de estadísticas del encuentro. No es necesario. Los dos fueron parte clave de los mejores momentos del encuentro, tanto cuando parecía que el Montpellier iba a poder plantar cara al PSG gracias a un guardameta salvador como cuando el '30' hacía del '10' que le corresponde para llevar la batuta de los suyos.

El cancerbero no solo le detuvo un penalti a Mbappé. También sacó un disparo de falta de Leo de los que siempre han acabado en el fondo de las mallas. Su palomita, sensacional, precedió a otras intervenciones más que hicieron de tapón ante lo que iba a ocurrir inevitablemente: que los de Galtier se llevaran el gato al agua.

Messi, que habría merecido de sobra contar esa asistencia que el fuera de juego le negó cuando encontró a 'Ney' acomodando con el interior de la zurda un balón bombeado a la frontal, fue la vértebra de su equipo. Siempre presente en la zona de tres cuartos, trazó los cómos y porqués de la superioridad local.

Sergio Ramos y la insistencia de los visitantes quizá son otros de esos protagonistas que vivieron en un tercer plano. El ex del Real Madrid estuvo correcto atrás y muy tenaz intentando rematar algún saque de esquina. La garra del Montpellier valió por dos goles, uno de Khazri en un doble remate ante Donnarumma en el área y otro de Tchato prácticamente sobre la bocina. Resolvió a las mil maravillas una contra veloz.

Terminar así restó un poco de lujo a una nueva victoria contundente del PSG, en el que también se estrenó como goleador Renato Sanches al minuto de entrar al campo prácticamente. Deberes cumplidos, buen sabor de boca y una ligera preocupación: es imperioso que Mbappé vuelva a sentirse a gusto en su próxima actuación.

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