Este sábado el Diario AS de España publicó la tercera parte de una serie de notas que narran la gran carrera del portero costarricense quien llegó al Real Madrid procedente del Levante tras una temporada memorable con el Levante y la Selección de Costa Rica.
Precisamente en nota del día de hoy se enfoca en el año 2014, sin duda muy especial para Keylor ya que fue papá, nombrado mejor portero de la Liga, revelación en el Mundial y contratado por el Madrid.
Keylor Navas (III): 2014, el año que Keylor nunca olvidará
Sus mágicas apariciones en la Europa League y en aquel tramo final de la campaña 2012-13 en la que acabó de titular con el Levante no fueron más que un anticipo de lo que estaba por llegar. En sus círculos más cercanos no había ninguna duda de que la temporada 2013-14 iba a ser la de su explosión definitiva. Tanto en Costa Rica como en Orriols se sumaban a estos presagios. Lo tenía todo para que Navas se pusiera en primera fila del escaparate futbolístico mundial: en el Levante, por fin, iba a gozar de la confianza suficiente para sentirse importante y con el Mundial de Brasil en el horizonte, donde las expectativas de Costa Rica en su estreno habían desatado la locura en el país.
La llegada de Caparrós al club granota terminó de arreglarlo. Con él siempre va un entrenador de porteros considerado de los mejores de España, si no el mejor: Luis Llopis. En la cantera blanca le conocen bien tras su paso por allí. Su metodología ha resultado determinante para que Keylor haya pegado el estirón definitivo. A las grandes condiciones que ya traía de casa había que ponerles el toque justo de perfección que Llopis supo administrar. Puede estar bien orgulloso Caparrós de ver los logros de su chico, acostumbrado a trabajar antes con otros porteros como Diego López, Adán o Kiko Casilla.
Comenzó la Liga titubeante para un Levante que se dio cuenta muy pronto de que esta vez la estrella estaba en el otro lado del campo. En campañas anteriores, los Caicedo, Kone o Martins habían acaparado todos los focos con sus goles decisivos. Y ahora eran las paradas de su portero las que daban puntos y más puntos en busca del tradicional objetivo granota de la permanencia. Se acordarán mucho de él en Vallecas, Almería o Pamplona cuando en las primeras jornadas del campeonato se erigió en salvador de los suyos en los momentos más complicados. El nombre de Keylor en los titulares de las crónicas empezaba a ser la tónica habitual.
Entre parada y parada, en Orriols le ofrecían una renovación (acababa contrato en 2015) que no aceptó. Siendo una de las fichas más bajas del equipo tenía una cláusula, teóricamente, desorbitada: 10 millones de euros. Sólo teóricamente, ya que al final al Madrid no le ha costado mucho echar sus redes sobre él. El Levante le ofrecía algo más de dinero pero manteniendo la cláusula de la discordia, lo que terminó por romper las negociaciones. La cúpula levantinista se preparaba así para un acalorado verano de ofertas y rumores.
Clave. Tras su primera paternidad y amargar noches a Cristiano, Messi, Diego Costa o todo aquel que se ponía por delante, Keylor terminó la Liga con el objetivo cumplido y puso rumbo a Costa Rica, donde le esperaba por cumplir uno de sus sueños: el Mundial de Brasil. Se marchó de Valencia para no volver, sabiendo que su destino estaba lejos de allí aún sin conocerlo con exactitud. Sólo él podía haber imaginado un campeonato como el que se marcó. Terminó entre los tres mejores porteros del torneo, con actuaciones que dieron la vuelta al mundo ante Inglaterra, Italia, Holanda o la tanda de penaltis contra Grecia. Esto no hizo más que encender la luz de alarma en el Bernabéu: no se podía escapar el mejor portero de la Liga y una de las revelaciones del Mundial. Llega al Madrid para seguir haciendo historia. Pura vida