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El Real Madrid empezó bien el partido ante Nápoles, presionando arriba y dominando, con ocasiones incluso. En el minuto 8, sin embargo, se encontró con un gol de Insigne en contra. El Nápoles tomaba la delantera y todo eran borrones. El buen trabajo del equipo, si bien es cierto que en poco tiempo, se ensombrecía por una jugada fortuita, una pérdida de la defensa y, especialmente, un error del portero Keylor Navas.

Porque ese disparo, pocos lo dudan, era parable. Insigne tiró desde muy lejos, le quedaban aún metros para llegar al área. Ni siquiera fue un tiro especialmente fuerte o muy ajustado. Le valió con elegir el palo derecho, el que estaba más lejos del portero costaricense. Keylor hizo el resto, no fue capaz de reaccionar a tiempo y alcanzar un balón que para este nivel debería de haber sido atrapado.

 

Luego el Madrid remontó, convirtió el partido en una gran noche europea, de esas que gustan a la grada del Santiago Bernabéu. Ahora mismo es muy favorito para ganar la eliminatoria, aunque le queda por delante la siempre difícil visita a Nápoles. Todas las piezas funcionaron casi a la perfección, fue una noche más de demostración de que el Real Madrid puede parecer mediocre en los días de rutina, pero cuando la noche es grande, al menos esta temporada, siempre aparece. Casi todo bien, porque el portero falló, y su error pudo costarle caro al Madrid. Probablemente le costará caro a él mismo.

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Keylor Navas lleva tres temporadas en el Real Madrid y, en este tiempo, ha pasado prácticamente todos los estados de ánimo que puede tener un portero. Su primer año se vio relegado por Iker Casillas, en un año en el que aún se escuchaban las réplicas del terremoto del mourinhismo. Ya se había marchado el entrenador luso, y la decisión de Ancelotti era mantener en la puerta a la leyenda blanca. Al final de la temporada terminarían saliendo tanto el técnico como el guardameta: sin títulos no hay futuro en el Real Madrid.

Llegó el verano y Keylor era, en principio, el titular. Caído Iker Casillas, él era el portero con mayor predicamento en la plantilla. La gerencia, sin embargo, no terminaba de verlo. El verano fue un catarata de rumores con uno que sobresalía por encima de todos los demás: David de Gea sería el portero del Madrid. Joven, brillante, elegido mejor jugador del Manchester United la temporada anterior, era el perfil perfecto, según pensaban en el Real Madrid. Se llegó a dar por hecho, se dilató todo y, al final, sorpresa, no jugaría en el Real Madrid. La burocracia, la falta de decisión, un proceso complicado... Keylor Navas, que a punto estuvo de coger un vuelo a Mánchester, se quedaba definitivamente para ser titular en el Real Madrid.

Empezaron ahí los días buenos, la primera temporada de Navas con el Madrid es, a todas luces sensacional. Incluso cuando el equipo iba mal él siempre se mantenía entre los notables de la plantilla. El año empezó con problemas, tantos que Rafa Benítez terminó despedido en invierno y sustituido por Zidane. El francés tampoco tuvo dudas nunca de quién era su portero titular. Navas respondía con las mejores actuaciones posibles, la constatación de que era uno de los mejores porteros del mundo ¿quién se acuerda de De Gea? Nadie.

La operación del verano

Ganó la Liga de Campeones y, al terminar la temporada, pasó por el quirófano. Llevaba tiempo el costaricense con problemas en el pie, dolores que había tenido que gestionar para culminar bien una temporada de ensueño. El doctor Van Dijk le operó en Holanda, tenía varios meses de recuperación por delante y no podría empezar la temporada con normalidad. En todo caso, nadie dudaba de él como titular en el Real Madrid. Se lo había ganado con el año.

Las lesiones y la falta de pretemporada son un problema para un jugador, también para un portero. Tardó meses en volver, pero en la primera cita que estuvo disponible, contra el Borussia de Dortmund, lo hizo como titular. Zidane demostraba ahí su confianza en Navas, era, aún lo es hoy, su portero. Y siempre que ha sido preguntado ha respondido con rotundidad, solo hay un titular y todo el mundo lo sabe.

Lo que pasa es que el nivel de Keylor Navas no es el de el año anterior. La cantidad de paradas imposibles ha descendido y han aparecido por el camino una serie de errores que no se recordaban de él. Contra el Borussia en su vuelta, contra el Sevilla en la derrota que rompió la racha, contra el Nápoles esta misma semana. La seguridad que se espera de un portero en el Real Madrid está puesta en duda. Aún tiene buenos reflejos, contra Osasuna, esta misma semana, lo demostró sobradamente. El problema es que hay algunas carencias que habían desaparecido y ahora han vuelto. Sigue sin ser poderoso en el juego aéreo, lo que hace que la defensa se acule dentro del área pequeña en los balones colgados. Tampoco es un prodigio de colocación, un problema que lo salda con reflejos que, ahora aparecen menos.

El Real Madrid es una empresa de máxima exigencia. Un club en el que solo se admite la excelencia, figura central en el discurso y en el campo. La posición de portero es una de las más sensibles dentro del fútbol y a Keylor Navas, a pesar de tener en su carrera rachas magníficas, no se le termina de ver como ese gran guardameta para convertirse en un tótem del madridismo. Por eso, por los fallos y por la percepción que se tiene de él, empiezan a aparecer nombres. En este periódico se ha contado que uno de los porteros que más gustan es Thibaut Courtois. El belga es de una tipología completamente diferente a la de Navas, mucho más alto, un portero poderoso por arriba y de colocación perfecta. Está, además, encantado del rumor, pues desde que se fue del Atlético su idea es volver a Madrid, una ciudad en la que se siente feliz y en la que ha echado raíces.

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También suena David de Gea, que es un viejo sueño frustrado dentro del club. Aquel verano abrupto dejó mal sabor de boca. Es cierto, el año pasado el club blanco no oteó el mercado buscando recambio para Keylor, ese tiempo parecía quedar atrás. Ahora, sin embargo, cada fallo es un rumor. La trituradora del Real Madrid funciona así, cuando algo no funciona a la perfección em pieza a estar cuestionado. Le ha pasado a todos los jugadores en uno u otro momento. Más aún en la portería, aunque solo sea por la exclusividad de la posición.

Está en la mano de Navas poner difícil las cosas a los dirigentes. Ha demostrado en el pasado que se puede convertir en un héroe, y a ese nivel pocos se atreverían a dudar de él. La temporada, sin embargo, está sacando cartas en su contra. Empieza el runrún, algunas voces hablan incluso de la necesidad de que entre por él Kiko Casilla. Y, en el verano, cualquier cosa es posible para la casa blanca.

Fuente: El Confidencial

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