Mucha controversia existió en Brasil el verano pasado sobre la cantidad de dinero que se había invertido en la construcción de nuevos estadios, y la remodelación de otros, para el Mundial de 2014. Ahora las criticas son más fuertes luego de que se diera a conocer que el El estadio de Brasilia sirve de estacionamiento para autobuses.
Las protestas marcaron gran parte de la previa del torneo y se produjeron enfrentamientos diversos entre manifestantes y policía. Aunque finalmente el fútbol quedó por encima de los incidentes, o al menos eso pareció de cara al exterior.
Gran parte de la controversia estaba fundado en el dinero gastado en el los estadios, y menos de un año después del Mundial ya se empieza a evidenciar que alguna de las construcciones está infrautilizada.
Es el caso del Estadio Nacional de Brasilia Mané Garrincha. Construido en 1974, fue remodelado para el torneo de 2014. Se estima que el gasto final de la remodelación fue de 800 millones de euros. Cuando estaba presupuestado que costase un tercio de esa cantidad.
No hay en Brasilia ningún equipo con una masa social tan grande como para llenar un estadio de 72.000 espectadores. Y hasta que lleguen los Juegos Olímpicos de Río 2016, cuando se volverá a utilizar para algún partido de fútbol, se usará muy pocas veces.
Su último partido fue la disputa por el tercer y cuarto puesto entre Holanday Brasil, que terminó con una victoria por 0-3 para los neerlandeses.
Sin un futuro muy claro y con una gran cantidad de dinero invertido han decidido aprovechar las instalaciones para algo completamente diferente al fútbol. Ahora el exterior del Mane Garrincha es utilizado como aparcamiento para autobuses.
Aunque las autoridades aseguran que no se ha convertido en una estación de buses sí que reconocen que la usan par aparcar los autocares: "Sólo esperan allí su horario y salen. No hay un garaje, una estación o mecánicos. Se estacionan allí para ahorrar combustible y contaminar menos".
