Mago, futbolista y músico con una pelota.
Su enorme y carismática sonrisa le acompañó siempre en el terreno de juego. Y es que este mago del balón, era capaz de hacer reír a la pelota con cada uno de sus trucos, tan llenos de fantasía que parecían música de carnaval, es más, era un intérprete del balón tan excelso como Vinicius de Moraes con sus creaciones de Bossa Nova; porque Ronaldinho era capaz de hacer que el balón lo amara con cada toque, con cada finta, con cada remate lleno de alegría salido de sus pies hechos para el fútbol y para la samba o la capoeira de su natal Brasil.
Nacido en Porto Alegre en 1980, el pequeño Ronaldo de Assis Moreira recibió su primer balón al año de edad; desde entonces la alegría, el baile, la risa, la magia y la creatividad fueron una sola en una pelota en sus piernas. Como en la mayoría de los hogares brasileños, el fútbol era pan de cada día y su padre Joao fue quien le inculcó el amor por el fútbol, al igual que a su hermano mayor Roberto. Éste, precisamente cuando el pequeño Ronaldo empezó a deslumbrar con la pelota, se retiró de la práctica profesional para convertirse en el mánager de una estrella en ciernes: Ronaldinho.
Con 13 años metía 23 goles en un solo partido; a los 19 ya anotaba goles inolvidables con la selección absoluta de Brasil; a los 22 era una estrella mundial con el título en Corea/Japón 2002; a los 24 ya no había duda, ocuparía un lugar en el olimpo del fútbol para toda la eternidad.
Pero, mientras todo esto sucedía, él seguía haciendo lo mismo: riendo, disfrutando mientras hacía reír y disfrutar a sus compañeros y a los hinchas de cualquier equipo del mundo, porque el fútbol hecho arte se disfruta sin banderas ni colores.
Genio y figura en el Gremio de su ciudad, en el PSG francés, llegaría al Barcelona en donde sería consagrado como el mejor del planeta en el 2005. Su afición por la noche hizo que poco a poco fuera perdiendo su enfoque y mermando algunas de sus colosales habilidades, pasando de valer en el club azulgrana $103 millones a solo $2 millones en el Querétaro de la Liga MX en menos de diez años.
Su retiro en el 2018, se tardó un poco pues ya era una sombra del extraordinario futbolista que había sido y cuya imagen es la que predomina aún en la memoria de los aficionados.
Actualmente se dedica a realizar eventos deportivos en países donde la afición desea verlo mostrar destellos de su otrora inigualable calidad. Además, es embajador del Barcelona de España; ha ingresado al mercado de las criptomonedas y tiene una fortuna valorada en US$90 millones. Sin embargo, quedará en las memorias de la historia del fútbol por el trato que le daba al balón, el mismo que siempre le hizo caso, mientras disfrutaba y reía con él como dos amigos inseparables.
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