En Europa está acusado de traficar drogas y es padre de 50 hijos
Tiene pasado como ex guerrillero y roba bancos
Concacaf ''extremadamente preocupada'' por repartición de dinero del vicepresidente de Surinam al Olimpia y abre investigación
Ronnie Brunswijk, vicepresidente de Surinam de 60 años de edad, jugó como titular el partido de octavos de final de la Liga de Concacaf, entre el Inter Moengo y el Olimpia de Honduras.
Brunswijk es el propietario del equipo en el que participó.
Dicho personaje, quien fue acusado de narcotráfico y es considerado ex guerrillero, generó mucha polémica debido a un video en el que se aprecia cuando baja a los vestuarios del Olimpia y con una enorme sonrisa en el rostro regala billetes a los jugadores de la escuadra catracha.
El vicepresidente no podrá participar en el duelo de vuelta de la competencia regional, debido a que su nombre está en una lista de la Interpol, por lo que no puede abandonar Surinam.
En su trayectoria, Ronnie ha sido paracaidista de élite, jugador de fútbol, ladrón de bancos, líder guerrillero, magnate del oro y padre de al menos 50 hijos.
A su experiencia de vida ahora se le puede sumar que jugó un partido oficial de la Concacaf con el Inter de Moengo, que estuvo 54 minutos en el campo y la mayoría de sus pases fueron acertados, además de compartir el terreno de juego con su hijo Damian, quien apenas jugó 28 minutos y portó el número 10.
El vicepresidente es admirado en su nación, ya que ha prometido repartir las riquezas de manera equitativa, después del descubrimiento de pozos petroleros.
Brunswijk es hijo de campesinos y forma parte de una familia de 10 hermanos, inició su trayectoria en el ejército de su país y después fue exiliado a Holanda.
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Todo un personaje
La madre de Ronnie Brunswijk, vicepresidente de Surinam, un pequeño país de Suramerica, asegura que a veces algunos jóvenes se acercan a ella y la abrazan llamándola abuela. Ella responde al abrazo porque sospecha que ese desconocido bien podía ser su nieto, aunque no sepa nada de él. Al fin, su hijo vicepresidente, pero también paracaidista de élite, ladrón de bancos en busca y captura, líder guerrillero, y ahora futbolista, es también padre de al menos 50 hijos, según The New York Times.
Ahora, a sus 60 años y 128 dias, jugó uno 58 minutos de un partido de la Concafaf (Confederación de Fútbol de la Asociación del Norte, Centroamérica y el Caribe), entre su equipo, el Inter Moengotapoe y el Olimpia de Honduras. No hubo color en el encuentro de ida de los octavos de final. Su equipo recibió seis goles y no metió ni uno. Él no pudo aportar mucho en el campo, tampoco es que tenga físico.
Es el jugador con más años que ha disputado un encuentro oficial de clubes. Tiene prohibido viajar a Honduras, así que no podrá disputar el encuentro de vuelta. Al final del encuentro, fue al vestuario del Olimpia y empezó a repartir dinero en efectivo ante la alegría de los jugadores, que querían darle un aplauso. No es la primera vez que reparte dinero. Ya lo hace cuando viaja en helicóptero y deja caer billetes desde el cielo.
Condenado por tráfico de drogas en Europa, es un héroe en su país. “Todo lo que tengo, se lo doy a la gente”, decía hace un año en una entrevista “Desde que era un niño, he querido ayudar a los demás. Ahora tengo la oportunidad de ayudar a todo el país”.
Su historia es la de un país pobre que ha encontrado yacimientos. Según el New York Times, nació en una familia de 10 hijos en una de las regiones más pobres de Surinam. La familia vivía sobre todo del arroz, la yuca y los plátanos que conseguían sacar de la tierra fina y arenosa. La carne ocasional provenía de los animales salvajes.
Recibió entrenamiento militar como paracaídista en Cuba. Después fue guardaespaldas del dictador Desiré Bouterse, con el que tuvo una gran relación que luego se rompió.
Entonces se dedicó a robar bancos para repartir el dinero entre los pobres. Le cogieron, huyó y se refugió en los Países Bajos. Cuando volvió, en 1986, formó una milicia con 1.200 hombres y empezó una guerra civil que duró 6 años. La guerra terminó en una democracia en la que él controla los principales resortes.
Según los Países Bajos y Francia Brunswijk financió su milicia con el contrabando de cocaína. Tiene dos condenas en Europa. Él asegura que el dinero le llegaba de la madera y las minas de oro.
Mezcla el poder de la fuerza con la generosidad populista y paga facturas médicas, funerales y casas. O coches nuevos para toda la plantilla del Inter Moengotapoe. O ha ayudado a refugiados a volver al hogar.
Fuente: ESPN - Diario La Razón Espana