Cuando el nombre de Adriano sondea por el fútbol todos los pensamientos van en una misma dirección. Aquél talentoso delantero brasileño del Inter. El que se apodaba El Emperador y estaba llamado a dominar el fútbol mundial. Pero no todas las historias tienen un camino feliz en el fútbol y este es el caso. Pese a su exitosa carrera en la élite, Adriano vio cómo su vida cambiaba en agosto de 2004 con el fallecimiento de su padre. Una carrera que apuntaba a lo más alto y acabó encontrándose con los inicios: las favelas de Brasil. En The Players Tribune contó su historia.
"Cuando pienso en crecer en la favela, en realidad pienso en lo mucho que nos divertimos. Pienso en volar cometas y patear una pelota de fútbol en el callejón. Niñez real". Pese que Adriano puso rumbo a Italia al poco de iniciar su carrera como profesional en Flamengo, El Emperador siempre llevó dentro el lugar del que procedía. La historia del brasileño es una de esas que mentalmente van cargadas de lo que es su lugar de nacimiento y la importancia de su familia, de divertirse con el fútbol por encima de lo que conlleva el éxito.
"Siempre había una pelota en mi pie. Fue puesta allí por Dios. Cuando tenía siete años, algunos miembros de mi familia juntaron su dinero para que yo pudiera jugar en la academia del Flamengo". En el Mengao El Emperador dio sus primeros pasos en el fútbol, cuando lo más importante era la pelota y su mayor preocupación mantenerla cerca de sus botas. Pese al largo camino que tenía que recorrer para poder llegar a la escuela de Flamengo, como explica Adriano, donde su abuela cobró un gran papel acompañándole para que pudiera comenzar el camino que le llevó a ser uno de los futbolistas más exitosos y cotizados en su momento.
Adriano no tardó en destacar y poner rumbo al país de la bota, Italia. El Inter fue rápido en hacerse con sus servicios. El contexto, totalmente distinto. De estar arropado por su familia y amigos a vivir con su abuela en Milán y que la prensa le abrumase. Adriano le debe mucho a su abuela, él mismo es consciente. "No teníamos mucho dinero, así que mi abuela solía preparar palomitas de maíz para que comiéramos algo...Cosas básicas. Lo que sea que pudieramos permitirnos. Pero a veces las cosas simples saben mejor, ¿verdad?".
Para Adriano el fútbol fue como una supervivencia. Y a ella se agarro con todo para alcanzar lo más alto en Europa. Esto le catapultó a la selección brasileña, donde tuvo un papel de gran importancia para que el combinado nacional obtuviera éxitos. La vida del Emperador no podía ir mejor. Respecto a su primera convocatoria, así la recordó: "Estaba tomando una siesta cuando hicieron el anuncio en la televisión. Mi madre entró gritando en la habitación...Tenía 18 años, viviendo en la favela. ¿Cómo puedes decir que no me tocó? Mi historia no tiene ningún sentido lógico, incluso para mi". La fe en Dios es una de las cosas a las que más se ha agarrado Adriano a lo largo de su vida, encontrando en él la explicación que a veces las demás cosas no tienen.
Pero de un momento a otro todo cambió. Teniendo una gran historia de amor con el Inter, el club que le vio crecer prácticamente, y tras disputar una final de Copa América de 2004 ante Argentina donde fue uno de los protagonistas para que se alzaran con el título, la historia de Adriano dio un giro de 180' y cambio radicalmente no solo para su presente, sino también para su futuro. Tras marcar siete goles, acabar el torneo y volver a Europa, en nueve días todo cambió para el Emperador.
"Nueve días después regresé a Europa con el Inter. Recibí una llamada de casa. Me dijeron que mi padre había muerto. Infarto de miocardio". Adriano no fue golpeado por el fútbol sino por la vida. La pérdida de su padre fue un punto de inflexión para todo lo que sucedió posteriormente. "A él le encantaba el juego, así que a mi me encantó. Así de sencillo. Fue mi destino. Cuando jugaba al fútbol, jugaba para mi familia. Cuando marcaba, marcaba para mi familia. Entonces, cuando murió mi padre, el fútbol nunca volvió a ser el mismo".
La historia de Adriano cambió. De cuidarse y ser uno de los futbolistas más destacados físicamente su cabeza se cerró en sí misma y comenzó a beber. Todo ello hizo que volviera a Brasil, con su familia, sus amigos...La gente que le quería. Adriano no necesitaba estar arropado del éxito del Inter sino del amor de los suyos, los que podían ayudarle a sobrellevar esta situación. Su motivación no volvió a ser la misma. No volvió a entrenar igual, y ninguna de las lesiones que tuvo le hizo tanto como la pérdida de su padre. "No todas las lesiones son físicas".
"Tengo un agujero en el tobillo y otro en el alma que me ha dejado el fútbol". Adriano volvió a probar suerte en el Inter cuando pensaba haberse recuperado, con José Mourinho al mando del conjunto neroazzurri. Pero la prensa y todo giraba en torno a él y lo sucedido. Las fotos que se filtraban, las historias que se decían de él tras su vuelta a Brasil..."Todo con Mou era...¿me vas a joder, verdad?".
Tras no conseguir recuperar su anterior versión, Adriano volvió a Brasil. Rompió con su carrera en Europa, la que parecía que le alzaría a la historia del fútbol y la que le ayudaría también a ser un nombre histórico en Brasil. Moratti, que se interesó por lo que podía ser una vuelta suya a Italia, no pudo hacer más que entregar a Adriano las llaves de su futuro para que se quedara en Sudamérica.
Destrozado por la muerte de su padre, Adriano probó suerte en Flamengo, Roma, Corinthians, Atlético Paranaense y Miami United posteriormente. Nunca volvió a ser el mismo. El Emperador no desapareció del fútbol, simplemente la llama que le unía a este deporte se apagó por no tener a su padre presente. "Tras fallecer mi padre, mi amor por el fútbol no volvió a ser el mismo".
Lo que no pudo hacer en su momento si pudo hacerlo posteriormente, que fue unirse de nuevo con sus familiares y amigos. Adriano volvió al lugar del que procedía para encontrar de nuevo todo aquello que le acercara a lo que había sido su padre. "Adriano no lleva corona. Adriano es el chico de los barrios marginales que fue tocado por Dios. Adriano no desapareció en las favelas. Simplemente se fue a casa".