Buscar en Google:

Chelsea vence 2-1 al Palmeiras y conquista el Mundial de Clubes

Imagen

El Chelsea se coronó como campeón del Mundial de Clubes por primera vez en su historia al derrotar a Palmeiras en un encuentro muy disputado que resolvió Kai Havertz, de penalti, en la segunda mitad de la prórroga. 

Los 'blues' dominaron en líneas generales, pero tuvieron que trabajar mucho por el triunfo ante un 'Verdao' aguerrido.

La sensación en líneas generales, eso sí, fue de dominio por parte del Chelsea. La propuesta brasileña, basada en morder a la contra, hizo mucho daño a los londinenses, pero tan solo en la primera parte, cuando el técnico de Stamford Bridge aún estudiaba el saber hacer de sus rivales para ordenar cambios tácticos que se supieron fundamentales para la victoria.

Los ingleses, en un principio, se obcecaron en imprimir un gobierno denso de la posesión de pelota del que no fructificaban muchas llegadas de peligro. El 'Verdao', con menos calidad individual, afrontó sin complejos esta realidad blindándose atrás y tratando de poner a prueba desde lejos a Édouard Mendy en cuanto podía.

  

Rodear a Lukaku fue una de las claves. El belga no estuvo cómodo prácticamente en ningún momento y tan solo más adelante, cuando las piernas ya rezumaban cansancio, gozó de los espacios necesarios para ver puerta en un desajuste doble de la defensa. En todo caso, la diana cayó como la consecuencia de un periodo de lúcida superioridad del Chelsea.

Y es que esos problemas que sufrían los 'blues' en la primera mitad remitieron con el correr del cronómetro hasta frustrar, y mucho, a Palmeiras, que se veía inferior y que no llegaba con claridad. En este contexto; más en concreto, en el minuto 55, Lukaku apareció en el área para rematar, con la frente, un centro preciso de Hudson-Odoi para el 1-0. Los encargados de cubrir al delantero, Piquerez y Luan García, llegaron tarde.

MÁS INFORMACIÓN

Imagen

Luan García, de hecho, apareció en la foto del 1-0, en la del 2-1 y en el final del partido. No solo se equivocó al defender a Lukaku primero, sino que, cuando el electrónico mostraba un 1-1 que daba esperanzas a los suyos, elevó la mano lejos de su cuerpo ante un disparo de volea de Azpilicueta, cometió penalti y condenó a su propio equipo. Ya sobre la bocina, vio la tarjeta roja por una patada a Havertz cuando este iba a disponer de una ocasión manifiesta de gol.

De no ser por estos errores, quizá Palmeiras habría sobrevivido, al menos, hasta la tanda de penaltis, lotería para unos y fruto de trabajo para otros. Los verdes se metieron en el partido igual que salieron: de penalti. En el 63', Thiago Silva saltó en la caja de Mendy para despejar un centro con el brazo arriba y desvió la trayectoria del cuero, lo que facilitó, previa revisión del árbitro en el monitor, que Raphael Veiga empatara desde los once metros.

Por cansancio, por igualdad o por falta de ideas, el gol de Palmeiras pareció ser el pitido inicial de un nuevo encuentro, uno en el que el clima era de poco ritmo y menos ocasiones, pero en el que el Chelsea llevaba la voz cantante. Sitió el área de los brasileños con una lluvia de balones que, de una manera o de otra, acabaría sirviendo de algo... y sirvió para ganar.

Aquel penalti por mano de Luan a un tiro de Azplicueta tuvo lugar en el minuto 115, con ambos conjuntos pensando ya en quiénes serían sus lanzadores en la tanda. Afortunadamente para los 'blues', no hizo falta. Havetz enderezó los nervios, engañó a Weverton y conquistó la primera corona mundial del Chelsea.

Imagen