La Selección de Italia se llevó el bronce en la Liga de las Naciones de la UEFA al derrotar 2-1 a Bélgica en un partido en el que los italianos tuvieron más puntería y más suerte.
Se notaron las ausencias y las rotaciones en dos equipos que dejaron a jugadores como Verratti, Jorginho o De Bruyne en el banquillo.
La primera mitad pudo acabar perfectamente en un empate a uno de no ser por el disparo al larguero de Saelemaekers y la tremenda parada de de Courtois a Chiesa. El jugador de la Juventus se quedó solo delante del meta del Real Madrid e incomprensiblemente no supo cómo definir.
Fueron dos zarpazos los que resumieron un primer tiempo que estuvo entre lo interesante y lo aburrido. Menos mal que el guion cambió en la segunda parte, que contó con algo más de ritmo.
A Bélgica le cayó un jarro de agua fría nada más salir de los vestuarios. Si antes tenían sueño, Barella los despertó con una volea desde la frontal ante la que nada pudo hacer Courtois. Fuerte, abajo, al primer palo y para dentro.
Roberto Martínez decidió mover el árbol y metió a De Bruyne. Poco después, Batshuayi volvió a estrellarse con la madera antes de que el árbitro, tras la revisión, pitara un penalti polémico porque sigue la duda de si Castagne dio antes al balón o a Chiesa.
Al final, Berardi pudo batir a un Courtois que llegó a tocar y a desviar el esférico, si bien no pudo cambiar tanto la trayectoria como para seguir metiendo a Bélgica en la búsqueda del empate. Mientras tanto, Donnarumma se dedicó a finalizar cualquier peligro belga y metió varias manos con las que mandó un mensaje a Pochettino.
Desde la frontal, otro disparo de Carrasco impactó en el poste, así que tanto fue el cántaro a la fuente que De Ketelaere se llevó el premio con su primer gol con Bélgica al batir a Donnarumma con un disparo que se coló por debajo de las piernas del italiano.
Italia se salvó de una caída de mayor altura y Bélgica se fue con la sensación de que se mereció mucho más, al pasar de tener un pie en la final al cuarto puesto. Lo que hace el fútbol.