Lo ganó todo a nivel colectivo: Champions, cuatro veces la Premier League, y también la Copa América con Brasil. Sin embargo, a nivel individual quedó en deuda. Más aún cuando en el 2008 se llevó el trofeo de Golden Boy.
Anderson Luís de Abreu Oliveira, conocido simplemente como Anderson, estaba destinado a “ser el mejor del mundo”, pero no fue lo suficientemente profesional. Así lo ha contado su excompañero en el Manchester United, Rafael da Silva.
El también brasileño cuenta en su autobiografía (escrita conjuntamente con hermano gemelo Rafael) el gran problema que tenía Anderson: la comida chatarra. “Podíamos ir en el autobús del equipo, pasar por una estación de servicio en la autovía y escuchar a Anderson saltar y gritar de manera impulsiva: ‘McDonald’s, McDonald’s’”, explica.
“No fue una coincidencia que su mejor forma llegara cuando tenía muchos partidos porque era cuando no podía comer tanto”, continúa antes de destacar la enormes cualidades futbolísticas que tenía el ya exjugador.
“Diré algo sobre Anderson: si hubiera sido un jugador de fútbol más profesional, podría haber sido el mejor del mundo. Estoy diciendo todo esto en serio. No sé si alguna vez él se tomó algo en serio. Amaba la vida”.
“Pero simplemente se comía lo que le pusieran frente a él”, sentencia Rafael y concluye: “Estaba loco, pero yo lo quiero. Si le dabas una pelota de fútbol y jugaba con libertad, si conseguía una buena racha de partidos, podía jugar tan bien como cualquier jugador de la liga”.
Anderson se retiró la temporada pasada tras pasar dos cursos en el Adana Demirsport en la Liga de Turquía, donde, a sus 33 años, ocupa el cargo de entrenador asistente.
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