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Diego Maradona era ingobernable y, profundamente solo y deprimido, decidió hasta el último instante de su vida qué quería hacer y qué no. "No hubo un error médico de nadie", añadió Leopoldo Luque, el neurocirujano que atendió al fallecido futbolista, en un intenso domingo que incluyó el allanamiento de su casa y su consultorio médico por parte de la justicia, que lo imputó por un "homicidio culposo".

Luque, de 39 años, será llamado a declarar en breve. La decisión de la Fiscalía de San Isidro, en las afueras de Buenos Aires, llegó después de las declaraciones testimoniales de tres de las hijas de Maradona, Dalma, Gianinna y Jana, que se extendieron desde la noche del sábado hasta la madrugada del domingo.

La investigación busca determinar si hubo irregularidades en el ingreso domiciliario que vivió Maradona desde que salió de la clínica en la que fue operado este mes. "La historia clínica secuestrada es una carpeta desordenada con estudios clínicos, de laboratorio e informes sueltos de distintas especialidades en un total de unas 100 hojas", señalaron a La Nación desde el juzgado. Consciente de lo complejo de la situación, Luque convocó a una rueda de prensa en su propia casa que por momentos fue dramática.

"No esperaba esto después de cómo trabajé", dijo el médico. "Las cosas que se dicen no las puedo ni leer. Que se diga que no estuve con él no lo puedo ni creer. Diego odiaba a los médicos, odiaba a los psicólogos. Conmigo era genuino, porque yo era diferente".

Luque, que operó el 11 de noviembre a Maradona de un hematoma subdural en la cabeza, insistió una y otra vez en que él no era el médico de cabecera del ex jugador, sino solo su neurocirujano. Pero admitió, a su vez, haber sido la persona más cercana a Maradona en los últimos tiempos, condición que intentó aprovechar para persuadirlo de llevar una vida más sana y encarar una rehabilitación.

"DIEGO ERA MUY DIFÍCIL, ME ECHÓ MUCHAS VECES DE CASA"

"Diego tenía autonomía, decidía él. Diego era muy difícil, me echó muchas veces de casa. Me echaba y me llamaba. Yo soy neurocirujano. Le llevaba un clínico, un gastroenterólogo, lo acompañaba al dentista... Que ahora vengan a hablar las estupideces que están hablando solo daña la memoria de Diego", continuó.

A raíz de la muerte de Maradona por un ataque cardíaco se desató el debate en Argentina. ¿Estaba bien atendido el campeón mundial de México 86? Maradona había recibido el alta tras la operación y se instaló en una casa en Tigre, en las afueras de Buenos Aires. Allí lo supervisaba un equipo rotativo de enfermeros, pero no había un médico permanente, tampoco una ambulancia o un desfibrilador. Luque se encargó de recalcar que pretender eso es no entender lo que sucedía con Maradona.

"Diego podía desarticular todo y nosotros no podíamos hacer nada. No hubo un error médico. De parte de nadie. Diego tuvo un evento fortuito. Un ataque cardíaco que, en un paciente con sus características, es lo más común del mundo que muera así. Poner una enfermera fue todo lo que logramos con el consentimiento de Diego. Diego podía echar a todos".

El médico, que habló durante 40 minutos pródigos en lágrimas, reveló detalles de cómo era el Maradona de los últimos tiempos y de sus diálogos con él. "El jueves yo voy a verlo y pasó lo que pasó siempre con Diego. Cuando Diego se pone mal echa a todo el mundo. Yo entré a la casa, no quería recibir a nadie. ¿Quién era el único que podía entrar a la habitación como profesional? Yo, porque él sabía quien era yo. Entré". Luque reprodujo el diálogo.

- "Luque, déjame tranquilo. Luque, la concha de tu hermana".

- "Diego dale, un esfuerzo más, Diego, vamos para adelante".

"Lo que yo hice es todo de más, no es que yo hice de menos. Yo no era el clínico de cabecera encargado. Yo era neurocirujano y había terminado mi función. Yo no era responsable de todo. Yo soy el que lo lleva a la clínica. Yo soy médico, no soy un policía, no soy un juez", continuó el relato de Luque.

"¡NO QUERÍA RECIBIR A LAS HIJAS!"

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"Yo le pedía que se levante, que reciba a las hijas, ¡no quería recibir a las hijas!", aseguró. "El riesgo de Diego no era cardíaco, era de consumo", añadió, al tiempo que mencionó que el gran objetivo era que Maradona no se descontrolara con el consumo de pastillas y alcohol.

"Diego estaba muy triste. No salió de la habitación en tres días, después estaba durmiendo en el sofá del living. Diego quería estar solo, pero yo no tengo dudas de que la familia lo amaba".

Luque relató que un día, informado de que Maradona no quería salir de su habitación, fue a visitarlo a la casa. Otra vez, el diálogo entre ambos impacta.

- "Diego, para que yo me vaya, primero te tenés que levantar de la cama".

- "Pero Luque, vos sos pelotudo. Te dije que te vayas".

Al rato, Maradona vio a su médico comiendo una galleta y le lanzó un manotazo.

- "Este Luque es un hijo de puta, no come ni en la casa..."

Días después, Luque volvió a la casa a quitarle los puntos de la operación en la cabeza. Maradona hizo gala de todo su sarcasmo. "'¡Ah, me tenés miedo!' me decía. Y se reía".

 

Luque insistió en que él no fue el médico de cabecera de Maradona. "Yo soy responsable de amarlo, de cuidarlo, de extenderle la vida y mejorársela. Yo a Diego lo amaba, era como un papá para mí. Era mi paciente preferido. Nada que ocultar, nada. Estoy orgulloso. No sé qué están buscando, un culpable, porque yo no veo nada por ningún lado. Por Diego hice lo mejor que se pudo".

Según Luque, Maradona estaba profundamente solo en el tramo final de su vida. "Él quería una vida que era mala. Hasta lo saqué a patear, no quería ni pelotear. Lo quería traer a mi casa un domingo que lo vi solo, y no quiso. Esa era la vida de él, extrañaba a los papás. Le cambiamos la vida a lo último, y él se fue, se fue. Reprochar no me reprocho nada, estoy orgulloso de lo que hice".

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