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La clave en el éxito de la generación de deportistas eslovenos

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El fantástico duelo entre Pogacar y Roglic en el Tour de Francia ha puesto en órbita a Eslovenia, país que sorprende por el impacto de una extraordinaria generación de deportistas. 

La nueva pareja dominadora del ciclismo comparte protagonismo con otros compatriotas que han traspasado el ámbito local para convertirse en ídolos planetarios. 

Luka Doncic rompe registros en la NBA, la selección de baloncesto se hace notar en Europa (campeona en 2017), Jan Oblak pugna por el cetro del mejor portero del mundo... En Liubliana presumen de ser la capital del país con más medallas olímpicas por habitante. 

Eslovenia, con una población de dos millones de personas y una extensión similar a la Comunidad Valenciana, suma 40 metales y eso que su participación en los Juegos es reciente, desde 1992, pues antes iba bajo bandera de Yugoslavia.

Nada es casual, ni fruto de una generación espontánea, sino consecuencia de una labor educativa realizada desde la base, desde la misma escuela, sostienen los responsables del Ministerio de Deportes del país. «En Eslovenia invertimos mucho en el deporte de los niños y jóvenes, tenemos una buena red de instalaciones públicas deportivas y hemos mejorado el área de trabajo profesional en el deporte», justifican desde la parcela política.

«El deporte es un bien de interés común y el Estado garantiza sistemáticamente las condiciones para su desarrollo. Trabajamos para la población entera, independientemente de la situación social y económica del ciudadano. El deporte adquiere una gran importancia en sistema educativo», exponen, mientras se enorgullecen de la repercusión obtenida durante las últimas tres semanas en el Tour de Francia. Antes, los eslovenos vibraron con la selecciones de voleibol, dos veces subcampeona de Europa, de balonmano y de hockey sobre hielo, con Tina Maze, doble campeona olímpica de esquí, y Petra Majdic, esquiadora de fondo, bronce en los Juegos de 2010.

La planificación desde los despachos es importante, pero también interviene el talento individual de los deportistas (Pogacar y Doncic) y la idiosincrasia de un país que atesora el espíritu competitivo de Yugoslavia, el descaro croata, la astucia italiana y la disciplina austriaca. También es básico un buen trabajo de scouting. La clase está ahí y sólo hay que saber encauzarla, como hizo Josean Fernández Matxin con Pogacar. El preparador español descubrió al chaval en una carrera de juveniles y desde entonces no se ha separado de él. Para el técnico, la virtud nace de la necesidad, porque Eslovenia es un país pequeño y los chavales tienen que espabilarse pronto: «Eslovenia carece de carreras importantes y sus ciclistas tiene que emigrar a Italia o a Austria para competir. Tadej es listo, valiente y aprende rápido. Desde pequeño ha estado lejos de su hogar y eso le ha hecho madurar temprano, por eso va por delante».

Los argumentos de sacrificio, dedicación y precocidad de Matxin son similares a los aportados por Andrej Kracman, el preparador de porteros del Olimpia de Liubliana, equipo en el que debutó Oblak con sólo 16 años: «Jan no tiene miedo. Es realmente un adicto al trabajo». El entrenador del equipo, Jani Pate, añadío en los comienzos profesionales del guardameta: «Me sorprendió su madurez. A pesar de que él era sumamente joven cuando jugó en el primer equipo del Olimpia, siempre estaba ansioso por escuchar y seguir las instrucciones que le dábamos».

Madurez y precocidad como las que distinguen a Doncic, que desde su llegada a Madrid asombra constantemente. Con 16 años se convirtió en el jugador más joven del Real Madrid en debutar en la ACB. El primer balón que tocó lo transformó en un triple. Un fenómeno que ya enamora en la NBA.

El periodista esloveno Miha Hocevar explicaba tras la conclusión de la última Vuelta a España que el secreto no está en ninguna pócima extraña, sino en una enorme facilidad para aprender y asimilar conceptos. «Pogacar ya hemos visto lo que ha sido capaz de hacer en sólo un par de años, pero Roglic también alcanzó la élite con rapidez, tras dejar el esquí; en sólo seis años ha peleado con los mejores. Es ambicioso y dice que nunca repite errores. Abandonó los saltos de esquí porque asimiló que nunca sería campeón del mundo». Cuestión de prioridades, y para Eslovenia, el deporte es lo primero.

Pogacar, campeón desde el ADN esloveno | El Economista

Fuente: Diario El Mundo España - Foto: Carrusel Deportivo's