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El Mono Burgos: las fabulosas historias del asistente de Simeone

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El ex portero argentino Germán Burgos, más conocido como El Mono Burgos, se caracterizó por tener una personalidad fuerte. Actualmente es asistente del entrenador Diego Simeone en el Atlético de Madrid.

Compañeros y entrenadores que compartieron con el Mono en sus años juveniles revelan historias de su pasado en un artículo presentado por el Diario El Conficencial de España. 

Aquí la nota

Emergió de las alcantarillas en un anuncio, demostró su pasión por el rock and roll en las cenas navideñas del Atlético de Madrid, amenazó con “arrancarle la cabeza” a Mourinho en un derbi y a punto estuvo de llegar a las manos en 2015 con el entonces entrenador del Bayer Leverkusen, Roger Schmidt. Germán Burgos se marcha del Atlético tras ocho años y medio en los que, además de sus éxitos como segundo de Simeone, deja un sinfín de anécdotas que le han hecho ganarse el corazón de los rojiblancos y de los aficionados al fútbol en general.

El 'Mono' del Atlético, sin embargo, ha sido una versión moderada en comparación con el joven incontenible de sus primeras épocas como profesional. El portero que a finales de los 80 y principios de los 90 se abría paso en el fútbol argentino, un torneo en el que podría reiniciar ahora su camino como primer entrenador, no se quedaba en las amenazas. Si era necesario, se liaba a golpes con un 'barra brava' rival. Y si se enfadaba con su entrenador en la práctica, era capaz de abandonar intempestivamente la sesión, tomarse el primer autobús hasta su Mar del Plata natal, a 400 kilómetros de Buenos Aires, y no regresar en dos semanas.

Burgos fue internacional con Argentina (formó parte de los Mundiales de 1998 y 2002) y brilló como portero de River Plate entre 1994 y 1999, antes de continuar su carrera como futbolista en Mallorca (1999-2001) y Atlético de Madrid (2001-2004). Sin embargo, sus inicios en Ferro Carril Oeste (1989-1994), un club histórico del barrio porteño de Caballito que hace dos décadas que lucha por regresar a Primera, han marcado la vida del 'Mono' como ninguna otra etapa.

Allí llegó con 16 años desde Mar del Plata y debutó cuatro años después bajo las órdenes de Carlos Timoteo Griguol, uno de sus grandes mentores junto a Luis Aragonés, el 'Tolo' Gallego, Marcelo Bielsa o el propio Simeone. Allí conoció a su actual esposa, Sandra, amiga de la hermana del frutero del barrio. Allí golpeaba ya las cacerolas en un improvisado concierto en el garaje de la residencia del club y enloquecía a sus compañeros con todas las travesuras imaginables. Y allí, boli y papel en mano, recibía del 'Viejo' Griguol las primeras lecciones que ahora buscará aplicar como entrenador principal.

El Confidencial conversó con algunos de sus excompañeros de la cantera y de sus primeros años en Ferro como Fabián Cancelarich, Fabio Radaelli y Guillermo Panaro, así como con el utillero del club, Juan Domingo Frías (mejor conocido como Turco Mendoza), quienes recordaron las fechorías del 'Mono' en sus épocas juveniles y revelaron algunas anécdotas poco conocidas.

Los amigos de Burgos, en la puerta de la residencia de Ferro. (Guillermo Panaro / Alfredo Turdó)

Furia en la práctica

Finales de los años 80. Ferro jugaba una serie de amistosos de pretemporada con Estudiantes de La Plata en su estadio. Eran encuentros informales, prácticas dirigidas en ocasiones por el propio Griguol. Burgos aún no había debutado en Primera –su estreno se produjo el 3 de septiembre de 1989 ante Newell’s- pero ya hacía gala de su nivel y su temperamento. A Burgos le gustaba exhibir el balón como si fuera un trofeo después de cada parada pero a Griguol, estricto como pocos, no le hacía ninguna gracia.

-"¡Mono! Apúrate porque te cobro penal", le decía Griguol.

Burgos no le hizo ningún caso y en la siguiente acción, tras descolgar un centro, demoró más de lo debido en reanudar el juego. Griguol no dudó en pitar penalti. El portero juvenil, sin embargo, paró el disparo y se quedó exhibiendo el balón con una mano en alto. Griguol le ordenó en forma fulminante que dejara la sesión.

- "Mono, andá a cambiarte"

- "Me voy a la mierda. Me voy a trabajar al puerto de Mar del Plata y no vengo nunca más. No me vengas a buscar"

Acto seguido, Burgos dejó los guantes en el vestuario y se marchó a la estación de ómnibus para tomar el primer bus a Mar del Plata. Le tuvieron que ir a buscar por orden de Griguol y finalmente regresó a los 15 días. “Cuando volvió le hicieron alguna sanción pero siguió entrenando y terminó jugando en Primera”, recuerda Cancelarich, quien era por entonces el primer arquero del equipo y luego formaría parte de la selección argentina subcampeona en Italia ‘90.

La venganza de Martillo

No había nadie que se salvara de las bromas y los sobrenombres que ponía el 'Mono' a medio mundo. Una de sus víctimas favoritas era el guardia de seguridad de la residencia de juveniles, al que Burgos solía llamar 'Martillo' Roldán por su parecido con el exboxeador argentino Juan Domingo Roldán. Cada vez que pasaba con su banda, Burgos le daba un golpecito en la cabeza al guardia y le decía: “Hola Martillo”. “Así cada día. Sin excepción”, se ríe Panaro, un exlateral que fue compañero de habitación de Burgos en la residencia.

Un día, Burgos se presenta en el autobús para jugar un partido de las fuerzas básicas con un 'look' sorprendente: se había rizado el pelo. Las bromas de sus compañeros no se hicieron esperar. “Tarantini, es igual a Tarantini”, decían aludiendo al peinado del exfutbolista de Boca Juniors, Alberto Tarantini. En el autobús, aquella jornada viajaba también Sandra. “Llevar a la novia solo lo podía hacer él, por la personalidad que tenía”, asegura Panaro. Y la pareja del Mono se reía de las bromas incesantes de los compañeros. “Tarantini de acá, Tarantini de allá y resulta que Burgos se recontra enojó”, recuerda su excompañero.

Tras el partido, Burgos seguía muy enfadado y se sentó solo, en la última fila del autobús que habitualmente ocupaba. El resto de la plantilla estaba varias filas adelante, incluida Sandra. Al bajar del vehículo, los juveniles se dirigieron al comedor de la residencia y Burgos les seguía, de mala gana, unos 100 metros por detrás. “Cuando llegamos a la entrada le dijimos a Martillo Roldán: "Tenés una chance única. Ni bien vengas decile que se parece a Tarantini", relata Panaro. El guardia no perdió la oportunidad y, cuando el arquero se acercaba, soltó la frase: “¡Mirá qué parecido a Tarantini!”. Sin embargo, para sorpresa de todos, el 'Mono' largó una ruidosa carcajada.

Burgos, abajo, con algunos de sus mejores amigos en Ferro. (Guillermo Panaro / Alfredo Turdó)

Un “barra” que no tuvo la fortuna

Año 1993. Burgos se estaba consolidando en el arco de Ferro tras la marcha de Cancelarich a Belgrano. Ferro visitaba a Platense y ganaba 1-0 para afirmarse en las primeras posiciones después de seis fechas. La 'barra brava' de Platense no encajó del todo bien el resultado y esperó a los jugadores visitantes a la salida de vestuarios. El asunto se puso tenso y un “barra” dio un golpe al jugador de Ferro, Sergio Mandrini, cuando estaba subiendo al autobús. Entonces entró en acción Burgos, que no dudó en defender a su compañero y se enfrentó al hincha violento. “Germán lo agarró al de la barra y lo destruyó a trompadas. No se lo podían sacar de encima”, rememora Radaelli, quien jugó y dirigió a varios clubes del fútbol argentino pero hoy es conocido por ser el hombre que llevó a Lautaro Martínez a Racing. “Germán te arruina. Nosotros nos reíamos cuando miraba a Mourinho y le decía que le iba a pegar. Lo mejor que le pudo haber pasado a Mourinho es que no lo agarrara Germán”.

A los golpes II

La pelea en la cancha de Platense no fue la primera ni la única en la carrera de Burgos. Varios años antes, como arquero del segundo equipo de Ferro, se enfrentó a golpes con un jugador de Deportivo Armenio que lo había estado provocando desde la grada. “Hubo un tipo que lo estuvo insultando todo el partido a Germán. Se iba detrás del arco y le decía que era un fracasado. El 'Mono' se daba vuelta y lo miraba pero no decía nada”, recuerda Turco Mendoza. “Era un jugador rival que no estaba jugando pero se ve que alguien le dijo que vaya y lo ponga loco. Sabía la calidad de arquero que era. Era para provocarlo”, insiste.

En el segundo tiempo, el provocador se fue al otro arco y continuó insultando al 'Mono', que por entonces tenía 18 años. Cuando terminó el encuentro, ganado por Ferro, Burgos salió corriendo del vestuario y fue a buscar al rival. Le acompañaban el 'Flaco' Galeazzi, fallecido hace cuatro años, y el 'Flaco' Turdó, dos grandes amigos que de flacos no tenían demasiado. “Eran tan grandotes como él. Con Carlos Aimar, que era el técnico, salimos corriendo por detrás porque no queríamos que se pelearan. No hubo forma de pararlos”, rememora el utillero.

El 'Mono' Burgos, en un partido con las inferiores de Ferro. (Guillermo Panaro / Alfredo Turdó)

El gol a evitar

Ferro se enfrentaba a Vélez, su clásico rival, en el estadio José Amalfitani. Esteban 'Gallego' González, delantero rival, llegaba al duelo con 99 goles en Primera y todos los medios hablaban sobre la posibilidad de que alcanzara el centenar de anotaciones ante el equipo de Burgos. “A mí no me va hacer el gol 100. No me lo va a hacer. Porque si no toda la vida voy ser el tipo al que le hizo el gol 100. A mí no me lo hace”, repetía una y otra vez Burgos a sus compañeros durante la semana.

En el vestuario, sin embargo, los compañeros provocaban al portero, buscando estimularlo: “Te va a hacer el gol, vas a ver”. El 'Mono' insistía: “Que a mí no me lo hace. No me lo hace”. ¿Conclusión? Vélez ganó 1-0 pero el gol lo hizo el Pacha Cardozo. “Germán se encargó de evitarlo. En una pelota dividida en el área, tras un tiro de falta, le metió un empujón al Gallego González y no pudo hacer el gol, pero el balón quedó al Pacha y lo hizo él”, recuerda Radaelli.

Burgos era suplente de Cancelarich en Ferro y aún esperaba su oportunidad en Primera. Pero eso no era un impedimento para divertirse jugando al fútbol en el parque, frente a la residencia del club en Pontevedra, en el oeste del Gran Buenos Aires. “Los partidos terminaban a eso de las seis de la tarde y el 'Mono' se iba después a una plaza a jugar un ‘picado’ con la gente común, con unos atorrantes que estaban por ahí”, recuerda Panaro. Burgos jugaba de central en aquellos encuentros y solía compararse con el exfutbolista y entrenador Alejandro Sabella. Los compañeros le decían que era una locura, que se podía lesionar. El 'Mono' jamás les hizo caso.

Burgos, al fondo, junto a algunos miembros de Ferro en el cumpleaños de uno de los utilleros del club. (Guillermo Panaro y Alfredo Turdó)

La libreta de Griguol y la imitación

Griguol era un técnico muy peculiar en sus métodos de trabajo. Una de sus exigencias era que los futbolistas anotaran en sus cuadernos todo lo que hacían en las prácticas. Y el 'Viejo', que hoy tiene 85 años y se encuentra con algunos problemas de salud, dijo en su momento al diario Clarín que su alumno más obediente fue Burgos. “Seguía todo paso a paso. Vos te das cuenta a quién le interesa y a quién no”, señaló en su momento el entrenador, quien tiene una estatua propia en Ferro.

Griguol fue quien mandó a buscar a Burgos a Mar del Plata cuando tenía 16 años y el 'Mono' siempre destacó que el 'Viejo' fue uno de los entrenadores más importantes de su carrera. Burgos admira y respeta a Griguol, pero también le ha jugado sus bromas. “Al 'Mono' le salían muy bien las imitaciones de todo el mundo, pero la de Griguol era genial”, recuerda el Turco Mendoza. “Una vez, estábamos en el vestuario y empezó a imitar a Carlos sin darse cuenta que justo venía y lo estaba viendo desde la ventana”.

Todos estallaron en risas y Griguol no tuvo más remedio que sonreír frente a la irreverencia del juvenil arquero. Aunque le advirtió: “Espero que con esa chispa que tenés, también te destaques en la cancha”. Finalmente, lo hizo.

Fuente: Diario El Confidencial España