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Bastó un simple tuit en mitad de una soleada tarde de Fase 1 para que el ídolo se convirtiera por siempre en leyenda. Sin espacio para fastos, Aritz Aduriz colgó para siempre su camiseta con el número 20, sin esperar a que terminara esta extraña temporada para hacerlo, como tenía previsto.

«Mi cuerpo ha dicho basta», reconoció el futbolista más importante del Athletic en lo que va de siglo. Ya no entrenará hoy, ya no jugará más. Sus problemas en la cadera han precipitado un adiós que deja a San Mamés huérfano de la mayor certeza que ha tenido en los últimos años.

Nunca más un gol de Aduriz salvará un mal partido o abrochará una goleada. El Athletic arranca una nueva era: la de aprender a vivir sin él. 172 goles han adornado sus 407 partidos con la única camiseta que quiso vestir, por mucho que su profesionalidad y su carácter dejaran también una honda huella en Burgos, Valladolid, Mallorca y Valencia, sus otras estaciones. Todas de paso, pues en las dos ocasiones en las que tuvo que hacer las maletas lo hizo pensando en regresar. La última estación debía ser la final de Copa del Rey contra la Real Sociedad, el anhelo de marcharse levantando un título. La pandemia rompió su ilusión, como ha hecho con otras muchas.

Ya el pasado verano tuvo muchas dudas sobre si seguir en activo o no. La cabeza -y el físico- le decían que no, pero el corazón que sí, y en esa disyuntiva jamás tuvo dudas. La realidad, sin embargo, se ha impuesto con tozudez. «Ayer mismo [por el martes], los médicos me recomendaron pasar por el quirófano, mañana mejor que pasado, para colocar una prótesis que reemplace mi cadera e intentar afrontar, al menos, con la mayor normalidad posible la vida diaria», explicó el delantero en su mensaje de despedida.

En su última temporada, ya con 39 años, sólo ha podido disputar 252 minutos repartidos en 17 partidos, siempre desde el banquillo. Y sólo un gol... ¡pero qué gol! Contra el Barça, en San Mamés, en el primer minuto de la primera jornada de Liga, en plena Semana Grande de Bilbao. Una chilena que le dio tres puntos al Athletic y un último brindis a quienes durante un tiempo disfrutaron con la insultante facilidad de Aduriz para hacer felices a quienes le rodeaban.

«En cuanto vi salir el balón hacia el área y le observé perfilarse... Yo le había visto hacer muchas chilenas en los entrenamientos y rezaba para que no la enganchara bien, pero vi venir el gol», recuerda para EL MUNDO Ernesto Valverde, aquel día rival, pero sobre todo el entrenador con el que Aduriz vivió los cuatro mejores años de su carrera. Los delanteros suelen alcanzar la plenitud antes de la treintena, pero el ariete donostiarra la abrazó entre los 32 y los 36 años. Hasta entonces había sido un goleador de rachas, pero en ese cuatrienio, se transformó sin previo aviso en una de las mayores armas de destrucción masiva del fútbol español: 100 goles en 179 partidos.

«Aduriz ha sido siempre un portento físico, pero también un portento mental, que es lo que le ha hecho estirar su carrera de una forma increíble para un delantero. Su carácter competitivo le enchufaba las pilas a todo el mundo, se exigía mucho a sí mismo y también exigía a los demás. Ha sido un gran líder, tanto dentro como fuera del campo, y además asumía ese papel. Eso lo consigues cuando tu rol en el equipo es fundamental y quizá hasta entonces no lo había sido», ahonda Valverde sobre aquellos maravillosos años, en los que incluso logró, ya con 36 primaveras, disputar la Eurocopa de 2016 con la selección.

Durante este tiempo, ha acumulado hitos para el recuerdo. Como aquella noche de Europa League en la que le marcó cinco goles al Genk, los dos contra el Nápoles que llevaron al Athletic a la Champions o golazos inverosímiles como el mencionado contra el Barça o la volea desde 35 metros ante el Marsella. Nada comparado con la Supercopa de 2015, el título que acabó con más de tres décadas de sequía del Athletic: tres goles en San Mamés y otro más en el Camp Nou. «Esa Supercopa quedará como referencia de lo que ha sido», reflexiona Valverde.

«No os preocupéis por mí, es sólo una anécdota», pidió el eterno 20, que dijo adiós en un día 20 de 2020. Pero, en el fútbol y en la vida, merece la pena llorar por quien tantas veces te ha hecho feliz. Y la felicidad, para toda una generación de aficionados del Athletic, es sinónimo de Aritz Aduriz Zubeldia.

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