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A Marc André Ter Stegen (Moenchengladbach, Alemania; 27 años) le gusta charlar de la vida, de fútbol, del Barça, de todo menos del ERTE que presentará la junta directiva azulgrana, y está encantado en su nuevo rol de padre.

Se ríe cuando se escucha algún pequeño llanto de su hijo Ben, de tres meses. “Se porta muy bien, se despierta solo una vez en la noche. Es un placer”, explica el portero del Barcelona al diario El País.

Aunque echa de menos el fútbol, el alemán aprovecha el confinamiento para disfrutar de uno de sus hobbies preferidos, la cocina, y para recuperar el hábito perdido de la lectura, pero se lamenta porque todavía no ha comenzado con su huerta.

Pregunta. ¿En qué aspectos se ha españolizado?

Respuesta. He intentado, desde el primer día, integrarme lo más rápido y lo mejor posible a la cultura española y catalana. Cuando dominas la lengua es más fácil compartir y entender todo lo que te rodea. Siempre me han hecho sentir muy bien, tanto a mí como a mi familia. Y hay cosas de aquí que me encantan, como la comida, el clima y el mar. Pero también sigo teniendo cosas muy alemanas.

P. ¿Cómo cuáles?

R. La puntualidad. No puedo dejar de llegar pronto a los sitios. En general, me toca esperar.

P. ¿Cómo lleva el confinamiento?

R. Se puede analizar desde un punto negativo, porque no podemos salir de casa, pero no lo veo así. Es una circunstancia que nos hace valorar mucho más las cosas en las que podemos creer, que son más básicas, pero que, al final, son también las verdaderamente importantes. Respecto al trabajo, estamos en contacto cada día con nuestros preparadores físicos. Es necesario mantener la forma, aunque todavía no se sabe cuándo vamos a volver a jugar.

P. ¿Está intranquilo?

P. Por ahora, lo llevo con mucha tranquilidad. Claro que me gustaría estar en el campo luchando por todo lo que tenemos que pelear. Estamos en la recta final de la temporada y es una pena que se haya parado. Pero, en este momento, el fútbol no es una prioridad. Hay que estar en casa. Nosotros no somos una excepción.

P. ¿Esta situación ha normalizado al futbolista?

R. ¿Qué es normal? Es un concepto muy relativo. Voy al supermercado, me gusta pasear. Intento ser natural, hacer las cosas que me hacen bien y estar rodeado de la gente que me conoce y que me dice las cosas que hago bien y las que hago mal. Mis amigos son los de toda la vida. Creo en los pocos, pero buenos amigos.

P. ¿Los deportistas tienen ahora una responsabilidad mayor?

R. Lo bueno es que nosotros tenemos millones de seguidores. Con algunos mensajes bien elegidos, podemos ayudar a la gente. El otro día estaba hablando con Alisson [Becker, portero del Liverpool], que me dio un consejo de cómo lavarme las manos. Antes nunca había pensado en esto y ahora lo he compartido en las redes sociales. Esto puede influir en la gente y ser útil para alguien.

P. ¿Cómo entiende usted el liderazgo?

R. En priorizar el bien común. Me gusta mucho que todo el mundo esté contento. Si disfrutamos, vamos a jugar mejor. Me gusta hablar con la gente, pero al final se juega al fútbol para tener éxito. Después cada uno en el campo tiene su rol y la prioridad es lo colectivo. Y pensar en positivo.

P. ¿Cómo consigue tener tanta fuerza mental?

R. No lo sé. Quizá es porque me han enseñado así. Creo que lo importante está en la evolución que uno mismo busca. La pregunta es: ¿qué persona quieres ser? Me interesa tenerlo claro todo el tiempo. Después está si lo puedo conseguir o no. A veces, no encuentro el camino y tengo que buscar otra solución. Pero intento analizarlo desde una posición muy neutra. De vez en cuando nos dejamos llevar por las emociones y hay decisiones que tienes que tomar con la cabeza. Hay que encontrar el punto intermedio, entre la emoción y la razón.

P. ¿También en el campo?

R. Claro. Por ejemplo, hay una cosa que pasa mucho en el fútbol y es el momento en el que has fallado y quieres resolver inmediatamente la situación. Quieres demostrarte a ti mismo que puedes recuperarte y eso tiene que ver con un componente emocional. A veces, puede ser perjudicial. Es en ese momento cuando tienes que lidiar con esas emociones y cuando tiene que aparecer la cabeza. No siempre es fácil.

P. ¿En la portería tiene mucho tiempo para pensar?

R. No tenemos tanto tiempo. No nos aburrimos en la portería. La gente piensa que tenemos mucha distancia con el equipo y no es así. Pero es una cosa que me pasa en el campo y otra es lo que me pasa en la vida. Siempre intento pensar. No creo en el portero que se desvincule del equipo ni el futbolista que lo hace de la vida cotidiana. Me pasa con mi mujer, que hablamos mucho de su profesión [es arquitecta]. Son cosas que la gente no ve pero que forman parte del día a día.

P. ¿Hablan más de arquitectura o de fútbol?

R. De arquitectura.

P. ¿A usted le gusta hablar de fútbol?

R. La gente se ríe cuando les digo que no tengo ni idea de fútbol. No veo mucho fútbol, salvo cuando hay partidos buenos o cuando me interesa alguno en particular porque tengo alguna relación o algún amigo. A veces, me preguntan por el nombre de un jugador y no tengo ni idea.

P. ¿Les conoce más por la PlayStation?

R. Alguna vez… En LaLiga, por ejemplo, me pasa con los nombres. No sé cómo se llaman. Pero después, cuando me ponen el vídeo, me doy cuenta de que sé perfectamente quién es. Recuerdo mejor cómo se mueven en el campo, cómo chutan o se desmarcan que el nombre del jugador. Es un poco raro, me pasa cuando analizamos a los contrarios.

P. ¿Pero de estadios sí le gusta hablar?

R. Es algo cultural, creo. El Camp Nou, por ejemplo, es único. La mentalidad es completamente diferente de la de Alemania. Allí la gente canta mucho más y se concentra en el equipo. La afición del Barça valora muchos más los detalles individuales. Es como si tuvieran un gusto diferente y a mí eso me encanta. Me gusta, por ejemplo, cuando De Jong hace alguna cosa y la gente lo disfruta y lo celebra. Es diferente, pero muy interesante. Se vive más de sensaciones; no es que canten todo el partido, sino que van viviendo lo que pasa y te intentan apoyar en momentos que más lo necesitamos.

P. ¿Qué estadio le ha llamado más la atención?

R. San Paolo no es muy moderno, pero tiene algo especial. Depende mucho de la afición. Me gustan esos partidos, como contra el Athletic, en los que la gente está muy detrás de su equipo. Empieza una guerra contigo y es un desafío que me encanta.

P. Si no conoce a nadie, ¿es capaz de diferenciar en un vestuario quiénes son los delanteros, los mediocampistas, los defensas y los porteros?

R. Creo que sería muy difícil. Los porteros somos diferentes, es verdad. Los delanteros cuando se juntan recuerdan goles o sus acciones. Nosotros hablamos más de estilo. De qué cosa hace uno u otro para poder aprender.

P. ¿LaLiga paró en un momento en el que el Barcelona se recuperaba?

R. Estamos líderes, que es lo importante. Y en la Champions estamos en una buena situación. Esperamos seguir jugando al fútbol que es lo que más nos gusta.

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