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El 'Loco' argentino , surgido de la Villa 1-11-14 y campeón del mundo en 1978, fue uno de los punteros más desequilibrantes de la historia. Su vida, su carrera, sus contradicciones y su magia siguen vigentes más allá del tiempo.

La confesión que lo humanizó en Alemania 1974

En un recordado reportaje publicado por El Gráfico durante el Mundial de 1974, René Orlando Houseman abrió su corazón como pocos futbolistas lo hicieron. “Vine muy asustado a Europa”, admitió. Temía la fuerza de los defensores europeos, a quienes imaginaba como robots imparables.

Pero al verlo jugar, el mundo entendió que el miedo terminaría transformándose en magia pura. Ese día dijo haber jugado “el mejor partido de su vida”, coronado con un gol inolvidable a Italia, tras una jugada que repetía en Huracán con Carlos Babington.

Aquel testimonio desnuda al hombre detrás del crack: sensible, temeroso, humano. Un talento sobrenatural que sentía que estaba representando a su familia, a sus amigos y a su villa.

Del barro a la gloria: sus orígenes

René Orlando Houseman nació el 19 de julio de 1953 en La Banda, Santiago del Estero, y gran parte de su niñez la pasó en la Villa 1-11-14 de Buenos Aires. Allí desarrolló:

-La gambeta corta y eléctrica del potrero.

-La velocidad explosiva para salir desde parado.

-La capacidad de driblar en espacios imposibles.

Ese origen humilde marcó para siempre su personalidad: frontal, noble, agradecida. Nunca renegó de su villa; al contrario, siempre dijo que allí había aprendido todo.

Huracán 1973: el salto a la idolatría

Tras un paso inicial por Excursionistas, Houseman llegó a Huracán en 1973 de la mano de César Luis Menotti. Ese Huracán —Brindisi, Babington, Ardiles, Avallay— fue uno de los equipos más brillantes del fútbol argentino.

Houseman se transformó en figura inmediata:

• Campeón del Metropolitano 1973
• Uno de los wines más desequilibrantes del continente
• Ídolo eterno del club de Parque Patricios

Menotti lo describió así: "Houseman era un salvaje del potrero. A René nadie podía enseñarle nada".

Alemania 1974: la explosión internacional

El Mundial de 1974 fue su escenario ideal. Rápido, impredecible, fulminante, dejó atónitos a los europeos. Contra Italia alcanzó su apogeo:
• Carrera profunda tras pase de Babington
• Definición de zurda
• Y un estadio que descubrió la aparición de un talento irrepetible

Terminó ese Mundial consolidado como uno de los mejores punteros del torneo.

Argentina 1978: campeón del mundo

En 1978, Houseman integró el plantel campeón del mundo. Convirtió un gol decisivo ante Perú y fue un arma permanente de desequilibrio por la banda derecha.

Aunque no fue titular en todos los partidos, su presencia fue clave dentro y fuera de la cancha.

Su paso por clubes: magia sin fronteras

Además de Huracán (su gran amor futbolístico), jugó en:
• Excursionistas
• River Plate
• Independiente
• Defensores de Belgrano
• Cobreloa (Chile)
• AmaZulu (Sudáfrica)

Nunca persiguió grandes contratos; siempre dijo que prefería estar cerca de su familia y de su barrio.

La Selección: 55 partidos inolvidables

Houseman disputó:
• 55 partidos con Argentina
• 13 goles
• Dos Mundiales (1974 y 1978)
• Un título mundial

Sus gambetas quedaron grabadas en partidos contra Italia, Brasil, Polonia, Perú y tantos otros.

Un hombre auténtico, con luces y sombras

Houseman siempre fue frontal. Reconoció sus errores, habló sin tapujos de sus luchas personales —incluida su batalla contra el alcohol— y nunca escondió su humanidad.
Su sencillez lo convirtió en un ídolo del pueblo, un jugador querido más allá de las camisetas.

La última batalla y el adiós

En 2017 fue diagnosticado con cáncer de lengua. Aun debilitado, siguió presente en homenajes y actos futboleros.
Falleció el 22 de marzo de 2018, a los 64 años.

Huracán, la Selección y todo el fútbol argentino lo lloraron. Sus amigos de la villa también. Su partida dejó un silencio profundo.

El legado del Loco

René Houseman dejó mucho más que gambetas. Dejó una identidad:

• El potrero como cuna del talento
• La alegría de encarar siempre
• La autenticidad sin caretas
• El ejemplo del crack que nunca olvidó sus raíces

Fue un artista, un campeón, un ídolo humilde.
Un jugador que rompió moldes.
Un puntero que hoy sería todavía más valioso.
Un tipo que vivió a su manera y jugó como nadie.

René Houseman fue, y seguirá siendo, un sentimiento del pueblo futbolero.

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