A sus 44 años de edad, Sebastián Beccacece combina intensidad, autoconocimiento y una mirada reflexiva sobre el fútbol sudamericano.
Hoy, como seleccionador de Ecuador —ya clasificado al Mundial—, no duda en señalar una de sus mayores frustraciones: “Tenemos el ejemplo en casa, la selección argentina, y no lo copiamos”. Lo hizo al referirse sobre el pobre nivel de Boca y River de Argentina en el Mundial de Clubes.
El exayudante de Sampaoli y admirador confeso de Bielsa se formó desde la tribuna, no desde el campo. “Yo soy un entrenador que viene de la hinchada”, dice. Y ese origen explica su sensibilidad para conectar con el jugador, incluso desde el dolor o el fracaso: “Lo que les explicás a los jugadores después tiene que pasar. Si no, no te siguen”.
¿El Mundial de Clubes mostró la realidad de la liga argentina?
A veces son los momentos y hay que analizar todo el contexto. No me cambia nada si clasificamos o no. Nosotros tenemos el camino para mejorar el fútbol argentino: tenemos el ejemplo en casa, la selección, y no lo copiamos. A excepción de Argentinos Juniors, no veo que otros intenten hacer lo que hace la selección argentina. ¿A qué me refiero? A la propuesta, la conducción, la manera de jugar, las obras en Ezeiza… guste a quien le guste. Tenemos una generación extraordinaria por cómo ha ganado, no lo que ha ganado. Siempre se dijo que había que imitar a Guardiola, que había que mirar a Europa… Si al que gana se lo quiere imitar, ¿por qué no hacemos lo que hace la selección argentina, que es la mejor del mundo? Claro, enseguida caemos en que no tenemos los jugadores. ¡Pero si los de la selección son argentinos y jugaron acá! Todos deben ir por ahí, no solo jugadores y entrenadores, sino también los dirigentes y la gente. Te doy un ejemplo de Newell’s: cuando viene el Tata [Martino] estábamos complicados con el descenso y había mucho temor. Él empieza a jugar para atrás y Guzmán a arriesgar pases; la gente al principio no quería saber nada de nada. Cuando vio que empezó a dar resultados, con el paso del tiempo, a todos los entrenadores que vinieron después la gente les exigía que jueguen. ¿Se entiende? Perdimos un poco eso: asumir riesgos.
El proyecto en Ecuador: confianza en lo joven
Beccacece asumió en plena eliminatoria sudamericana y, en solo diez partidos, llevó a Ecuador al Mundial. Su fórmula: consolidar una identidad, devolverle el lugar al joven y generar una comunión con el público. “El jugador de selección viene por amor, y si no siente la aprobación del pueblo, se frustra. Eso cambiamos.”
Reconoce el legado de Gustavo Alfaro y lo continúa a su manera, renovando el mediocampo con perfiles más ofensivos como Vite y Plata. Apuesta por la evolución del futbolista ecuatoriano: “Ya los buscan directamente en Europa, sin pasar por Argentina o Brasil”.
Sobre Messi, la Selección y el estilo argentino
Con admiración profunda por Lionel Messi, Beccacece no duda: “Va a estar en el Mundial. Es sabio, sabe cuándo aparecer”. Cree que la Scaloneta es el modelo a seguir: fútbol integral, libertad con orden, hambre competitivo. Pero lamenta que no se imite en el fútbol local: “Siempre dijeron que había que mirar a Guardiola… ¿y por qué no imitamos a la mejor selección del mundo, que es argentina?”
Para él, el fútbol argentino tiene los jugadores, pero no la coherencia dirigencial. “No es romanticismo, es convicción. Animarse a jugar bien, no solo a competir. El futbolista argentino juega, pero si todo está revuelto, ¿cómo va a expresarse?”
¿Por qué Europa no contrata técnicos argentinos?
Beccacece cree que el entrenador argentino debe adaptarse al juego que se practica en cada liga europea. “Jugamos juegos diferentes dentro del mismo deporte.” Valora su paso por Elche como validación de su estilo: “No era conocido, pero hoy sé que puedo dirigir en cualquier parte del mundo.”
Su historia: tribuna, familia y legado
Desde Rosario y con el tatuaje de una pelota en la espalda, Beccacece recuerda sus orígenes con humildad. Reivindica el rol del hincha, la influencia de Bielsa y la necesidad de evolucionar sin perder la esencia. Su relación con Sampaoli está cerrada: “Guardé gratitud. No hay deudas.”
Y aunque su sueño sea Newell's, no lo arriesga: “No quiero poner en juego mi pasión.”