El equipo del PSG ocupó un tiempo para golear este domingo 4-0 al Inter Miami por los octavos de final del Mundial de Clubes que se disputa en Estados Unidos.
El cuadro galo sentenció el choque antes del descanso sin necesidad de apretar y afrontó relajado la segunda parte ante el equipo de un Leo Messi que dice adiós de manera triste.
Los goles del elenco parisino llegaron todos en el primer tiempo producto de las apariciones de Joao Neves (en dos ocasiones), Tomás Avilés (en contra) y Achraf Hakimi.
EL PARTIDO
Fue la historia de un equipo superior que tiene la ambición de ser mejor cada minuto del partido y lo consigue. El Paris Saint-Germain impresionó en la última final de Champions por su actuación contra el Inter de Milán, un mes después, el Inter Miami corrió una suerte parecida. Desde el primer minuto los de Luis Enrique apretaron arriba, hicieron imposible que los americanos sacasen el balón desde atrás. Fue un monólogo.
Este tipo de exhibiciones de juego necesitan de goles, porque de nada vale el dominio si no se corona con goles. Tampoco eso faltó, aunque durante buena parte de la primera parte el marcador estaba 1-0 gracias a un gol de Joao Neves. Cuando todavía era ese el tanteo cabía la pregunta de si, quizá, en algún momento Messi podría dar un zarpazo, una epopeya más.
El problema es que, con esa presión asfixiante, esa capacidad de jugadores como Doue, Barcola o Kvaratskhelia, hacía ese 1-0 un resultado algo irreal. Lo normal fue lo que terminó sucediendo, un torrente de goles.
El PSG da miedo a sus rivales, es un equipo genialmente construido, lleno de jugadores tan hábiles como fuertes y rápido, mediocampistas como Fabián, Joao o Vitinha son capaces de someter a un rival sin que este sea capaz siquiera de trenzar dos o tres pases.
Por eso, en el 39 llegó el 2-0 y solo seis minutos más tarde, cuando se iban al vestuario a descansar un rato, el marcador ya hablaba de un 4-0. Un resultado tan abultado como justo, lo que había sucedido en la primera mitad en el Mercedes-Benz fue un vendaval parisino contra el que los estadounidenses no encontraban herramientas para rechazarlo.
La segunda mitad el partido fue menos partido. Los franceses ya se sabían con el trabajo hecho y pudieron bajar las revoluciones. Cuatro podían ser suficiente. Cuatro siempre están bien. Luis Enrique, en el descanso, empezó a mover el banquillo, quitarle castigo a jugadores importantes y ya no tan jóvenes -para un equipo tan joven como este- como Marquinhos o Fabián.
Por eso también el Inter Miami pudo respirar un poco, darse algún gusto, alguna contra, mantener la posesión algunos segundos más. Era un buen premio para un equipo corajudo, que ha peleado mucho para llegar hasta aquí y que ya tuvo un enorme mérito en la primera fase para pasar a octavos. Hasta aquí, eso sí, contra el PSG se encontraron demasiado rival.
A Luis Enrique le sirvió el partido incluso para meter a Dembele un rato en escena. El francés, que ha sido uno de los jugadores de la temporada, llegó a Estados Unidos lesionado y no pudo disputar ni un minuto en los tres primeros partidos. En este, con todo ya roto por esa primera parte primorosa, se pudo reencontrar con el césped, empezar a correr y ligar con sus compañeros. Una arma más para un equipo que anda sobradísimo de ellas.