Los crespos de color amarillo fueron la marca y característica física con la que más se reconoció al ex volante colombiano Carlos ‘Pibe’ Valderrama.
Ha sido uno de los mejores futbolistas en la historia de Colombia y su fuerte personalidad la demostró desde que era muy joven.
“Te admiro, estás jugando muy bien, has sido un factor importante en el Cali”, le dijo el entrenador de la Selección mayor de Colombia, Gabriel Ochoa Uribe, a Carlos Valderrama en 1985.
Se encontraban en Asunción en la ida del repechaje al Mundial de México 1986. El partido estaba programado para el 27 de octubre de 1985 y solo tres días antes el América de Cali había perdido la final de la Copa Libertadores ante Argentinos Juniors por penales.
El Dr. Ochoa era el técnico tanto de ‘La Mechita’ como de la Tricolor, por eso a Paraguay viajó una misma delegación de jugadores de América y la Selección Colombia. El ‘Pibe’ Valderrama tenía 25 años, inició su carrera en Unión Magdalena, pasó por Millonarios y desde 1985 vestía la camiseta del Deportivo Cali. Bajo el mando de Vladimir Popović hizo parte de un gran mediocampo con Bernardo Redín.
“A mí no me agrada tu pelo, no me gusta verte así . No me acostumbré a verte de pelo largo, ni ver a ningún jugador de pelo largo así ensortijado”, le comentó Ochoa Uribe a Valderrama. En esa serie de repechaje ante Paraguay el ‘10’ fue convocado por primera vez a la selección de mayores. “No hay ningún problema, yo me voy”, respondió el volante. Desde joven el ‘Pibe’ usó el pelo largo, primero con el afro y después dejándose los crespos.
“No, tampoco es pa’ que te vayas. No me gusta. Si tú lo puedes sacrificar estupendo, sino lo puedes sacrificar vámonos así”, agregó el Dr. Ochoa.
El entrenador antioqueño también contaba con un carácter bastante fuerte, aún así prevaleció el de Valderrama: “Pues tendrá que ser así, vámonos sin cortarme el pelo”.
Colombia cayó goleada 3 – 0 con Paraguay y el ‘Pibe’ Valderrama disputó los últimos 25 minutos. Ahí empezó una etapa de 13 años del volante con la selección donde se convirtió en un líder y pieza clave en la clasificación a los Mundiales de 1990, 1994 y 1998. Siempre mantuvo sus crespos que después del retiro continuó siendo su sello.