El auge del fútbol femenino internacional pone en el centro del debate algo natural, pero estigmatizado, como es el ciclo menstrual.
Sí, las futbolistas de élite tienen la menstruación, como la mayoría de deportistas mujeres. Como la mayoría de mujeres en el mundo, vaya.
Sin embargo, no es hasta hace unos años que la investigación en el ámbito deportivo ha centrado sus esfuerzos en entender cómo el hecho de que las mujeres sangren, en promedio, entre dos a siete días de cada mes –y no lo hagan el resto del ciclo menstrual, con una duración total de entre 23 y 35 días– afecta a su rendimiento dentro del terreno de juego.
Ahora, investigadores de la University College de Londres (UCL), la Universidad de Bath y la de St. Mary’s, todas localizadas en Reino Unido, han presentado un estudio pionero en el que dan luces sobre la realidad del ciclo menstrual y cómo impacta de lleno en el desarrollo profesional de las jugadoras. Y, por ende, en el devenir de los clubs a los que representan. No sobre decir que, a mayor incidencia de lesiones, da igual si hablamos de deportistas hombres o mujeres, menor es el beneficio económico que se traduce de sus fichajes.
La principal conclusión a la que ha llegado la citada investigación es que las futbolistas (y, por extensión, el conjunto de las atletas) tiene seis veces más probabilidades de sufrir algún tipo de lesión muscular en los días previos a tener la menstruación, cuando la fluctuación hormonal se vuelve más extrema. “Es el punto del ciclo donde los niveles de las hormonas sexuales femeninas (estrógenos y progesterona) pueden variar más del 100% en apenas 24 horas”, establecen. También son cinco veces más propensas a padecer una lesión de este tipo durante la denominada fase lútea (la segunda fase del ciclo, coincidiendo con el inicio de la ovulación).
Los responsables del estudio, publicado en la prestigiosa revista ‘Medicine & Science in Sports & Exercise’, basan sus afirmaciones en los resultados que obtuvieron tras monitorear a 26 jugadoras de la liga profesional de Inglaterra.
La WSL, por sus siglas en inglés, sufre en la actualidad una “epidemia” de lesiones sin precedentes. Durante tres temporadas consecutivas (13.390 días), los investigadores analizaron, en total, 593 ciclos menstruales y 74 lesiones diferentes.
Una vez recabados los datos, calcularon las tasas de incidencia de lesiones (IRR), su probabilidad en relación con las diferentes etapas del ciclo (IIRR), la gravedad de las mismas y el tipo. De esto se desprende que las lesiones musculares son más comunes en las deportistas de élite que en sus homólogos hombres por los cambios fisiológicos y psicológicos que se producen en el cuerpo de la mujer durante todo ciclo menstrual. A esto hay que sumar las secuelas que se relacionan con la fase del sangrado. Muchas deportistas sufren dolores muy intensos (los denominados ‘cólicos’), calambres y fatiga generalizada que impide que se desempeñen a pleno rendimiento.
El estudio, no solo sienta las bases para que la ciencia del deporte continúe con esta línea de investigación. También alerta de la importancia de revaluar las estrategias de apoyo de los diferentes organismos y clubs de fútbol a las atletas de cara a que puedan desarrollarse profesionalmente bajo la premisa de que el cuerpo femenino tiene unas características propias.
“Los datos que hemos obtenido destacan la necesidad de investigar más a fondo esta área, porque existe una brecha significativa de sexo y género a este respecto. A nivel de élite, las lesiones de tu equipo pueden significar la diferencia entre ganar y perder, la diferencia entre ser coronado campeón y subcampeón. Pero quizás lo más importante, significa dolor y sufrimiento para las jugadoras que tal vez podrían evitarse con un mejor apoyo centrado en ellas”, sentencia Jo Blodgett, unos de los responsables de la investigación, a ‘Technology Networks’.
Aunque todavía queda mucho camino por recorrer, los avances en este ámbito son evidentes. Cada vez más equipos, no solo en el fútbol, utilizan algún tipo de tecnología para monitorear el ciclo menstrual de sus jugadoras y adecuar los entrenamientos, la alimentación y el tiempo de recuperación. Ese fue el secreto mejor guardado del equipo femenino de Gales para ganar el Seis Naciones de rugby. Por primera vez en la historia del campeonato, se empleó un dispositivo pionero que rastreó el rendimiento diario de las deportistas en relación con su ciclo. Los datos obtenidos permitieron al seleccionador Ioan Cunningham y al equipo técnico de Gales tomar decisiones sobre la configuración del equipo partido a partido según el estado físico de las jugadoras.
Fuente: Yahoo Deportes