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Este sábado el Manchester City logró con mucho sufrimiento el pase a la final de la FA Cup tras vencer por la mínima al Chelsea (1-0), que le perdonó la vida a los de Guardiola en más de una ocasión. 

Bernardo Silva, en el 84', se redimió de la pena máxima fallada ante el Madrid y castigó a unos londinenses que reclamaron un penalti de Grealish.

  

Chute de moral del City en Wembley. El equipo de Pep Guardiola, que acabó destrozado a todos los niveles ante el Madrid, consiguió una victoria psicológica para lo que resta de temporada al vencer en la semifinal de la FA Cup a un Chelsea fallón de cara a portería. Los de Pochettino plantearon un partido valiente, pero perdonaron demasiado y lo acabaron pagando.

Bernardo Silva, uno de los que 'tuvo que pedir cita al psicólogo tras la eliminación de la Champions', consiguió rehacerse y el Dios del fútbol le dio la oportunidad de redimirse marcando el gol del triunfo. El portugués aprovechó al segundo palo un balón que le cayó muerto y se quitó un peso de encima.

El City logró alejar los fantasmas de hace unos días del Etihad gracias a la puntería de uno de sus jugadores. Un resultado muy bueno para los de Guardiola, ya que les permite afrontar una final y el desenlace de la temporada con otra perspectiva.

Un City depresivo

Muchos pensaban que el equipo de Guardiola iba a hacerse con el mando del partido desde el inicio, pero fue todo lo contrario. El City, muerto física y mentalmente tras el desgaste frente al Real Madrid, estuvo muy errático en todos los sentidos. Los 'citizens' mostraron una cara que pocas veces han enseñado y hasta Rodri, que tuvo que llamar al orden durante el partido, también se contagió.

El Chelsea le complicó la vida a los 'skyblues' con una alta presión y con las líneas muy juntas a la hora de defender. Pochettino había tomado nota del plan llevado a cabo por el Madrid y lo puso en práctica con un buen resultado. Ninguna de las figuras del cuadro de Mánchester pudo relucir en Wembley, siendo De Bruyne el único que lo intentó de forma efímera.

Kevin, un peligro siempre que está en el campo, ideó una asistencia quirúrgica a Foden entre tres defensores y el británico, que se quitó de encima a Petrovic, no pudo rematar en condiciones porque se escoró demasiado. Esa fue la oportunidad más peligrosa de un City que estaba luchando contra sí mismo.

Walker o Stones, entre otros, estuvieron empanados en más de una ocasión y a los londinenses les faltó poco para dar el golpe al encuentro. Nico Jackson, protagonista en la goleada al Everton por discutir con un compañero por tirar un penalti, desperdició una acción inmejorable ante Stefan Ortega. Enzo Fernández le metió un pase medido que le dejó solo ante el portero, al que regateó para nada. El ariete quiso buscar a un compañero y encontró a Rodri.

Poco después, Cole Palmer, al que los focos apuntaron porque se enfrentaba a su ex equipo, se topó con el guardameta tras quitarse a Rodri con un toque. El zurdazo del 'blue' lo rechazó el 'citizen' con la mano derecha. Semblante muy serio de Guardiola, que tenía que darle la vuelta a la situación en el descanso.

El que perdona lo paga

Tras la reanudación, el guion de partido continuó de la misma manera y Stefan Ortega se encargó de impedir que el Chelsea se adelantase en el marcador. Y lo hizo en cuestión de unos segundos con dos intervenciones, ambas a un Nico Jackson que no sabía donde meterse. El senegalés erró otro mano a mano con el guardameta y un remate franco en sus narices.

Pochettino sabía que eso podía costarle muy caro a su equipo y al final lo pagó en la recta final. Pero antes de llegar a ese momento, el conjunto 'citizen' continuó demostrando al mundo que estaba ante uno de los peores partidos que se le recuerdan este curso. El mazazo ante el Madrid tuvo mucho que ver, aunque finalmente lograron llevarse la victoria gracias a la puntería de una de sus figuras.

También hay que decir que se libraron de que Michael Oliver señalara un penalti de Grealish. Palmer, que no brilló como de costumbre, lanzó una falta y el jugador del City desvió la pelota con el brazo. Una acción más que polémica que para el árbitro quedó en nada.

El juego siguió y Moisés Caicedo, el fichaje más caro de la Premier, desperdició otra oportunidad de los visitantes, que dieron varios pasos para atrás para intentar llevar el encuentro hacia la prórroga. Sin embargo, los de Guardiola la esquivaron a los 84 minutos.

Bernardo Silva aprovechó que Petrovic desvió un centro de De Bruyne para empalar el balón y hacer el 1-0 definitivo. El Chelsea, que era su peor enemigo, se encontró con un gol en contra que le cambió los planes y que le condenó eternamente. Alivio absoluto el triunfo para un City que supo salir con otra cara de la cita con el psicólogo, al que tuvo que acudir para olvidar lo del Madrid. 

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