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Muchos futbolistas han visitado a un 'brujo' franco-marfileño en busca de curarse de lesiones. 

La prensa en Francia ha hecho eco de un suceso que para algunos no tiene ninguna injerencia. Otros son más creyentes. 

 

Al ver a Cheick Issa (nombre ficticio del brujo) en camiseta y vaqueros en la planta baja del inmueble donde se encuentra su gabinete, es imposible adivinar lo que hace este jefe de empresa en el sector del hogar.

Ya en su planta, recibe al visitante con un caftán en su despacho de decoración sobria.

"No creo en amuletos, creo en el Corán y en las plantas, eso es todo", declara.

Sobre el suelo hay una veintena de bolsas de plástico y botellas, sus herramientas de trabajo: cortezas de árbol que hervir contra "el mal de ojo" (a beber o verter en su baño), semillas que machacar "para mantener la suerte", pociones para "hacer brillar" al "político, jefe o abogado" que vienen a consultarlo "para ser queridos" y remedios para la "potencia sexual".

Cuenta haber recibido "el don" de su madre, "que leía las cauríes" (adivinación con caracolas), y de su padre que era un imán.

Formado en un colegio coránico y después por brujos en el oeste de África, su reputación despega en Costa de Marfil, cuando un político al que "ayudaba" llegó a ser ministro.

Instalado en Francia desde hace más de 10 años, Cheick Issa, que dice que tan solo cobra sus desplazamientos y las plantas llegadas desde su país de origen, recibe en su mayor parte a personas de las comunidades africana, magrebí, india y franceses.

"Las personas no hablan cuando vienen por primera vez", explica. "Me toca a mí adivinar". Son personas que tienen "problemas en sus casas", de salud, en el trabajo o para encontrar "el gran amor".

En su mayoría originarios del oeste de África donde es común consultarlos, estos sanadores del alma han sabido adaptar su trabajo en Francia a la demanda de una sociedad desorientada por las crisis, problemas sociales y cambio de valores.

Ocupan el rol que para otras personas tienen psicólogos, hipnotizadores o videntes.

Hombres y mujeres de todas las edades, sin papeles, diplomados, en paro, profesores, "la clientela de los brujos parisinos atraviesa el conjunto de las capas sociales", anota Kuczynski en su libro referencia 'Los brujos africanos en París'.

En una investigación de 2022, IFOP destaca que "lejos de ser el fenómeno oscuro y marginal que se podría imaginar, la creencia en lo paranormal y las supersticiones constituye un fenómeno mayoritario al alza".

Incluso hay brujos que anuncian que hablan también español y según morabitos en Francia consultados por la AFP tienen clientes de orígenes portugueses y españoles, especialmente mujeres con problemas amorosos o de trabajo.

"Los brujos tienen dones particulares e inteligencia emocional. Saben entender los desórdenes de sus clientes por medios que no son necesariamente los de la terapia sino una forma de ritual donde ayudan a resolver las situaciones", explica a la AFP Marie Miran-Guyon, antropóloga en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales (EHESS).

"¡Y en cierto modo funciona! Efecto placebo o no, a partir del momento en el que las personas creen, tiene un efecto performativo".

En su gabinete, Cheick Issa recibe un sábado de septiembre a Raymond [nombre modificado], un antillano de 61 años.

Con la mirada baja, el brujo le agarra las manos durante un largo instante, apoyando cerca del pulgar para "captar la energía". "Le siento enfadado, sé que algo no va bien", revela a los periodistas de la AFP.

Después Raymond agarra un bolígrafo y lo acerca a su boca, sin soltar ni una palabra. En el silencio, Cheick Issa escribe en un cuaderno y después traza líneas ente los caracteres, utilizando la geomancia -adivinación por medio de objetos de naturaleza terrestre-, e invocando a los "dieciséis espíritus".

"Mis orejas están calientes, siento una barra en mitad de mi frente, ¡los espíritus me llegan!": sus impresiones quedan reservadas para su cliente. 

Raymond es un cliente "histórico" de Cheick Issa.

"Hace una década, después de un doloroso divorcio, tenía dolores y sufría de fatiga". "Iba al trabajo como un zombi", afirmó.

Convencido de que exesposa le había "lanzado un maleficio", no consultó a los médicos y fue a una iglesia profética africana. Ningún resultado. Consultó con brujos. "Todo lo que hicieron fue quedarse el dinero", señala.

Siguiendo los consejos de un compañero de trabajo llegó a Cheick Issa. "Era como si hubiera vivido a mi lado todos esos años. Me contó mi vida de la A a la Z, no me lo podía creer", señala.

El brujo le preparó pociones a base de plantas en un tipo de jarras utilizadas en el Oeste de África, ante las cuales realizó "oraciones".

"Llevas la jarra a tu casa para lavarte con la poción", cuenta Raymond. En unas cuantas sesiones "recuperé la salud", dice.

"Hay algunos que pueden ser psicoterapeutas de hecho... y también hay estafadores", indica el antropólogo Jean-Pierre Olivier de Sardan, del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS).

Cualquiera que afirma tener un don y conocimientos del islam, que practique la geomancia, la adivinación y la taumaturgia -facultad para realizar prodigios- puede presentarse como morabito. El precio de una sesión varía desde decenas de euros a varios centenares en caso de sacrificio o incluso hasta decenas de miles.

La policía francesa no tiene un censo de videntes y morabitos. Solo se interesa en ellos en caso de denuncias por estafa o por ejercicio ilegal de la medicina.

La Misión Interministerial de Vigilancia y Lucha contra las Derivas Sectarias (Miviludes) indica haber tratado en 2021 22 requerimientos sobre médiums, dos sobre videntes y uno sobre morabitismo.

El entrenador francés Claude Le Roy conoce bien el fenómeno en la órbita de los futbolistas en África. Ha vivido 30 años en ese continente y ha sido seleccionador nacional de seis países.

Él mismo ha sido apodado el 'Brujo Blanco' después de haber recibido amenazas de morabitos a los que había apartado de los cuerpos técnicos de sus equipos.

"Algunos jugadores necesitan ir a hablar con sus morabitos, eso puede reconfortarles, hacerles pensar. Supone también un contacto que conservan con su país de origen", explica.

Aunque Le Roy insiste "no creer para nada" en la brujería, admite seguir impactado por un suceso.

En 1997, después de un partido de ida catastrófico en la Liga de Campeones europea, perdido 3-0 en los despachos ante el Steaua de Bucarest por una alineación indebida, el París Saint-Germain debía ganar por cuatro tantos de diferencia para clasificarse, todo un desafío.

Con el entonces presidente del PSG, Michel Denisot, contactaron a "un gran brujo maliense" que cobró el equivalente a 500 euros (536 dólares).

"Nos pidió enviar las fotografías de los jugadores y sus números. Poco antes del partido de vuelta, nos anunció que el número 18 marcaría el cuarto gol en el minuto 37".

El día del partido, el PSG logró la hazaña, ganó 5-0, y el número 18 marcó el cuarto gol en el minuto 41.

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