El repentino ataque lanzado por Hamás contra Israel tiene en vilo al mundo.
Para América Latina, la escalada del conflicto en Oriente Próximo podría estimular las actividades de Hezbollah y otros grupos radicales en la región, dado que históricamente han llevado a cabo allí una parte de sus actividades de recaudación de fondos y de otro tipo.
La enemistad hacia Israel por parte de los grupos radicales radicados en Oriente Medio podría dar lugar a nuevos atentados contra objetivos israelíes en la región, como ocurrió con el mortífero atentado de marzo de 1992 contra la embajada israelí en Buenos Aires (Argentina), en el que murieron 29 personas y más de 200 resultaron heridas, y el atentado de julio de 1994 contra el Centro Comunitario Judío AMIA, en el que murieron 85 personas y más de 300 resultaron heridas.
La potenciación de Irán como rival de Estados Unidos en el drama que se está desarrollando podría alentar la ampliación de las iniciativas iraníes para amenazar a Estados Unidos en su propio entorno exterior, basándose en el actual nuevo compromiso con la región del régimen de Ebrahim Raisi, centrado en regímenes contrarios a Estados Unidos como los de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Para Israel, mientras persigue sus intereses fundamentales de seguridad, es vital que proceda con extrema cautela para evitar caer en la trampa estratégica que Hamas, y tal vez su patrocinador Irán, esperan cebarle. Estados Unidos, por su parte, debe evitar verse arrastrado a perder su influencia con los socios tradicionales en un Oriente Medio polarizado, incluso aunque se mantenga firme al lado de Israel.
Estados Unidos debe poner especial cuidado en evitar que la conflagración beneficie estratégicamente a Irán, Rusia y la República Popular China.
En cuanto a América Latina y el Caribe, la región debe estar alerta ante los riesgos de expansión de las actividades de financiación del terrorismo, los atentados contra objetivos judíos y las aperturas a la participación iraní.
Fuente: Infobae