Cuatro Champions en cinco años y tres de ellas consecutivas (2014, 2016, 2017 y 2018), gesta solo superada por el Real Madrid de Di Stéfano en los años cincuenta cuando el club blanco conquistó cinco Copas de Europa consecutivas, es motivo más que suficiente para haberse ganado el elogio y un descanso, pero eso no quiere tampoco decir que la exigencia sea menor.
El rey de Europa tiene la obligación de pelear temporada tras temporada por ser el mejor equipo del continente, como ha sucedido hasta en trece ocasiones, pero ahora mismo parece no tener los suficientes argumentos futbolísticos para ser capaz de levantar en el corto plazo una nueva orejona.
Por primera vez desde el regreso de Florentino a la presidencia del Real Madrid, en el verano de 2009, el equipo manda señales de estar un escalón por debajo de los grandes favoritos al torneo. Bayern, City, Liverpool y PSG son los cuatro principales candidatos en las apuestas y también entre la crítica. Tanto la más sosegada como la más forofa. Una historia paralela a la que le sucede al Barcelona y, en general, al fútbol español. El absoluto dominio de la década que está punto de decir adiós es ya historia. El viento ahora sopla de cara, y la prudencia en la boca de Zidane lo constata: «Nosotros, como muchos equipos, esperamos mucho de la Champions. Será complicado y habrá momentos difíciles. Lo importante es prepararse bien».
El embrión de este cambio de ciclo está en el mes de junio de 2018. El Madrid había consumado una temporada mala en Liga y Copa pero su tendencia y su gen ganador en Europa dieron su último zarpazo, levantado la decimotercera en Kiev (3-1 en la final ante el Liverpool). Una Champions a la que le precedió, primero la inesperada marcha de Zidane, y después la esperada de Cristiano. Los dos líderes de aquella brillante era, fuera del club en un visto y no visto. Tocaba reconstruir los cimientos, pero no está siendo sencillo.
Sustituir al máximo goleador de la historia del Real Madrid y al segundo mejor futbolista de la centenaria vida del club blanco requiere paciencia y tiempo, pero también dinero y suerte. Jugadores como Cristiano Ronaldo aparece uno cada veinte-treinta años y, además, hoy el Madrid tiene enfrente unos cuantos clubes a los que se les caen los millones de los bolsillos. La ecuación tiene difícil resolución. A ello hay que sumarle que los fichajes en esa posición han salido cruz. Mariano y Jovic no han cumplido las expectativas. Pero tampoco Hazard, el jugador elegido para ser el nuevo futbolista franquicia hasta la esperada llegada de Mbappé en 2021 (o 2022). El belga suma quince meses en el Madrid con un preocupante historial de lesiones, dos de ellas de gravedad, que apenas le han permitido jugar un total de 22 partidos, y no todos de titular.
Envejecimiento
En el banquillo, ni Lopetegui ni Solari lograron hacer cosquillas a la alargada sombra de Zidane, y tras el regreso de este, solo nueve meses después de su marcha, tampoco nada ha sido igual. El francés es idóneo para sentarse en el banquillo blanco, pero los años pasan y su columna vertebral y el resto de pesos pesados, todos ellos fundamentales en el ciclo triunfal de la primera etapa de Zidane, quizás hayan ya jugado los mejores 25 partidos de su carrera.
El club ha trabajado para amortiguar este cambio de ciclo con una política de fichajes centrada en promesas que apuntan a ser las estrellas de la próxima década, pero de momento necesitan más tiempo de cocción. Vinicius y Rodrygo aún están en periodo de formación. Odegaard y Valverde ya han dado un pequeño salto adelante, pero aún les falta jerarquía. Y la grave lesión de rodilla de Asensio ha puesto en cuarentena la prometedora carrera del balear.
Mientras en el Madrid la transición parece demandar más tiempo, en Europa han cuajado dos equipos que son el paradigma perfecto del fútbol moderno. Bayern y Liverpool han reunido talento, intensidad, velocidad y fuerza, y ahí están sus brillantes resultados. Y muy cerca de ambos, City y PSG. Estos cuatro, a día de hoy, juegan al fútbol pero parece que practican un deporte tot