Cuando Zinédine Zidane debutó en un gran equipo, la Juventus de Turín, tenía 24 años. Para entonces, ya se había dejado las rodillas jugando en las calles de Marsella, militado en media docena de equipos de pueblo y disputado más de 200 partidos en Primera División, consiguiendo ser mejor jugador joven en 1994 y mejor jugador de la liga francesa en 1996, el año en el que marchó a Turín.
Esa última temporada en el Girondins, como regalo a la afición, obró dos milagros: llevar el equipo hasta la final de la UEFA y hacer que Cristophe Dugarry pareciese un goleador.
Cuando Enzo Zidane debutó en un grande, el Real Madrid, tenía 21 años. Para entonces, ya se había fogueado en las tecnológicas instalaciones de la Juventus, en los campos de césped del Liceo Francés y en el jardín de la residencia de los Zidane, en Conde Orgaz, donde aprendió no solo de su padre sino también de vecinos que sabían pegarle al balón como Luis Figo. Enzo ingresó en el Madrid a los 12 años, escondiendo su apellido a la vez que hacía ruletas marsellesas, y jugó en todas las categorías inferiores que uno pueda imaginar sin llamar la atención. En agosto de 2016 debutó con el Madrid en su gira por Estados Unidos, convirtiéndose así Zinédine en el primer entrenador que alinea a su hijo, Enzo, en los 118 años de historia del equipo madrileño.
Abelardo no contaba con Enzo Zidane ni para organizar los rondos
Tampoco puede decirse que la ocasión mereciese la pena: aquel fue el primer y penúltimo partido de Enzo en el primer equipo del Real Madrid. Con los números en la mano —siete goles y 15 asistencias en tres temporadas con el Castilla—, cuesta comprender el debut del joven en el máximo nivel, sobre todo cuando no se le pensaba dar continuidad sobre el campo. Solo jugó un partido más, de copa, contra la Cultural Leonesa. ¿O era una forma de poner al jugador en el escaparate, a sabiendas de que su futuro en el Real Madrid era oscuro? Según Transfermarkt, desde el día de su debut, el valor de mercado de Enzo no ha dejado de caer.
Es la historia de los hijos de Zinédine: solo encuentran estabilidad en el Real Madrid, mientras que en el resto de equipos, de menor exigencia, apenas les dejan debutar. Como si estuviese invertida, la carrera de los 'zidaners' consiste en una caída sin fin desde lo más alto.
Zizou no iba a ser más que el primero de una lista de entrenadores que no han confiado en Enzo. En el Alavés, que le fichó (gratis) por tres temporadas, jugó solo dos partidos de liga, sin conseguir ganarse la confianza de ninguno de sus entrenadores, que en aquella temporada fueron cuatro. Dicen que el último de ellos, Abelardo, no contaba con él ni para organizar los rondos, tenían que recordarle que el centrocampista formaba parte de la plantilla.
Sin mejores ofertas, el hijo mayor de Zidane se marchó al Laussane Sport, con el que terminó descendiendo a la Segunda División suiza. Los helvéticos, incapaces de pagarle la ficha, lo cedieron al Rayo Majadahonda en Segunda División, donde Enzo contribuyó a otro descenso con una sola asistencia y ningún gol en 34 partidos. Rescindió su contrato con el Laussane y probó suerte en el Desportivo das Aves, en Portugal, de donde le rescató Guti, gran amigo de su padre, llevándoselo al Almería en el último resquicio de la ventana de fichajes invernal del año pasado.
Enzo jugó un solo partido con el Almería la temporada pasada y esta, con 25 años, la ha arrancado con los juveniles del equipo de Tercera División. El jeque le ha dicho que no cuenta con él y Alain Migliacco, el agente de su padre, pasa estos días buscándole equipo. Si no lo encuentra, las posibilidades de que Enzo vuelva a jugar con el primer equipo del Almería son remotas.
Luca, atento al prefijo de Francia
En la misma situación está su hermano menor, Luca Zidane, también fruto de La Fábrica. A sus 21 años, después de haber sido una promesa en la portería de la cantera blanca e incluso internacional sub17 con Francia, se encuentra sin equipo. También representado por Migliacco, confía en encontrar un hueco en la liga francesa. En teoría, su destino iba a ser el Montpellier. Así se publicó en varios medios a finales de junio, pero los franceses han preferido incorporar al suizo Jonas Omlin para suplir a Rulli, cerrándole el paso a Luca. De hecho, como después explicó el presidente del Montpellier, todo fue un globo sonda de Migliacco: "¿Traer a Luca Zidane? Lo que buscamos es un número uno. Fue su agente quien nos sondeó, no al revés".
Zinédine hizo debutar en el Madrid a Luca el 19 mayo de 2018, contra el Villarreal. Traía un currículo extravagante en el Castilla, con más goles encajados (60) que partidos jugados (51), y una ristra de errores groseros que, reunidos en un vídeo, fueron la comidilla del fútbol español por un tiempo. Jugó dos partidos con el Madrid y recibió cuatro goles. De nuevo, la teoría del escaparate: el Madrid lo cedió dos meses después al Racing de Santander para que pasase allí su último año de contrato, pero con la intención de no renovarle más. Pasó de futurible suplente de Courtois a salir del club con prisas y por la puerta de atrás en unos meses.
Luca ha jugado esta temporada en Santander, anotándose de nuevo más goles (42) que partidos (33), y, como es marca de la casa, descendiendo de división con su equipo. En el Racing, el mayor de los Zidane cometió dos fallos garrafales que nunca le perdonó una parte del Sardinero, que vivía en el alambre con las salidas del portero francés. Bien es cierto que mejoró como portero y destacó por sus reflejos y seguridad en los balones aéreos y que, pese a que perdió la titularidad en los últimos partidos, el Racing estaba por la labor de renovarle, ya que el Madrid le otorgó la carta de libertad y era un traspaso sin coste, pero Luca prefirió ejecutar una cláusula por la que podía salir del equipo en caso de descenso. A falta de un día para que empiece la liga española y con la liga francesa por la tercera jornada, Luca no sabe dónde jugará este año.
Si hubo un tiempo en que el madridismo suspiraba por establecer una dinastía Zidane en el Bernabéu, a estas alturas a ningún aficionado se le pasa por la cabeza. Completada la formación de la mitad de los hijos de Zizou, el balance es calamitoso para el Real Madrid: las décadas de formación invertidas en Luca y Enzo no han reportado nada al primer equipo y cero euros al club en traspasos. Aunque se han movido entre varios clubes, ninguno ha pagado por ellos. Es tal la situación que algunos empiezan a acordarse del caso de Lorenzo Sanz Jr. en la sección de baloncesto, que desembocó en una embarazosa retirada a los 27 años (aunque su padre le compensó el disgusto nombrándole jefe de la sección).
A Zinédine todavía le quedan dos balas en la recámara en forma de retoños adosados en Valdebebas: Theo, de 18 años y al que Zizou ya ha hecho entrenar con el primer equipo, y Elyaz, de solo 15 y defensa en el cadete, que ya levanta a su padre del sofá con sus cabriolas. Entre los técnicos de Valdebebas se ha instalado la creencia de que, en los Zidane Fernández, los buenos son los hermanos intermedios, Luca y Theo. Frustrada la trayectoria del portero, en el Real Madrid cruzan los dedos para que finalmente sea Theo el que redima a la saga familiar.
Fuente: Diario El Confidencial