Horacio Casarín Garcilazo no solo fue el primer gran goleador cuando el futbol mexicano dio el salto al profesionalismo. La fama que tenía en la década de los 40 lo llevó a participar en la película mexicana 'Los hijos de Don Venancio', primer largometraje que tuvo al futbol como tema principal, al lado de actores consagrados como Joaquín Pardavé, Rafael Banquells y Roberto Cañedo.
Originario de la Ciudad de México, Horacio es recordado como un hombre multifacético que nunca perdió el piso, pese a la gran popularidad que logró a lo largo de su carrera, primero como jugador y después como entrenador.
CÓMO TÉCNICO TAMBIÉN FUE FIGURA
“Era un tremendo personaje. Como persona fue un tipo excepcional”, recordó Eduardo Rergis, jugador al que dirigió en la Selección Mexicana en el Mundial Juvenil de Túnez 1977, donde el cuadro nacional quedó en segundo lugar luego de perder la final ante Rusia.
“Uno lo tenía referenciado como el futbolista destacado. Fue uno de los primeros ídolos en México, pero el tipo no escatimaba nada como persona. Era un tipo preparado, muy enjundioso pero siempre positivo, su estado de ánimo siempre estaba enfocado en las cosas positivas”, agregó Lalo, a quien tres años después, volvió a dirigir en el Atlante a principios de la década de los ochenta.
CASARÍN, EL ETERNO GOLEADOR
Casarín nació el 25 de mayo de 1918 en la capital del país, y con 18 años recién cumplidos debutó con los Rayos del Necaxa (1936). En 21 años de trayectoria, la cual lo llevó a vestir las camisetas del Atlante, Real España, Zacatepec, América y Monterrey, club donde se retiró, logró marcar 283 goles. Esa marca la rompería Evanivaldo Castro Cabinho, jugando para los Potros de Hierro casi tres décadas después, teniendo como entrenador coincidentemente a Casarín.
“Era un equipo rodeado de muchas figuras, estaba Cabinho, Ratón Ayala, jugadores extraordinarios a nivel internacional, y nacionales como Bonavena Ramírez, Lalo Moses, José Luis González, era un plantel complicado”, platicó Rergis.
“Desde que llegó le dio una estabilidad social al equipo (Atlante). Todos eran muy buenos jugadores, pero había que crear sociedades, y el tipo tuvo el tino desde la parte futbolística de saber cómo ubicar a las personas, siempre con el buen trato y el don de gente que tenía”. A los 86 años Horacio Casarín falleció a causa de problemas renales. Sin embargo, su salud ya había sufrido graves daños, luego de que sus últimos 11 años tuvo vivir con Alzhaimer.
Artículo tomado de: Medio Tiempo