Alfredo Whitaker, oriundo de Guápiles, tiene una historia muy particular en el mundo del futbol. Fue portero, luego se convirtió en árbitro internacional y ahora funge como el presidente de la Federación de Futbol de Islas Caimán.
En una entrevista a www.everardoherrera.com Whitaker nos habló de su trayectoria como jugador.
En Costa Rica militó con Saprissa, Limón, Pérez Zeledón y Uruguay de Coronado, mientras que en Honduras lo hizo con Victoria y Vida.
Su charla se enfocó en la relación con algunos de los entrenadores.
Walter Ormeño (q.d.D.g.) fue técnico del Saprissa en 1984 y vino a imponer disciplina en Saprissa y sé que usted quería hablar de esa experiencia…
Los que tuvimos el placer de trabajar con don Walter, especialmente los jóvenes, vemos ahora muchas cosas que están pasando y que él quiso tratar de implementar en Saprissa. Pero había mucho jugador de colmillo que no le dejó trabajar. Fue un periodo en el que Saprissa con grandes jugadores, casi desciende.
¿Cuál era el pleito?
Pedía disciplina táctica. Estaba Alfredo Zenobio (italiano) y cuando él quería contragolpear, decía el Cadaver Villalobos –No le den la pelota a ese mae porque los va a poner a correr-. Entonces toda la táctica se echaba a perder. El técnico pedía más intensidad en los entrenamientos y lo fueron mermando… Ese año a Saprissa le costó mucho, pero jóvenes como Vladimir Quesada y yo, se nos dio la oportunidad de jugar. A nosotros nos salieron bien las cosas.
¿Y cómo era él con el equipo? Parecía ser muy exigente…
Don Walter era más que exigente y tenía un porqué. Pedía iniciar a ciertas horas y algunos llegaban media hora después. Fue el primero también en buscar una dieta balanceada en los futbolistas. Recuerdo que al medio tiempo nos daba agua dulce.
Cuando él se fue de Saprissa me recomendó irme. Me fui primero a Naranjo (en Segunda División), pero luego fui a la Asodeli. Pero Álvaro McDonald no me quería. Me llamaba ‘Fresita de Saprissa’. Yo trabajé mucho con don Álvaro y me cambió la perspectiva de lo que era estar en un equipo pequeño. Luego, antes de ir a Uruguay de Coronado, me llevaron a la Segunda División en Segunda División. Posteriormente me fui al gran Uruguay de Coronado de Leroy Lewis.
¿Y qué tal Leroy como entrenador?
Es un magnífico. Fue un entrenador futurista. Jugadores que lo odiaban, lo llegaron a querer como un rey… Cuando hablo de futurista, es hablar de la presión. Se habla de que Uruguay jugaba feo pero nosotros ganábamos y goleábamos. Saprissa con su Cayasso y Myers, se llevaba cuatro goles. Cartaginés con su Marchena y Policía Gómez, Alajuela también nos temblaba.
Los grandes equipos hoy en día se paran muy bien, esos son los equipos de hoy en día.
¿Mantuvo relaciones luego con Álvaro McDonald?
No quiero sonar mal agradecido, pero él fue mala leche. Algunos de nosotros que estuvimos con él, no es leal. Abusó de algunos de nosotros física y emocionalmente. Sus insultos no venían al caso. Era muy mal educado. Él no tenía que habernos tratado tan mal. Hablaba muchas cosas detrás de los jugadores.
¿Y Leroy?
Él lo que te dice, te lo dice en la cara… Leroy está con el grupo de jugadores y siempre lo defendían dentro de la cancha. Si él iba a tomar, iban todos juntos y si iban a comer, iban todos juntos.
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