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Es feliz en Madrid y quiere volver a serlo en el Real Madrid. Esta es la manera que Gareth Bale tiene de enfocar un nuevo impulso en su vida deportiva.

La metamorfosis se ha producido cuando se vio con los dos pies fuera de Concha Espina, tras un tiempo donde se sentía el patito feo de la plantilla, donde su relación con Zidane se alargaba hacia lo lejano, donde solo el calor del presidente de la entidad arropaba a un hombre introvertido, sencillo y hogareño. Pero tras unos meses de burbuja personal, caminando hacia los 31 años, los cumplirá en julio, hoy revive los buenos momentos que sintió de blanco y que anhela recuperar. Pese a que la irregularidad marca su tránsito por el Bernabéu, la afición aún no ha bajado el pulgar. Y eso es un punto a su favor. Con el respaldo presidencial como bandera, el entrenador también parece dispuesto a otorgar esa segunda oportunidad.

A nadie esconde que Florentino Pérez siempre ha sido un gran fan de Bale. Desde su esforzado fichaje -arrebatar a la Premier League el principal icono del momento no resultó una tarea sencilla- mantiene un respeto casi reverencial hacia quien ha visto pasarlo realmente mal por la falta de adaptación al país, a la ciudad y al equipo. Pero ahora, es el primero que observa otro Gareth, un Gareth algo más abierto, más comunicativo, dentro de su carácter reservado que nunca perderá. Por eso, el dirigente siempre ha pulido la difícil relación que ha mantenido el extremo británico con Zidane, y que lo llevó a pedir salir hasta en dos ocasiones. La primera tras la final de Kiev’18 que se quedó en el olvido por la inesperada y sorprendente huida de ‘Zizou’ y la segunda el pasado verano cuando Florentino se negó en rotundo a dejarlo marchar gratis con rumbo a China. Hay una tercera con el Manchester United y Mourinho aguardando en 2017, pero aquellos días sintió tal vértigo que se negó a dar el paso.

Bale busca ahora recuperar el aliento perdido porque se ha dado cuenta que en ningún sitio estará mejor que en el Real Madrid. Con contrato hasta junio de 2022, el mercado chino se ha cerrado para él (y para las grandes estrellas) por las modificaciones financieras que ha impuesto el Gobierno a la hora de regular los suculentos ingresos de esta clase alta de futbolistas (también es capaz de igual que las ha colocado suspenderlas para el beneficio de algún talento gordo que se ponga a tiro). Con el mercado Premier abierto, sólo el Tottenham ha demostrado cierto interés en recuperar a su estrella, pero Gareth entiende que no es el momento de regresar al Reino Unido. Sólo la opción norteamericana sigue presente, pero cuyo orden económico no parece dispuesto a revolucionarse con algún fichaje estelar. Por tanto, la opción blanca es la más firme y también la más convincente con vistas a cumplir el vínculo que se mantiene vigente.

 

De octubre de 2016, data la última renovación de un contrato que a Bale no le importaría ampliar. Más discutido por los medios de comunicación que por el propio madridismo, el galés se ha adaptado a la crítica mediática, pero como no es consumidor en su interior no penetran los comentarios que discuten su salida del Santiago Bernabéu mientras sus compañeros siguen jugando el partido; su carencia del idioma y las escasas veces que se le ha escuchado hablar el castellano en público; su nula aportación goleadora en Chamartín donde acumula más de once meses sin anotar; o su pasión desenfrenada por el golf que le podría haber influido en el rosario de lesiones que ha ido acumulando en estos ya casi siete largos años desde que viste de blanco. El galés vive mejor y más cómodo en Madrid, por eso se plantea ganar en regularidad y volver a recuperar la confianza de Zidane.

Los suyos, los más cercanos, definen a Bale como un hombre tranquilo, entregado a su familia, amante del hogar y del fútbol. Sus hijos, que han crecido en Madrid, y la pelota, también la bola de golf, son las prioridades de quien busca ahora rearmarse como estrella. Consciente de que haber convivido con la eterna comparativa de relevar en el estrellato a Cristiano Ronaldo, la salida del portugués lejos de liberarle lo situó con una presión añadida, circunstancia que terminó perjudicándolo en el rendimiento. Si a Benzema le dio alas, a Gareth le aportó cadenas. Un año y medio después estima su círculo de compañía que es el momento de recuperar al Bale de aquellos cursos pero mucho más maduro y más ambientado al club y a la ciudad.

Zidane es en este momento el eslabón que debe reencontrar Bale. Las dos últimas titularidades no han borrado los pobres pasajes vividos en un curso irregular, de escaso lustre y nuevamente marcado por las lesiones. Eso sí, se libró del batacazo copero. El empeño del galés ha provocado que el técnico le haya dado una doble oportunidad, tras ganar en Pamplona repitió ante el Celta. De los treinta y cinco partidos oficiales que acumula el Real Madrid en este curso, Gareth ha disputado solo diecisiete, prácticamente la mitad, de los que una docena ha sido desde el comienzo. La cuestión es esperar a comprobar si Zidane le da continuidad ahora que llega lo bueno y el galés se vuelva a sentir indiscutible. Ese es su mayor deseo, recuperar el tiempo perdido para que la felicidad sea del todo completa. Como explica sus más allegados: "Queda mucho Bale aún en Madrid". Falta saber si desterrará, por fin, la leyenda del patito feo.

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