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Nueve de nueve en finales, más una Liga. Son diez los títulos que suma Zidane como entrenador del Real Madrid. Diez de catorce posibles, a solo tres del récord de Miguel Muñoz (13), de momento el entrenador más laureado de la historia del club.

Parece solo cuestión de (poco) tiempo que el técnico francés iguale y supere al mito madridista. Tras un primer ciclo brillante, entre enero de 2016 y mayo de 2018, Zidane cogió aire durante ocho meses y volvió al auxilio del equipo de sus amores. Se tragó el sapo del final de la pasada temporada, eliminado ya de Champions y Copa y a casi veinte puntos del Barcelona en Liga, en un ejercicio de madridismo solo propio de personas con el escudo blanco grabado en el pecho.

Aguantó los mordiscos de la crítica y de un cierto sector de la afición por la atrevida elección de altas y bajas. Nunca dudó de su vademécum, «trabajo y paciencia», ni siquiera tras la alarmante derrota en Palma de Mallorca, con la sombra de Mourinho sobre su cogote. Regresó con el señorío, la elegancia y la profesionalidad con la que se fue, y con una mochila bien cargada de horas de vuelo. Así ha sido la evolución de Zidane, tan buen entrenador como sabio gestor.

1. Más argumentos tácticos

Del técnico francés se han dicho barbaridades impropias de un mito del fútbol, primero como jugador y ahora como entrenador. Llegó a la élite de los banquillos como Guardiola, desde el filial, pero el trato y el respeto nunca fue el mismo. Caían títulos y Champions, una detrás de otra, y la coletilla de «alineador» no desaparecía de su lado. Tampoco se marchitaba su famosa «flor», esa que se hizo tan grande como un jardín, y era principio y final de su éxito. Argumentos todos ellos que encontraban en Zidane una mueca de felicidad. Si la mitad del mundo creía que su Real Madrid ganaba por azar o por la presencia de Cristiano Ronaldo, no pensaba perder ni un solo segundo en debatirlo. Y tampoco lo hace ahora. Zidane está mostrando en esta segunda etapa una mayor riqueza táctica. 4-3-3, 4-4-2, 4-1-4-1, 4-5-1, 4-2-4… Son muchas las variantes que ha utilizado en esta segunda etapa como entrenador, amoldando su libro de estilo a la ausencia de CR7. Es camaleónico Zidane, consciente de que ya no tiene en su plantilla un jugador que marca la diferencia de un modo tan apabullante, y ha sabido transmitir al grupo la necesidad de dominar varios registros para paliar ese déficit en el gol que no hay planteamiento que pueda subsanarlo: «Decidió descansar un año, y ahora ha vuelto con energías renovadas. Zidane tiene una relación de amor con el Madrid. Es una bendición del cielo tenerlo con nosotros», argumenta Florentino.

2. Buena planificación

Zidane tuvo plenos poderes en la planificación de la plantilla. Seguramente ningún otro entrenador en la era Florentino contó con tanto poder para vender y fichar. Cierto es que el mercado no hizo posible cumplir todos los deseos del francés, pero tomó decisiones de calado que el tiempo ha demostrado darle la razón, como fueron la venta de Llorente y la apuesta por Valverde, el fichaje de Mendy o la confianza en pesos pesados que parecían ya desahuciados, como Kroos, Isco y Modric. Pero su mayor mérito ha estado en la portería, seguramente la medida más impopular del pasado verano. Zidane, en consonancia con la dirección deportiva, consideró por amortizado el paso de Keylor Navas por el Real Madrid. Lo hizo a pesar de la pobre temporada 18-19 de Courtois, muy lejos del nivel que le hizo ser el mejor portero del Mundial de Rusia. No había argumento deportivo alguno para darle el liderazgo de los guantes. Solo el DNI, seis años menor que Navas, estaba a su favor. Hoy, con Keylor en París y Courtois como titular indiscutible bajo palos del Bernabéu, el belga ha recuperado su mejor versión y sus paradas ya dan títulos al Madrid: «Zidane ha sido capaz de volver a armar un equipo», presume Florentino.

3. Equipo de confianza

Zidane es un hombre de inmaculados principios. Ni siquiera en los momentos de máxima debilidad ha dejado de creer en la gente que siempre ha estado a su lado. David Bettoni y Hamidou Msaidie son sus fieles escuderos y sobre ellos ha descargado más responsabilidad en esta segunda etapa. En el vestuario llamó la atención el aumento de poder de Bettoni, con mucho más peso a la hora de consensuar decisiones. La permanencia de Roberto Vázquez, preparador de porteros con Solari, es otro tanto de Zidane. Y no solo por haber contribuido al salto de Courtois. El trabajo de Vázquez a nivel táctico en las jugadas a balón parado también es clave en el devenir del equipo: «Yo soy el entrenador peor detrás hay mucha gente que trabaja muy bien durante muchas horas para que el equipo esté en perfectas condiciones. Gente muy competente que tiene toda mi confianza», explica Zidane.

4. Grégory Dupont

El adiós de Pintus y la llegada de Dupont también hay que anotarlo en el casillero de Zidane. Lo fácil para el entrenador francés hubiera sido impedir la marcha al Inter del preparador físico italiano, pero Pintus daba por terminada su etapa en el Real Madrid y le atraía el reto de trabajar junto a Conte. Zidane, inteligentemente, le puso el semáforo en verde y se trajo a otro número uno, Grégory Dupont. Preparador físico en la Francia campeona del mundo en Rusia, el «científico» tiene al equipo con piernas de acero. Su método de trabajo necesitó un tiempo de adaptación y más lesiones musculares de las deseadas, pero superado el ecuador del campeonato, el equipo tiene una velocidad de crucero envidiable.

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