Hace poco más de un año Aurelio De Laurentiis, presidente del Nápoles, presentó como nuevo técnico Carlo Ancelotti. La idea era tenerlo por mucho tiempo, pero el técnico duró poco.
"Quiero quedarme con él toda la vida", dijo el presidente del Nápoles, que con el exmadridista tenía (y tiene) una fuerte relación de amistad. Nadie habría imaginado el triste final de esta historia: Ancelotti que, tras un 4-0 al Genk y haber conquistado los octavos de Champions, afirma "no sé si estaré en el próximo partido, espero que sí", antes de ser despedido con una rápida reunión y un tweet dos horas después.
El presidente se había encontrado con Gattuso el pasado domingo y ya había decidido el cambio: "Carlo y yo nos hemos despertado de un sueño", dijo ayer, "era el momento de separarse". ¿Cómo se ha llegado hasta este punto? Diario AS de España presenta una nota en donde lo explica.
Resultados
El fútbol es hoy: no entiende de historia, palmarés, ni de amistades. El Nápoles de Ancelotti, tras un gran comienzo, empezó a caer tras la derrota con el Inter del pasado 26 de diciembre 2018. Su primer curso se cerró con un segundo puesto en la Serie A, eliminaciones en la fase de grupos de Champions (eso sí, haciendo sufrir a PSG y Liverpool), cuartos de Copa Italiana (ante el Milán… de Gattuso) y de Europa League (ante el Arsenal), pero sobre todo con una media puntos liguera que, a partir de enero, bajó hasta el caos de estas semanas. Con 21 puntos en 15 jornadas, los azzurri viven su peor crisis de resultados desde 2007. Y eso que el mercado, que costó más de 100 millones (Lozano, Manolas, Di Lorenzo, Elmas, Llorente…), hizo afirmar a Ancelotti que el equipo “estaba listo para competir por el Scudetto”. Los partenopei, en cambio, nunca se metieron en la pelea para el liderato (que ya tienen a 17 puntos) y también se alejaron peligrosamente de los puestos de Champions, vitales para el futuro del club. Cinco puntos en las últimas siete jornadas son una media de descenso: De Laurentiis se asustó y la clasificación a octavos de Champions (ahí Carletto nunca decepciona) no fue suficiente. Se acabó la que el mister, en su libro “El líder calmo”, define “la luna de miel”.
Esquema
Ancelotti tenía en la mente, para su Nápoles, un fútbol líquido: partiendo del 4-4-2, se adaptaba a los rivales con distintos dibujos en fase ofensiva, dejando mucha responsabilidad a los futbolistas y su calidad individual. Una idea fascinante, pero complicada: la mayoría de la plantilla azzurra estaba acostumbrada a Maurizio Sarri, que planificaba cada movimiento durante horas. Muchos no vivieron bien el cambio y, además, ocupaban una posición en el campo que consideraban distinta de sus características. Apostar por el 4-4-2 llevó a no fichar más mediocampistas (falta un recambio para Allan) complicando la vuelta al 4-3-3 que muchos azzurri pedían de vuelta (ante todos, Lorenzo Insigne, que nunca lo ha escondido). De Laurentiis eligió a Gattuso también por utilizar justo aquel esquema (ayer ya lo anticipó: “No me gusta jugar con dos líneas de cuatro”) y, reconoció, “por haber imitado el modelo de Sarri en el Milán”. Es una vuelta atrás.
Tensiones
No se puede decir que la plantilla del Nápoles estuviera enfrentada a su míster, pero cuando las cosas en el campo no funcionan, obviamente la tensión aumenta. Hubo algún roce con distintos azzurri, aunque las muestras de cariño vividas en los últimos dos días (el abrazo de Callejón y la catarata de mensajes en redes sociales) demuestran que, en el fondo, el grupo estaba con el entrenador. Tampoco ayudó la situación contractual de hasta siete futbolistas, que llevan meses esperando un acuerdo para renovar: dos leyendas como Callejón y Mertens (libres a partir de 2020), luego Milik, Zielinski, Maksimovic y Hysaj (2021), mientras que Fabián comenzó a hablar de su contrato con el club debido a las ofertas que llegan desde España y Allan estuvo a un paso del PSG y vivió mal no haber cerrado la operación. Además, perder al histórico capitán Marek Hamsik en febrero, que se fue a China con el mercado cerrado, pasó factura en el campo y fuera, como renunciar en este verano a Raúl Albiol, el líder de la defensa: sin él, Koulibaly no es el mismo.
Motín
El castillo de naipes se derrumbó el pasado cinco de noviembre. De Laurentiis, dos días antes, había anunciado a la radio oficial del club que concentraría al equipo hasta el domingo, tras sus malos resultados ligueros. La decisión fue tomada sin consultarse con Ancelotti, que en rueda de prensa declaró no estar de acuerdo, algo que al máximo mandatario no le hizo gracia. Tras el partido con el Salzburgo (que acabó 1-1), los jugadores rechazaron concentrarse en la ciudad deportiva del club y nació una fuerte discusión entre el mediocampista Allan y el hijo del presidente, Edo De Laurentiis. Los futbolistas se fueron todos a sus casas, Ancelotti no pudo evitarlo y se fue solo, con su cuerpo técnico, a Castel Volturno. A partir de ahí, nada fue como antes: el club multó a sus jugadores por el motín, amenazándoles también con un juicio debido a los daños a su imagen, y el presidente comenzó a pensar en que el cambio en el banquillo era necesario. La relación, que aguantó otro mes (con cuatro empates, una derrota y un triunfo en el último partido) ya estaba rota. Y apareció Gattuso.
Fuente: Diario AS