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Las claves del éxito para el estratega alemán 

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Este viernes el Liverpool ha anunciado a través de sus redes sociales que el técnico alemán, Jürgen Klopp, renueva su contrato hasta 2024.

Klopp, de 52 años, el artífice del Liverpool campeón de Europa, finalista de Champions en 2018 y de Europa League en 2016, diseñador de un equipo eléctrico y de sello inconfundible, cree que su renovación "es una declaración de intenciones".

"Se basa en mi conocimiento de todo lo que hemos logrado como club hasta ahora y todo lo que podemos lograr. Cuando veo el desarrollo del club y el trabajo en equipo que se hace, siento que aún puedo aportar más", declaró a los medios oficiales del Liverpool.

Klopp mantiene consigo a los ayudantes Peter Krawietz y Pepijn Lijnder. La noticia es todo un chute de energía para un Liverpool que vuela en Premier (líder destacado) y en Champions (primero de grupo).

"Cuando llegó la llamada en otoño de 2015, sentí que éramos perfectos el uno para el otro; en todo caso, ahora siento que subestimé aquello. Solo con una creencia total de que la colaboración sigue siendo muntua en ambos lados puedo firmar este compromiso para 2024", declaró. "Si no, no lo firmaría. Estoy en un lugar tan bueno que no podría pensar en irme", comentó el entrenador alemán.

Ex de Mainz 05 y Borussia Dortmund, al que llevó a una final de Champions en 2013 y a ganar dos Bundesligas, Klopp prolonga su ciclo en un club campeón y legendario como es el Liverpool. 

Las claves del éxito 

Arribado a Liverpool el 8 de octubre de 2015 cuando el equipo rojo vivía momentos de zozobra e incertidumbre, Klopp logró una especie de milagro en un club que parecía haber extraviado las herramientas con las que se convirtió en uno de los más poderosos de Europa. Atrás habían quedado siete temporadas en Borussia Dortmund, en las que conquistó en dos ocasiones la Bundesliga. De ahí en más todo lo que llegó fueron alegrías en la mítica ciudad de The Beatles. Después del título en el máximo certamen continental y la Supercopa de Europa, ahora los Reds apuntan sus cañones a la Premier League (llevan ocho puntos de ventaja sobre Leicester) y al Mundial de Clubes, donde debutarán el próximo 18 de diciembre.

Hasta hace muy poco tiempo, los seguidores del fútbol valoraban la valentía y la búsqueda en cada una de las propuestas de Klopp, pero le reprochaban la falta de títulos. Se hablaba de finales en cada uno de los certámenes más relevantes, pero también de falta de decisión a la hora de conquistarlas. Se lo apuntaba como un "perdedor". Parecía que las dos Bundesliga y tres copas alemanas conformaban a pocos. Al alemán no se le movía un pelo. "Desde 2012, sacando 2017, estuve con mi equipo en una final. En los últimos siete años tengo el récord mundial de semifinales ganadas. Puede haber momentos de mala suerte y otros de buena suerte, pero no puedo cambiar eso. Entiendo que la suerte, si uno trabaja, está de su lado de vez en cuando", dijo en aquel momento. Hasta que llegó la gloria máxima en la Champions League frente al Tottenham.

El DT alemán nació el 16 de junio de 1967 en Glatten, un pequeño pueblo alemán que él mismo describe con un guiño de ojos. "Allí vivían 1.500 personas hasta que me fui yo, ahora son 1.499", dice. La historia de Klopp en el fútbol empezó como jugador -volante y delantero- en el Mainz 05 entre 1989 y 2001. "En mi carrera como futbolista no logré trasladar al campo lo que ensayaba en mi cabeza. Tenía un talento de tercera división y una cabeza de primera, así que me quedé en segunda", explica con una sonrisa. El propio Mainz resultó el que le brindó su primera oportunidad para darle rienda suelta al sueño de ser entrenador.

Dentro y fuera del terreno de juego Klopp es un personaje singular. Alguna vez, de pequeño, soñó con ser médico. Le agrada -y mucho- hablar de política. "Jamás le daría mi voto a un representante de la derecha", sostiene. Se muestra en contra del 'Brexit'. Se aferra a Dios y entre su música preferida aparece The Beatles, Génesis y Kiss. Y también disfruta del tenis, puntualmente del tradicional torneo de Wimbledon.

A Klopp le gusta un fútbol vertiginoso para su querido Liverpool. Se apasiona por el juego vertical, audaz, que contenga rapidez y precisión. "Si los espectadores quieren emociones fuertes pero tú les ofreces una partida de ajedrez sobre césped, alguna de las dos partes tendrá que buscarse un estadio nuevo", asegura quien en septiembre de este año recibió el premio The Best en la gala de la FIFA.

Humilde y carismático, imprevisible y divertido, Klopp logró el respeto y admiración de sus jugadores. Y tiene en su sonrisa, sus anteojos y su barba a una marca registrada. "No es que esté siempre sonriendo, pero es que estar de mal humor me parece una pérdida de tiempo. Sufres, es inútil, es como tener una herida abierta", explica.

El alemán es pasión, desborde de energía, intensidad. "Me encanta el fútbol de lucha: días lluviosos, campos pesados y ver a los futbolistas con la cara sucia sin ganas de jugar por las próximas cuatro semanas", enfatiza. Sadio Mané revela cuál es el secreto del éxito de este equipo que camina a paso firme en Europa. "Jurgen es el padre de Liverpool. Entre nosotros todo fue perfecto, en la dirección correcta. Lo queremos justamente como a un padre y le tememos también como a un padre. Klopp logró tener un gran espacio en mi vida, y no sólo en el fútbol, porque es una gran persona. Creo en él a ciegas, como todos en este vestuario".

Por otra parte, a Klopp le encanta rodearse de especialistas. En el sitio web de los Reds puede verse que a su lado tiene a 23 personas en el cuerpo técnico. Es otra de sus claves. En una ocasión contrató al danés Thomas Gronnemark, un especialista en los saques laterales. Mona Nemmer es la encargada de la nutrición. Y en el diván está otra de sus armas secretas. Desde mediados de este año el psicólogo Lee Richardson tiene su despacho en el club. Ex futbolista profesional, Richardson acude a Melwood (la ciudad deportiva) tres veces por semana y se reúne con el jugador que lo requiera. "Es confidencial, yo no intervengo", remarca Klopp.

Extrovertido y a veces irreverente, la personalidad de Klopp, por momentos, lo lleva a reaccionar de manera desmedida. Hace algunos días -en la rueda de prensa previa al partido del Liverpool frente al Salzburgo- el entrenador alemán se quejó de la labor del traductor, sentado a su lado, al considerar que no había interpretado bien una de las respuestas que Jordan Henderson, el jugador que lo acompañaba en la sala de prensa, dio a los medios. "Es una mierda cuando el traductor se sienta al lado de un entrenador que habla alemán", sostuvo. Y lo miró a la cara espetándole: "Deberías escuchar bien, de lo contrario lo puedo hacer yo por mi cuenta, no es tan difícil". Al día siguiente, Klopp se disculpó sentando en la misma silla. "Perdón, he sido un idiota. La manera en la que me he expresado ha sido estúpida. Tengo que ser mejor, te pido disculpas", le dijo al traductor.

Según confiesa, el DT de Liverpool tiene un trato con su esposa Ulla y su hijo Marc: no quiere extender su trabajo en los bancos de suplentes durante tanto tiempo. "No quiero morir ahí", asegura. Aunque para llegar a eso todavía resten unos cuantos años. Klopp es el alemán que nunca caminará solo.

Fuente: Diario La Nación Argentina 

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