El entrenador argentino, Diego Simeone apareció sonriente en la sala de prensa, sólo unos minutos después de haberse llevado su mayor revolcón desde que dirige al Atlético. Los colchoneros cayeron 4-0 en casa del Borussia Dortmund.
"Me gustó el Borussia con su juego práctico y dinámico y no la tenencia inútil de la pelota", se sinceró alabando a un rival que hizo lo que tantas veces han hecho sus chicos. Lo que les ha llevado hasta el lugar donde hoy están.
Fue un sopapo tremendo, sí, pero con solución. Porque ni el Brujas ni el Mónaco parecen dispuestos a plantar batalla alguna, como pareció querer decir su empate en Bélgica. "El resultado fue tan contundente que cualquier explicación carece de sentido", añadió el técnico a su discurso. Nunca antes se había ido de un estadio con un marcador semejante. Aunque sí se había marchado a casa con el ánimo mucho más tocado. Porque la noche de Dortmund, pese a su crudeza, nada tiene que ver con aquellas de Lisboa o Milán.
Fuera o no impostada, a Simeone le duró la sonrisa hasta que se quitó los cascos y se despidió para pensar en todo lo que le había ocurrido a su equipo en Dortmund. "Rescato un montón de cosas de este partido. Me gusta este momento. Viene bien". Y se fue.