Zidane manifiesta a sus allegados que tiene el reto más difícil de su carrera. Eliminado de la Copa, descartado para la Liga, la Champions, el título que todos anhelan, se ha convertido en su objetivo habitual y en su cita más dura, porque siempre ha tenido que dejar en el banquillo a hombres que merecían también estar en el once titular. El entrenador del Real Madrid piensa que su momento más difícil es elegir bien el once que pujará por conquistar su tercera Copa de Europa consecutiva. Tiene que tomar la decisión más dura. Cuenta con cinco hombres para dos puestos: Asensio, Benzema, Bale, Lucas e Isco aspiran a ocupar esas dos posiciones, el cuarto lugar en el centro del campo y la segunda plaza en la delantera, al lado de Cristiano Ronaldo. El año que viene, si está Neymar, no habrá lucha por ese segundo puesto en la punta.
Bale se ha subido a esta pelea por la titularidad en la final de la Champions al responder con fútbol y goles en los partidos frente a Las Palmas, el Barcelona y el Celta
Hasta hace dos meses esta lucha era menos intensa, porque Bale había perdido el tren. No rendía con regularidad, no asumía el trabajo defensivo y su suplencia frente al PSG en Madrid delató su falta de compromiso con el equipo, sin mirar a la cara a Zidane y a Pintus cuando le dijeron que saltara al campo en el segundo tiempo, todavía con el 1-1 en el marcador. Sus desangelados aplausos en Turín cuando Cristiano marcó el mejor gol del año también evidenciaron ese distanciamiento del galés con el equipo. El entrenador destinó a Bale a disputar la Liga. Y el británico reaccionó. Su buen fútbol y sus goles frente a Las Palmas, el Barcelona y el Celta le reintegraron a la unidad de la plantilla. En el Camp Nou defendió, luchó y firmó un golazo. Quiso dejar claro que había «vuelto». Lo refrendó ante el Celta con otras dos magníficas dianas. El resultado es que ahora Zidane tiene la dura alegría de contar con todos los futbolistas en plenas facultades y concentrados para ganar la Champions. Pero eso es «un bendito problema», que decía Luis Molowny. Zidane piensa que tiene dieciséis titulares, no once, y el litigio es que tres de estos cinco hombres no estarán en el once inicial de la final.
Benzema y Lucas
Isco le quitó el puesto a Bale en la final de Cardiff. El malagueño ganó también la Supercopa de Europa frente al Manchester United. Pero después han sido Lucas y Asensio quienes ganaron su sitio en el once más importante, el que disputaba los partidos de la Copa de Europa. Ahora, el responsable del equipo tiene cinco candidatos porque Bale se ha subido a este carro ganador. Un quebradero de cabeza para Zinedine. Le gustaría sacar a los otros tres en el segundo tiempo si pudiera, pero también están Nacho y Kovacic. Y las necesidades del encuentro pueden deparar cambios obligados e inesperados. Asume que no todos podrán jugar en Ucrania. El responsable deportivo del Real Madrid se lo explica, porque todos han disputado encuentros de Champions y todo son acreedores de poder ganar el título en el césped. Así se lo ha dicho en todas las finales. Pero es duro descartar. En los próximos ocho días probará a todos para elegir definitivamente el once que se medirá al Liverpool. Todos se examinarán en los entrenamientos. Algunos se probarán en Villarreal.
Cristiano prefiere que Benzema sea su compañero en ataque, porque le abre el campo. La batalla por la presión destructiva sitúa a Lucas en cabeza como cuarto mediocampista. «Zizou», no obstante, no lo ha decidido. Lo hará el miércoles. Ahora no puede pensar en esa delantera soñada del futuro, Asensio, Cristiano y Neymar. Toca ganar primero la Decimotercera.