El marcador de por sí es engañoso porque un 3-0 podría ser interpretado como la superioridad de uno, al sumisión e impotencia del otro. Sin embargo, este domingo Arsenal sufrió más de la cuenta para superar a Stoke City en un Emirates con varias sillas vacías como hace mucho no sucedía.
De hecho, el partido se vino a destrabar en el minuto 75 de juego, cuando el visitante se abrió, cuando se dio cuenta que podía atacar y causar daño. En una jugada dudosa, Mesut Ozil fue derribado en el área y Pierre Emerick Aubameyang anotó de penal el 1-0. Respiro para Arsene Wenger, quien de inmediato dejó a un lado ese rostro de preocupación por lo que venía sucediendo en la cancha.
Y con la llave abierta, llegaron los otros dos goles. De nuevo Aubameyang (quinto tanto en la Premier) con un remate de primera en el área y ya en el epílogo del juego Alexandre Lacazette, quien viniendo desde el banco anotó el tanto final de penal tras una infracción que él mismo recibió en el área.
En 15 minutos Arsenal solucionó lo que parecía un duelo trabado con cara de empate, llegó a 51 puntos y todavía se mantiene en la pelea por meterse en los puestos que le permitan la próxima temporada estar en la Champions League, competencia que siempre fue un salvamento para Arsene Wenger por el simple hecho de participar.