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Viendo la cara de Simeone, aquello, más que un elogio hacia quien acababa de ganarle, pareció una coartada. O, simplemente, el argumento que tanto tiempo llevaba esperando el entrenador del Atlético para defender un ideario siempre sospechoso entre los puristas del fútbol. «Me satisface ver a un Barcelona defensivo, cerrado. Lo que está haciendo Valverde es maravilloso. Ha demostrado que su equipo puede jugar con un 4-4-2».

Y quizá al técnico argentino no le faltara razón. El Barcelona, que se alejó definitivamente de su identidad futbolística durante el paso de Luis Enrique por el banquillo, ha consolidado una propuesta hasta no hace tanto inimaginable en la casa de Cruyff. Valverde, lejos de esclavizarse al mantra del 4-3-3, ha normalizado el doble pivote (Busquets-Rakitic) y ha ganado un centrocampista de contención a cambio de perder un delantero. Se trata de ser pragmáticos y rechazar el caos. Ello ha llevado al equipo a estar invicto en la Liga y a perder sólo tres partidos en toda la temporada (dos en agosto frente al Real Madrid en la Supercopa y el derbi de Copa en Cornellà frente al Espanyol).

En ésas, quien asoma esta noche en el Camp Nou es el Chelsea de Antonio Conte, probablemente, uno de los mejores estrategas defensivos del mundo. Y el 1-1 de la ida en Stamford Bridge, lejos de animar a los contendientes a buscar el gol, invita a la prudencia. Poco más o menos que lo ocurrido en Londres, cuando el vigente campeón de la Premier, con línea de tres atrás, con Cesc corriendo siempre detrás del balón y sin ariete nato -Hazard por delante de Giroud y Morata-, optó por resguardarse y tirar contras. Así, Willian disparó dos veces al palo antes de marcar. El Barcelona, mientras, prefirió defenderse con el balón. Aunque éste apenas rondara el área de Courtois hasta el tanto del empate de Messi, originado en un error defensivo de Christensen.

Hasta 14 partidos sin encajar un gol en casaQue el Barcelona de Valverde defiende más y mejor es una evidencia. Y es en el Camp Nou donde ha reforzado la tendencia. De hecho, sólo ha encajado 10 goles en 21 encuentros jugados en casa (18 triunfos, dos empates y la citada caída frente al Real Madrid). Además, 14 de esos partidos los cerró el equipo azulgrana sin recibir un solo tanto. Los tiempos en los que el grupo se partía en dos para facilitar los contragolpes del antiguo tridente pasaron a mejor vida.También raya la excelencia el Barcelona en sus encuentros de casa en la Liga de Campeones, con un balance de ocho goles a favor y uno en contra en un pleno de triunfos.En cualquier caso, nunca fue el Chelsea el mejor invitado posible.

Los blues, que vivieron su momento de gloria en territorio azulgrana con aquel increíble 2-2 (2-3 global) de 2012 que acabó con la era Guardiola, hace ya cuatro partidos que no pierden en el Camp Nou. Un empate a más de un gol, en este caso, serviría a los de Conte para acceder a cuartos de final. Una ronda, por cierto, a la que el Barcelona lleva accediendo ininterrumpidamente desde hace diez años.La habitual llamada al orden de Valverde debería llevar a un plan conservador, pese al paso adelante de Dembélé. Iniesta, que ya entrenó con el grupo y calificado por Conte como «genio del fútbol, similar a Pirlo», implora por un puesto en un once al que también opositan Paulinho y André Gomes. «A ver si contra el Chelsea muestra todas sus cualidades», animó Valverde ante el delicado momento psíquico del portugués.

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