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Primero llegaron los rusos con Roman Abrahamovic como avanzadilla hace 14 años, luego los americanos y después los árabes. Ahora es el tiempo de los chinos. En el último año y medio nueve de los once cambios de propiedad en el control de clubs de fútbol de las principales ligas europeas tienen nombres y apellidos procedentes del gigante asiático. El último de ellos se llama Jisheng Gao y acaba de aterrizar en Southampton tras pagar 272 millones de euros por el control del 80% del accionariado de un club habitual en la mitad de la tabla de la Premier League. Antes ocurrió en Inter, Milán, Niza, West Bromwich Albion, Slavia de Praga, Den Haag, Granada o Espanyol.

Puede identificarse un detonante. En octubre de 2015 el presidente chino Xi Jinping realizó una visita de Estado de cuatro días a Reino Unido, entre recepciones en Buckingham Palace, visitas a empresarios y conferencias en universidades encontró tiempo para visitar las instalaciones del Manchester City e incluso hacerse un selfie con David Cameron, a la sazón primer ministro, y Kun Agüero. Al premier chino le apasiona la pelota. Así que apenas cinco semanas después de su periplo británico un consorcio con participación gubernamental cerró la adquisición de una participación del 13% en el Manchester City por 378 millones de euros, una entente con los dueños qataríes del club que anunció un nuevo tiempo: “Es una oportunidad sin precedentes tanto para el desarrollo del fútbol en China como para su crecimiento como industria”, detalló Li Ruigang, presidente del holding oriental.

El fútbol europeo es un negocio por explotar para inversores de ultramar porque aprecian un seductor potencial en la expansión de los departamentos de márketing o el manejo de los derechos sobre eventos. No hay un entretenimiento más global que el fútbol. La última final de la Copa del Mundo la contemplaron más de 700 millones de espectadores, la pasada Superbowl llegó a los 150. Inversores norteamericanos con intereses y experiencia en franquicias deportivas ya percibieron esa oportunidad hace más tiempo. Malcolm Glazer fue uno de los pioneros, a mediados de la pasada década arribó al Manchester United con el bagaje que le daba su experiencia al frente de los Tampa Bay Buccaneers de la NFL. “El fútbol es el deporte con más visibilidad del mundo”, explicó uno de los últimos americanos en llegar, Frank Mc Court, el día que tomó el control del Olympique de Marsella hace ahora un año.

Tras la muerte de Glazer sus hijos heredaron el control del Manchester United. Liverpool o Crystal Palace están bajo control de fortunas americanas que también se diversifican en varias disciplinas deportivas y en el Arsenal manda Stan Kroenke, un empresario dueño de las franquicias de NBA (baloncesto), NHL (hockey hielo) y MLS (béisbol) en Colorado, también propietario de Los Ángeles Rams en la NFL de fútbol americano. “Tengo un compromiso a largo plazo en Londres”, advirtió después de que el pasado mes de mayo el Arsenal se quedase fuera de la Liga de Campeones por primera vez en dos décadas. En el fútbol inglés apenas siete clubs de la máxima categoría y ocho del escalón inmediatamente inferior siguen en manos nativas, algunos de ellos con ofertas sobre la mesa. Por ejemplo en Newcastle, donde Mike Ashley compró el club hace diez años por 147 millones de euros y ahora se apunta que, aún tras pasar el año pasado en la segunda división, ha doblado su valor.

El dinero chino ya transita por medio mundo y en proyectos de diferente pelaje, en Milán, Inter o Jumilla. Ledman, la firma especializada en instalación de luces LED que patrocina la segunda categoría portuguesa manda en un equipo australiano y ahora está a punto de cerrar su entrada en Brasil. Pero el foco más potente alumbra sobre Inglaterra. En la Premier antes del Southampton fue el West Bromwich, pero en el escalón inferior hay chinos al dictado en Aston Villa, Birmingham, Reading o Wolwerhampton, uno de los doce equipos que echaron a andar la liga inglesa en 1888 y que hace un año pasó a manos de Fosun International, un grupo chino que pagó 50 millones de euros por ese control y se comprometió a invertir en el equipo al menos 30 más en dos años. Fosun hace fortuna sobre todo en el sector del ocio y el entretenimiento y posee un porcentaje accionarial en Gestifute, la agencia de representación fundada y presidida por Jorge Mendes. La temporada pasada los Wolves terminaron en mitad de la tabla a 22 puntos de los playoff de ascenso tras pagar 15 millones por Hélder Costa y 8 más por Ivan Cavaleiro, futbolistas de discreto pasado en el Deportivo y luego en el Mónaco. Esta campaña les entrena Nuno Espírito Santo y han pagado 18 millones por Ruben Neves y tres más para incorporar a Roderick Miranda, otro antiguo fiasco con los coruñeses. A Nuno le preguntaron sobre la influencia de Mendes en su equipo y fue taxativo. “Soy cliente del mejor agente del mundo. Hago mi trabajo. Él hace su trabajo”.

 

En España son cuatro los equipos controlados por capital chino: Espanyol, Granada, Jumilla y Lorca. Wanda Group, un gigantesco consorcio especializado en la explotación comercial de inmuebles, tiene el 20% de la propiedad del Atlético. La Liga dispone de ingredientes para ser un destino goloso para inversores foráneos, pero a la vez depara complicaciones para su desembarco: los dos grandes no son sociedades anónimas y en bastantes entidades tienen peso los pequeños accionistas, sobre todo en Real Sociedad, Deportivo y Eibar. Experiencias iniciáticas fallidas como las de Piterman o Ali Syed han puesto al inversor extranjero bajo sospecha. Y a alguno que llega con pátina de seriedad, como el americano Robert Sarver en el Mallorca, le vapulean los vaivenes deportivos. Tampoco el Valencia de Peter Lim deja de dar volantazos, el Málaga del jeque Abdullah Al-Thani ya hace mucho que vende más que de lo que invierte y el Oviedo del mexicano Carlos Slim no acaba de dar el salto.

Así que, para bien o para mal, las inyecciones económicas acaban picando en otros lares. En Francia todos los equipos de la cúspide clasificatoria tienen dueños extranjeros. En el PSG mandan qataríes, en el Mónaco el ruso Rybolovlev, Marsella es terreno americano y Niza queda para los chinos, que también han aportado capital para tener una participación en el Lyon. A Lille acaba de llegar el empresario hispano-luxemburgués Gerard López. Pagó en torno a cien millones de euros por el equipo. Antes había intentado hacerse con el control del Lugo, el equipo de la tierra de sus padres, por 1,5 millones, pero le descabalgó un empresario local en una puja por las acciones que tenía la Diputación Provincial.

 

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