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Pero en la Argentina hoy le tienen miedo a la gambeta porque la pérdida genera un contragolpe, y si tenés un contragolpe es riesgo de gol. Y bueno, entonces que no gambetee más nadie y no corremos más riesgos, dice Esteban Cambiasso que se forma de tecnico en Italia.

Después de lograr con Olympiacos el 25° título de su carrera, en mayo, Grecia comenzó a quedar atrás. Dejó Atenas y durante seis semanas vivirá en Florencia. En las afueras de la capital del Renacimiento late Coverciano.

Cambiasso concurre ocho horas diarias, de martes a viernes. La carrera tiene tres niveles y está cursando el segundo, que lo habilitará para dirigir desde juveniles hasta la Serie C e, incluso, ser ayudante de campo en primera. Nada lo entusiasma más que el presente, mientras el futuro cercano siembra intrigas. Espiar el pasado le provoca angustia cuando analiza el hundimiento de los seleccionados juveniles de la Argentina.

Quizá él sea el diamante mejor logrado de la orfebrería Pekerman: debutó en la selección juvenil con 14 años y jugó un Mundial de mayores. Había un plan, el mismo espíritu con el que hoy Alemania domina el mundo. "Lo primero que hay que preguntarse es cómo está el fútbol formativo en la Argentina", escarba. No puede ni quiere hacerse el distraído.

Y abre un imprescindible debate: "Ya no es igual el baby fútbol que yo jugaba con el baby que se juega hoy. En el mío, el arquero te la daba en el pie y se empezaba; hoy, en el 90% de los partidos se ve al arquero que la deja picando y un defensor la patea para que la peine el medio y ver qué pasa.

Y sumale la locura por ganar. Después, de la boca para afuera dicen que hay que formar, pero mientras echan coordinadores y entrenadores porque dicen: '¡Pero mirá la pre-novena! ¡Terminamos atrás de Este y del Otro.!' Entonces habría que tener una coherencia en materia de fútbol formativo".

-Pero hoy en las inferiores manda el resultado.

-Sí, lo sé. Me tocó jugar en una de las categorías más recordadas, la 78 de Argentinos, a la que habían subido al 'Leche' La Paglia, a los hermanos Islas, a mí. y la gente venía a divertirse. Y no salimos campeones. Los hinchas de Argentinos se acuerdan de ese equipo porque se divirtieron junto con nosotros, y la vuelta no la dimos. Ni me acuerdo quién salió campeón y no creo que a los hinchas que iban a Boyaca eso les importara.

-¿Qué pasó en los últimos 15 años?

-Es difícil repartir culpas o establecer porcentajes. Creo que nosotros somos así. Quizá el paso del tiempo. los formadores con el paso del tiempo han ido desapareciendo y hoy se confía más en la figura de un entrenador que tiene más ganas de implementar sus ideas tácticas, trabajar la pelota parada. Ya en la pre-novena darle más importancia a ganar con un gol de córner después de dar tres toques y liberar al receptor con un bloqueo, que saber cuántas paredes tiramos. El problema es que cuando llegan más arriba necesitás que tiren paredes. O que sepan gambetear, que es el gesto por excelencia. Yo mucho no la usé, porque no era mi cualidad número 1, pero la gambeta es el gesto más importante del fútbol. Es el gesto que te hace superar al adversario. Y cuando superás a un adversario cambia el panorama, se abren más opciones. Pero en la Argentina hoy le tienen miedo a la gambeta porque la pérdida genera un contragolpe, y si tenés un contragolpe es riesgo de gol. Y bueno, entonces que no gambetee más nadie y no corremos más riesgos. A mí un día el Flaco Menotti, cuando empecé, me dijo: 'Si tenemos miedo quedémonos en el baño, porque si salimos a la calle se nos puede caer en la cabeza una maceta del balcón del segundo piso y nos mata. O cruzamos la calle y nos mata un colectivo. Entonces, si tenemos miedo de todo, encerrémonos en el baño y no salgamos'. Entiendo que hay momentos y hay lugares para gambetear, pero lo digo como concepto de formación. Para mis maestros de Parque y de Argentinos, lo más importante era el gesto técnico, no dónde lo estabas haciendo ni cuándo... Y mucho menos, el resultado. Lo importante era saber gambetear, saber cabecear con los dos parietales, saber pararla de pecho, saber jugar con los dos perfiles. Porque lo aprendés ahí o ya no., después es difícil.

-Muchos entrenadores de primera división cuentan que tienen que enseñar cuestiones que ya tendrían que estar aprendidas.

-Claro, porque hoy, cada vez con los más chicos, hay mayor preocupación por el sistema a emplear que por el gesto técnico. Se pasa más tiempo buscando un sistema para encontrar un resultado inmediato que el que se le dedica a enseñar a jugar. Y después, claro, en primera es difícil explicarle a un central que puede jugar con defensa a tres o defensa a cuatro, les suena una locura, y es simplemente cambiar una posición, y sin embargo se hace un drama. A veces los entrenadores, a propósito, para provocarlo, ponen a un central de 9 y les cambia todo el partido, y a un 9 de central ni hablar, y esto es un juego. La idea sería que cada jugador tuviera al menos el conocimiento mínimo de todas las otras posiciones. También para valorizarlo, porque si uno sabe todo lo que hace el lateral derecho, y hasta las obligaciones que tiene un arquero y sus presiones psicológicas, probablemente va a valorar más a ese compañero, en vez de pensar que los que lo hacen ganar son el número 10 y el delantero.

-¿A vos en qué puestos te faltó jugar?

-Me faltó atajar y jugar de 9. Es que a mí me enseñaron muchas cosas de chico, ya en el baby. El club Parque se caracterizaba porque siempre estaban los mejores y coincidentemente por cinco años seguidos, el mejor que venía de otro club, jugaba en mi puesto. Y me toco que venga el mejor wing izquierdo cuando yo jugaba de wing izquierdo y me pusieron de medio, y vino el mejor medio cuando yo jugaba de medio y me pusieron de defensor, y menos mal que no vino el mejor defensor porque a lo mejor me sacaban. Ya desde chico me tocó la adaptación. Así, creo, he tenido más chances de jugar, pero también de alguna manera he sido penalizado por esa versatilidad, ya que en la selección he jugado muy pocos partidos de volante central. Muuuy pocos.

-¿La Argentina va a contramano del mundo?

-Hay países que ha dado un vuelco increíble. Cuando llegué en el 96 a España, ellos no eran una potencia deportiva y mantenían métodos de entrenamiento que nosotros desde la Argentina podíamos considerar muy escolares. Todos los equipos jugaban casi a lo mismo. Y hoy el jugador español es buscado, es un jugador de buen pie, de calidad, que por lo general sabe variar posiciones. Pienso en de qué juega Cazorla, de qué juega Cesc, de qué juega David Silva, de qué juegan Iniesta o Xavi. ¿Qué son? Son jugadores de fútbol. Después la posición depende de lo que el técnico quiera hacer y los ubica, pero por sobre todo son jugadores de fútbol, que saben cuándo acelerar, cuándo frenar, un pase corto, una entrega larga, saben cómo darle la pelota al compañero: al rápido en el espacio y al lento en el pie. Les enseñaron a ser jugadores de fútbol, después les dieron una posición. En aquel momento eso parecía una cosa rara y hoy nos dimos cuenta que así evolucionaron. Apostaron a un modelo formativo, pero se necesita algo que en nuestra mentalidad es muy difícil: paciencia.

-Nico Diez, Aimar y Placente fueron campeones del mundo en Malasia 97 con vos. ¿Te entusiasma que puedan estar al frente de una refundación?

-La verdad. no sé cómo terminará esa historia. Sé que Nico podía tomar la Sub 20 para darle continuidad al proceso de Sampaoli. De Pablo había escuchado algo, de Diego no había escuchado nada.

-¿Qué opinás de la llegada de Sampaoli?

-Apuntar a ser protagonistas es nuestra historia. Después aparece la otra gran palabra del fútbol: equilibrio. Y el equilibrio no es más ni menos que todos estén en la misma sintonía. No se es más equilibrado por tener la misma cantidad de defensores que atacantes., te hace equilibrado que todos piensen lo mismo, que todos sientan que hay que jugar el mismo partido. Y el mayor obstáculo que tiene Sampaoli, como cualquier otro entrenador de una selección, es el tiempo. Siempre corto para transmitir una idea.

 

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